Violencia machista
12 años de cárcel por abusar de una menor vitoriana y exigirle que no abortara para «tener papeles»Audiencia Provincial de Álava ·
«Conocía mi edad. Yo no sabía qué hacía y ahora tengo miedo. Me ha pegado mucho», dijo en el juicio la víctima, que llegó a robar a su familia para dárselo a su agresorÉl la hizo creer que eran novios. En realidad la sometió a una tortura. Un martirio durante un año y siete meses en que la ... alejó de su entorno, para someterla sin que la víctima se percatara. «Fue mi primera relación. Yo era una niña y no sabía lo que hacía. Estaba ciega», puntualizó esta chica durante el juicio, celebrado hace unas semanas en la Audiencia Provincial de Álava. Lo suyo fue un infierno íntimo. Sin testigos. Porque su familia jamás conoció a ese compañero que casi le doblaba en edad. Él, 29 años. Ella, quince.
Malvivieron en Vitoria a caballo entre la dura calle, lonjas y habitaciones alquiladas. Ahora, este adulto ha sido condenado a un global de doce años y cuatro meses por cinco cargos: «un delito continuado de abuso sexual sobre menor de 16 años, tres delitos de maltrato esporádico sobre pareja sentimental y otro de maltrato habitual».
Y eso que el investigado declaró en la vista que nada raro pasó entre ellos. Algún beso, contadas caricias y que, cuando él quiso cortar, «ella me buscaba». Nada más lejos de la realidad. «No le cabe ninguna duda a este tribunal que en la relación existente entre los implicados existieron episodios de maltrato físico. Era una relación basada en insultos, menosprecios y control por parte del acusado y estaba marcada fundamentalmente por la situación psíquica y de necesidad afectiva, social, económica y de todo tipo que tenía la víctima, llegando incluso a quitar cosas a sus familiares para satisfacerle», dispone el fallo de la magistrada Elena Cabero, secundado por su compañeros Francisco García Romo y Ana Zulueta.
«A día de hoy mi madre no se fía de mi»
La víctima
La subyugó a su gusto. Hasta dejarla embarazada con quince años. «Me dijo que quería el hijo para conseguir los papeles». En aquel momento, el ahora sentenciado se encontraba en situación irregular. Ella acabó abortando por decisión de su familia, a la que hurtaba ropa y dinero para dárselos a su novio. «A día de hoy mi madre no se fía de mi», contó avergonzada. «Me ha pegado mucho. Ahora tengo miedo». Tal fue la tensión durante su declaración que, al acabar, sufrió un vahído. «Me he mareado. lo siento», solicitó cuando se rehizo, como si hubiera hecho algo malo.
«No vales para nada»
A lo largo de ese año y siete meses de vínculo, el dictamen de la Audiencia considera probado que este treintañero la insultaba con frecuencia. «Gitana de mierda», «no vales para nada» y un largo ramillete de agravios «en castellano y en árabe». Hubo una orden de alejamiento, quebrantada «sistemáticamente».
El fallo judicial, que puede recurrirse, se fía asimismo del crudo informe de la Unidad Integral de Valoración Forense. Éste califica a la víctima como «muy vulnerable y muy fácil de engañar». Mientras que la «relación sentimental era de total desigualdad». Estos expertos lo resumieron en cuatro palabras: «estaba en riesgo continuo». También examinaron al agresor. «No se responsabiliza de los hechos denunciados, proyecta la responsabilidad de sus actos en otra persona».
Aparte de los doce años y cuatro meses de prisión, impone una responsabilidad civil de 8.000 euros, que el procesado no pagará «al ser insolvente». Además, este dictamen avala las tesis de la Fiscalía, a cargo de Isabel Sobrino, y de la acusación particular, la letrada Patricia Gómez, que pidieron hasta 19 años. Antes del arranque del juicio ofrecieron un pacto de nueve años de cárcel al agresor. Lo rechazó.
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