Aiaraldea ha sufrido durante años el declive del tejido industrial: deslocalizaciones, cierres y pérdida de puestos de trabajo se han convertido en nuestro día a ... día. Nombres como Glavista, Guardian, Tubos Reunidos o Maderas de Llodio no sólo indican el nombre de una empresa, sino el dolor de todo un pueblo.
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En esta comarca vivimos en una gran contradicción. Por un lado, nuestro entorno natural, ubicación y riqueza sugieren un futuro prometedor, pero, por otro lado, aumenta la duda: ¿Podremos trabajar aquí en el futuro? Sin duda, queremos vivir y trabajar en Aiaraldea, pero para ello tenemos que mantener nuestra industria.
Como alcaldesa, en los últimos años he vivido tres grandes conflictos laborales. La última, la de Maderas de Llodio, la que sigo muy de cerca. De hecho, he tenido la oportunidad de hablar con las y los trabajadores pudiendo confirmar que sí tienen capacidad para sacar adelante la planta. Nuestros trabajadores y trabajadoras tienen calidad y compromiso, que es la mayor fuerza de esta comarca.
Desgraciadamente, muchas veces las decisiones se toman de manera unilateral, sin contar con el pueblo ni con las y los trabajadores; excluyéndoles como parte de la solución y convirtiéndoles en un daño colateral. Y eso no lo podemos permitir.
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La ciudadanía de Aiaraldea no es conflictiva, pero debemos defender nuestra dignidad. No somos responsables de la crisis industrial, pero sí la clave de la solución. Por ello, es necesario adoptar medidas y tomar decisiones que paralicen la desindustrialización en nuestro territorio. Además, deben adoptarse medidas de impacto que permitan acabar definitivamente con la tendencia pesimista, aterrizando de una vez las inversiones de los planes PAI y PEC en nuestra comarca.
Las y los trabajadores no son meros números: son el corazón de nuestra comunidad, y si no están en el centro no existe un futuro real.
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