El Toro de la Vega de Vitoria
Un relieve del siglo XIII de la catedral de Santa María representa cómo un hombre a pie alancea una res
Francisco Góngora
Martes, 31 de mayo 2016, 01:06
La tradición de matar toros como espectáculo se pierde en la noche de los tiempos. En Vitoria, durante las antiguas fiestas de San Juan y Santa Ana se celebraban entre seis y ocho corridas, según un acta municipal del año 1605, el primer testimonio histórico del que haya noticias escritas.
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Pero esta costumbre se documenta en Vitoria ya desde la Edad Media. En su blog www.enklabe.blogspot.com, el historiador Ismael García apunta que «en el interior de la propia catedral de Santa María, es decir, en las inmediaciones de la plaza de toros donde solía celebrarse este festejo aún se conserva un testimonio gráfico. Me estoy refiriendo a dos escenas que adornan el collarín de una de las columnas de la nave sur del citado templo, imágenes que datan de la segunda mitad del siglo XIII».
«La primera de la figuras nos muestra a un hombre picando con su lanza a un toro». Va a pie, como en el caso del Toro de la Vega y lo mata como se mata a la res en el peculiar y polémico festejo de Tordesillas (Valladolid).
El segundo de los relieves muestra cómo un grupo de perros acosa a otro toro, un morlaco que se retuerce mientras un hombre lo tiene agarrado por el rabo.
Al parecer este tipo de festejos eran de lo más frecuente en época medieval. Eukene Martínez de Lagos, en su trabajo "Ocio, diversión y espectáculo en la escultura gótica navarra" advierte, sin embargo, que las informaciones de esa época -al menos las disponibles en Navarra- son un tanto confusas y dificultan reconstruir con precisión en qué consistía la lidia.
Apunta Eukene que al parecer no existía el toreo a pie propiamente dicho; eran los caballeros los que toreaban desde sus monturas. Aparte de ellos «tenemos por un lado la presencia de perros de presa o agarre, cuya misión parece ser la de acosar y cansar al bóvido para que el matatoros pudiera desempeñar mejor su suerte, así como la de ayudantes o subalternos, que por un lado coleaban al toro y por el otro intentaban apuntillarlo». Por lo tanto, salvo por la escena del caballero 'toreador' -que falta- puede decirse en conclusión que lo que tenemos en el collarín de la catedral son dos viñetas de una misma corrida.
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Eso es lo que apunta Ismael García, pero quién nos indica que efectivamente este tipo de torneos no se celebraba en las afueras de la ciudad, al modo de la Vega en el que se dice que el torneante puede enfrentarse al toro provisto de una lanza, bien a pie o a caballo.
El Toro de la Vega es una de esas tradiciones arraigadas en el corazón de un pueblo desde hace cientos de años, pero hiere la sensibilidad de cualquier ser humano. Yo creo que hasta la de los que aman las corridas. Y Franco prohibió en 1966 el rejoneo del toro en campo abierto, pero a cambio no suspendió el festejo. Cuatro años después se volvió a permitir acabar con la vida del toro ante la presión popular y los aficionados. Hace una semana la Junta de Castilla y León ha vuelto a prohibir el alanceamiento del toro.
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Pero no miremos lejos, porque aquí también se alanceó a los toros durante muchos siglos, como ha dejado reflejado el artista que esculpió esa escena terrible en la catedral de Santa María.
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