¿Veremos el cerdo por San Antón?
El grupo municipal de Irabazi denunció la bendición del txerri, porque a su entender «se utilizó al animal en un espectáculo público»
Elena mARTÍNEZ DE MADINA SALAZAR
Lunes, 16 de enero 2017, 10:13
Ya llega San Antón, festividad de gran tradición en nuestra tierra y que inexorablemente va unida a la figura de un cerdo, o cerda. El eremita Antonio Abad cuenta entre su patronazgo con el de los animales, y su variada iconografía suele mostrar a un viejo monje con un cerdo a sus pies. Son muchos los rituales y tradiciones que acompañan a la celebración del santo cada 17 de enero, o en fechas cercanas, que se extienden no sólo por toda la geografía española, sino por la europea y americana. Esta fiesta tiene un especial arraigo en nuestros pueblos y tiene un marcado origen en el mundo rural.
Entre los distintos ritos que acompañan a la festividad del santo (hogueras, vueltas, procesiones, etc.) es casi obligado mencionar la bendición a los animales. Así, en numerosas localidades vascas se procede a esa bendición, donde los lugareños acuden a la cita con sus animales y mascotas, y a una rifa popular, con fines benéficos, que antaño sorteaba uno o varios cerdos. Actualmente, y con arreglo a las leyes, ordenanzas, directrices y demás reglamentación local y europea sobre esta materia, así como a la Declaración Universal de los Derechos de los Animales (Unesco, 1978, y ratificada por la ONU) ya no es premio tan lustroso y bendito animal vivo, o no debiera por lo menos, tal y como se ha interpretado esa reglamentación; sí, en cambio, sus magnos productos. Sin ir más lejos, La Academia del Cerdo-Txarriduna vizcaína ya fue multada por la rifa de tres lechones vivos en una pasada edición, denunciada por la organización Santuario Wings of heart.
En Vitoria, por ejemplo, se celebra desde el año 1781 una rifa que nació con el objetivo de recaudar fondos para el casi recién fundado hospicio (1778), y donde el premio principal también ha sido durante años uno o varios cerdos. El bendito animal, proveedor de nuestros deliciosos chorizos, morcillas, txitxikis y demás glorias, ya no se sortea, pero se mantiene la tradicional rifa con fines benéficos. Como en muchos otros lugares, se procede a la bendición del txerri, y de otros animales, en el pórtico de la iglesia de San Pedro, donde se asienta la cofradía de San Antón. El año pasado, en concreto, fue la cerda Maritxu, de Arangiz, con 260 kg., la bendecida, admirada y alabada por los lugareños en el pórtico. El grupo municipal de Irabazi denunció este hecho, porque a su entender «se utilizó un animal, una cerda (o sea, Maritxu) en un espectáculo público», con el consiguiente daño y falta de respeto al animal (acta de la comisión municipal de Medio Ambiente, 22/ 01/ 2016).
Intento, no sólo en esta ocasión, sino en muchas otras, ponerme en el lugar de Maritxu y no llego a comprender dónde está el maltrato, la vejación y la falta de respeto en el paseo de la cerda. ¿Y qué hacemos con nuestros bebés? Los sacamos de la cuna a la silla de paseo. Por no decir cuando llevamos a los pequeños a un parque de aventura para tirarse por la tirolina. A mi entender, y después de leídas diferentes reglamentaciones, hay un margen a la interpretación, como sucede con cualquier norma, y es ahí donde realmente se pueden llegar a situaciones que rozan el absurdo. La consideración de que un animal es un ser sentiente es la base de todas las normativas, pero hasta dónde alargue el humano ese sentimiento animal es lo que acarrea pros y contras en la aplicación de la ley. Así, parece ser que para ciertas asociaciones animalistas caben en el mismo saco de las denuncias, el paseo de Maritxu, el abandono de mascotas, las salvajadas cometidas en mataderos, la desprotección de ciertas especies o, tal y como denuncia la asociación ATEA «la muerte de un bogavante», «el desprecio a una gallina muerta» en un programa de cocina de EITB. Si su sensibilidad se lo permite, pueden ver los episodios 1, 2 y 3 de estas muertes en la página web de la asociación. No salgo de mi asombro. ¿También eso es vulneración de los derechos de los animales? Y el caso es que cuando cocino arroz con bogavante, gallina en pepitoria, o lo que se tercie, no tengo conciencia de maltratar a nadie, tampoco si lo veo en televisión. Es como si hubiéramos leído la misma alegoría de George Orwell, pero su interpretación de Rebelión en la Granja fuera diferente a la mía.
No voy a caer en la siempre fácil demagogia y decir que a las organizaciones que luchan por los derechos de los animales deberían preocuparles más los de las personas, además de otros argumentos absurdos que se esgrimen contra esas organizaciones. Es ridículo pensar que a sus integrantes no les preocupen las personas o situaciones más vulnerables, amén de los animales. Sin embargo, sí creo que en muchas ocasiones se exceden en sus atribuciones defensivas. Interpretan lo que el animal siente o no siente, y bajo su dogma acusan a otros humanos de insensibles, asesinos y otras lindezas. Y lo que es peor, ganan sus denuncias.
La tradición no puede ser una excusa para mantener muchas prácticas que no respetan ni han respetado ciertos derechos, tanto animales como humanos. Que diría yo, en este asunto, sobre los derechos de las mujeres Sin embargo, creo que hay tradiciones que se pueden, y se deben, mantener sin incurrir en falta grave.
Volviendo al ritual del cerdo, además del paseo y bendición, no estaría de más que se enseñara a los urbanitas el proceso de la matanza, con todo el respeto a dicho animal, que tantas alegrías, y colesterol, nos da. Y así, no tendríamos que soportar ocurrencias como que la leche sale del tetrabrik o la morcilla de los árboles, en el mejor de los casos; de las txintxortas, ni hablamos.
Pues eso, ¿veremos este año algún cerdo de paseo por nuestra tierra? ¿O perderemos también esta inocua tradición? ¿Otra más?