La ausencia de codornices condiciona la media veda en Álava para 8.000 cazadores

Pero las previsiones no son demasiado halagüeñas. La ausencia de codornices -como siempre, la especie estrella de la campaña- en los pastos del territorio se ha convertido «lamentablemente en habitual», señala el presidente de la Federación alavesa de caza, Ismael Carro. «¡Es que no se ven!», clama, a pesar de que hace apenas un mes «sí que había bastantes» de estas pequeñas gallináceas. Sin embargo, con el paso de las semanas han ido desapareciendo, por diferentes motivos.

Algunos están vinculados a una meteorología que condiciona cualquier actividad en el campo y que ha comenzado a cambiar en las últimas horas, con una caída del mercurio, tras otro asfixiante episodio. «Está haciendo un calor tremendo, con temperaturas elevadísimas, no refresca nada por la noche, no llueve salvo las tormentitas de esta semana -la pasada- que además han sido muy desiguales», relata Carro en una sucesión de factores adversos para que las codornices decidan quedarse o venir a Álava. También en zonas limítrofes como La Rioja y Burgos apuntan una presencia «testimonial» de especies y una apertura de la media veda «poco esperanzadora».

Son aves migratorias que proceden en su mayoría del continente africano «y llegan a Europa buscando temperaturas más bajas, un clima más fresco y húmedo». Pero las que entraron por Álava al principio de este verano «se habrán ido ya, seguro que asustadas con esta sequía y este ambiente por momentos tropical», bromea el presidente de la Federación. «Abren varias trayectorias hacia diferentes países de Europa como Turquía, Serbia o Bulgaria», añade. Y siempre tratan de encontrar zonas húmedas, con rocío, «pero aquí ni por la mañana lo estamos viendo. Y como este lunes -por hoy- salgamos a cazar y en las primeras horas no se nos mojen las botas, no habrá nada que hacer», señala otro experto cazador de Rioja Alavesa.

En esa comarca al sur del territorio el viñedo es prácticamente monocultivo y no hay espacio para el cereal. Pero en el resto de la provincia donde sí hay campos de trigo, cebada y avena ya se ha cosechado, «otro motivo que contribuye a la ausencia de codornices. No tienen lugares de refugio, porque cuando aún hay paja existen espacios de protección y defensa», señala Carro. Y a todo ello suma el hecho de que estas aves «ya no crían en Álava, por todas las condiciones que hemos hablado. Antes hacían aquí una o dos polladas, pero ya tampoco tenemos esos nacimientos».

Con lo que el cupo fijado de un máximo de quince piezas que se pueden capturar por cazador y día parece difícil de alcanzar esta temporada. La media veda que arranca hoy se prolongará hasta el 12 de septiembre y los aficionados a la actividad cinegética también podrán disparar en estas cuatro semanas a otras especies como la corneja negra, la urraca, el zorro y el conejo -en época de caza menor, del 12 de octubre al 31 de enero de 2023, se habilita otro periodo-.

Los días seleccionados serán jueves, sábados, domingos y festivos y el horario, «desde el orto hasta el ocaso», según la orden foral del Departamento vasco de Agricultura. Es decir, desde el amanecer al anochecer. En total, catorce jornadas, alguna más que otros años porque, en este 2022, el 6 de septiembre es festivo ya que Euskadi conmemora el 500 aniversario de la vuelta al mundo que llevó a cabo el marino Juan Sebastián Elcano.

Una vez iniciada la campaña de la media veda con la codorniz, principalmente, los cazadores alaveses no tendrán que esperar muchos días más para poder abatir también palomas torcaces. Del 21 de agosto al 11 de septiembre -más adelante también del 12 de octubre al 31 de enero- tendrán plazo para ello. De esta especie «no parece que exista escasez por el momento», apunta el presidente de la Federación, un hecho que constatan portavoces forales de la sección de caza y pesca: «Se está convirtiendo en los últimos años en una alternativa para los aficionados», aclara.

De cara a la campaña que arranca hoy, desde la Diputación alavesa también solicitan a los cazadores que «traten de aparcar sus vehículos en las zonas habilitadas en los cotos o en los cascos urbanos de los pueblos» después de que otros años haya habido quejas por parte de los agricultores, que se encontraban sus fincas «con numerosos coches».