Rock espectacular
Chris Isaak y su banda ofrecieron un paseo por géneros y estilos musicales desde los corridos y el blues al rockabilly y el country, con elegancia y sentido de la escena
Natxo Artundo
Domingo, 25 de junio 2017, 10:04
No se trata de hacer el «más difícil todavía». Aunque, a la hora de la verdad, muchos hay que agradecen los fuegos artificiales. Pero Chris Isaak es más de candilejas. Es un artista con un sentido de la escena que ya en su día dejaron claro para los rockeros personajes desde T Bone Walker a Jimi Hendrix, sin olvidar a Jerry Lee Lewis o a Chuck Berry, quien flanqueaba el lado izquierdo del escenario principal azkenero, según la vista del público.
Publicidad
Tal vez por eso este -de nuevo- triunfador en el festival vitoriano explicara que «me encanta el show business, para poder vestir trajes así», enfundado en un azulón conjunto con la chaqueta llena de elementos brillantes, muy a lo Grand Ole Opry (para los recién llegados, el espectáculo madre del country clásico, televisado desde Nashville). Añadía que «puedes conocer a gente como Roy Orbison o Johnny Cash». En el caso del primero, hizo una versión de Pretty Woman que fue todo un éxito en Mendizabala, que la coreó a rabiar. Y, en el caso de Cash, hizo sonar un Ring of Fire que causó furor. Sólo faltaba que -desde la carpa bautizada como el tema- hubieran saltado los luchadores mexicanos como Alibaba o Jalapeño, el favorito del público del Azkena 2017.
Por cierto, según la promotora Last Tour International, el sábado se congregaron en el recinto 17.100 personas, lo que deja un total de 35.800 asistentes en los dos días del ciclo rockero de Vitoria. Confirmados ya los Beasts of Bourbon para dentro de un año -22 y 23 de junio-, hay Azkena para rato, aunque esperemos que mejor distribuido. La ubicación de los food trucks hacía que la zona más cercana -y la no tan próxima, en parte- dejaran a los asistentes un persistente y nada agradable olor a comida, en plan de salida de gases o de aireación de un restaurante, desde las cinco y pico de la tarde hasta el infinito y más allá.
De vuelta a Isaak, el artista recordó que uno de sus ídolos, James Brown, le dijo «Chris ¡aah!». Y sonó Ill Go Crazy, con su estribillo de que uno ha de vivir la vida por uno mismo y por nadie más. Ya lo dijo también Ray Davies.
Pero basta ya de referencias externas. Que el señor californiano tiene mucho material propio. Como una banda de tres décadas de rodaje, lo que dice muchas cosas de una figura del rock, que además suena con categoría de primerísimo nivel.
Publicidad
O una voz cuyo gusto y versatilidad al cantar, desde el grave hasta el falsete, desde el blues al corrido, haría ponerse al mismísimo Elvis más envidioso y verde que Hulk (antes de que el bruto vengador tuviera más colores que la bandera del orgullo gay).
O temazos como Wicked Game, Blue Hotel, San Francisco Days o el boogie a lo Hooker Baby Did a Bad Bad Thing. Todos ellos, apuestas seguras que hicieron brotar los móviles para inmortalizar el momento. Es curioso que el personal a estas alturas siga haciendo fotos a distancia y grabando vídeos que no van a tener un mínimo de calidad. Será la emoción del momento, que a todos nos ha pasado alguna vez.
Publicidad
También es verdad que la puesta en escena de Isaak y los suyos lo pedían a veces, como cuando los tres hombres de los mástiles encadenaban coreografías a ritmo de blues o rock and roll. O cuando toda la banda se acercó al borde del escenario para tocar en una versión más reducida de tambores y próxima a los espectadores, sin llegar al desenchufado. O cuando el jefe de filas sacó ese traje a base de espejitos, que dejaba pálida a su Gibson ES335 blanca y a la gran acústica J200 con el nombre del artista en blanco. Y el color de la noche fue distinto para cada asistente, pero siempre tan chispeante y brillante como el bajo y la guitarra de la banda. Nuff Said, que diría Stan Lee.
Accede todo un mes por solo 0,99€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión