El txakoli alavés descorcha las ganas de catas y fiesta en Amurrio
El día dedicado a este caldo regresa a Amurrio con una gran acogida a pesar del bochorno
El txakoli volvió a reinar este domingo en Amurrio. Bien fresquito, se convirtió en el acompañante ideal para una jornada en la que el sofocante ... calor se adueñó del parque Juan de Urrutia. El Txakoli Eguna 2022 arrancó con el homenaje a la madrina de este año, la periodista Maite Eskarmendi Ezkerra, que disfrutó de la degustación de los mejores caldos con su círculo más cercano. Muy satisfecha, recibió un encargo del presidente de Arabako Txakolina, Luis Mariano Álava: «Siempre que puedas, recuerda que el txakoli también es alavés», le dijo, en un salón de actos al que acudieron el consejero de Turismo, Javier Hurtado, y el diputado general, Ramiro González, ente otras autoridades.
Las cinco bodegas que participaron congregaron a multitud de entusiastas. Y gracias a la oferta gastronómica y la enorme carpa de mesas corridas se dio buena cuenta de las 9.000 botellas que se enfriaron durante toda la mañana y que se tomaron en 32.000 copas. «Estoy muy satisfecho» resumió el gerente de la Denominación de Origen, José Antonio Merino, que se recorrió la campa arriba y abajo varias veces para asegurarse que todo estaba en orden.
Egoitz Zubiaur, de la bodega llodiana Gárate, no daba abasto sirviendo copas y aún así no pudo evitar que se formaran colas. «El año pasado fue complicado en lo meteorológico y el que más tarde vendimiamos. Además, pese a que las botellas se hacen en Llodio, las tenemos que comprar en La Rioja y son más caras». De su esfuerzo dieron cuenta las amurrianas Gentzane Bilbao, Ainara Iturburu, Maider Somomurcio, Goizergi Rokeñi y Elvira Fernández, que se liaron la manta la cabeza y organizaron su primera salida en 15 años al Txakoli Eguna. «Solo vamos a probar los tres mejores», advirtieron mientras brindaban divertidas.
El 'experimental'
Txema Gotxi, de Bat Gara, usa uvas de 'hondarribi zuri' para experimentar. «Es lo que más me gusta» En su bodega de Lezama hay desde un 'palo cortado' a un 'orange wine'. «No hacemos vino de año, todo es crianza». Ahí está el secreto de Gotxi, que cultiva seis hectáreas de viñedo y exporta el 60% de su producción.
Otra gran exportadora es Astóbiza, de Okondo, donde Bittor Villanueva, el jefe de campo, se apañaba el solo ante la enorme demanda. ¿Su secreto? El 'keykeg' un nuevo formato similar a un bidón de cerveza de hasta 30 litros desde el que se bombea el vino y que «funciona muy bien en bodas, ferias y eventos». Aspiran a «exportar el 80 % de nuestra producción» y tienen en Japón uno de sus mejores mercados, tanto que elaboran el 'Pil Pil' un txakoli envasado al vacío.
En el puesto de Txikubin, de Fede Verástegi, esta vez sin la ayuda de su hija Paz, que no pudo asistir, se escondían algunas botellas de '13 estrellas Salazar' el espumoso galardonado en el Concurso Nacional de Pequeñas Denominaciones de Origen del año pasado. Una joya que atesora el esfuerzo de la familia, que cultiva personalmente las cuatro hectáreas de viñedo que rodean la torre de Murga, un edificio icónico de Ayala. En Artómaña, Mikel Merino confiaba en la recuperación de la hostelería tras la pandemia, aunque como el resto de las bodegas, una parte de su producción se envía a los mercados internacionales, «EE UU, Japón, Australia, y hasta que empezó la guerra, Ucrania», señaló.
Junto a ellos, Miguel García desbordaba satisfacción en una bañera llena de botellas de 'Falsue', «el rebujito alavés con txakoli, agua carbonatada y licor de naranja». «Más alavés casi que la patata». La experiencia nació en una feria rociera en Arriaga hace cinco años. García defiende los productos alaveses con su carretilla que en julio legará a Llodio para ir hasta Vitoria precisamente con Arabako Txakolina.
Mientras, la amurriana Mertxe Palomo tuvo visita desde Casablanca, Mallabia, Palencia y Basauri. Javi Ronda, Sara Jalali, Miguel Ángel Mesa, Sara Merino, Maxi Galán y Ainara Díaz empezaron con el rebujito, pero no descartaban «quedarnos a comer, a bailar y a dormir». «Hay sitio», señaló la amurriana divertida.
Tras la cata, la comida es parte imprescindible de la fiesta. En los fogones hubo gente esforzada como Txustarra que no dijo ni mu del mejunje con el que riega sus champiñones de Pradejón. A su lado, Mikel Trabanca, de Boilur, casi se achicharra para dar de comer a la organización un sabroso pollo Lumagorri guisado. Tampoco faltaron gildas de Albizabal, queso de Izoria, chistorra y morcilla de Burutxaga, croquetas, Mil Arrozes, talos de Ekotaloa, salchichas, hamburguesas, y un sinfín de placeres para el paladar.
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