Al Gabinete Urkullu no le gusta la cerveza
Vitoria infringía la ley con su cartel en un parque de Heineken, la misma marca alcohólica que patrocina el Jazzaldia o esponsorizó hace dos años las fiestas de Bilbao
Icíar Ochoa de Olano
Lunes, 5 de mayo 2014, 16:48
Al Gabinete Urkullu no le gusta la cerveza. Pero, mucho menos aún, argumentar sus decisiones. Este mismo mes, la directora de Salud Pública y Adicciones del Gobierno vasco, Miren Dorronsoro, se dirigía por escrito al alcalde de Vitoria, Javier Maroto, para que adoptara las medidas oportunas en cumplimiento de la Ley 18/1998 sobre Prevención, Asistencia e Inserción en materia de drogodependencias de Euskadi. Se refería así al cartel de Heineken -como seguro recuerdan, patrocinador pata negra de la Capitalidad Verde Europea- que el Ayuntamiento colgó en la plaza Green Capital, visitada a menudo por niños aún analfabetos, como parte del acuerdo de esponsorización del año verde.
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El Ejecutivo autónomo invocaba para ello el artículo 18.1. de dicha norma. En concreto, el siguiente párrafo: No se permitirá la publicidad de marcas, objetos o productos que por su denominación, vocabulario, grafismo, modo de presentación o cualquier otra cosa puedan derivar indirectamente o encubiertamente en publicidad de bebidas alcohólicas. El requerimiento concluía que el rótulo de la discordia, pese a no contener todas las características comerciales de la marca, se trata de una publicidad indirecta o encubierta de una bebida alcohólica y, por ello, de una publicidad prohibida y constitutiva de infracción grave.
Hasta en media docena de ocasiones este periódico se ha dirigido sin éxito al Departamento vasco de Salud con el objeto de formular los siguiente interrogantes: ¿El Ayuntamiento de Vitoria debió de haber rechazado a la cervecera holandesa cuando se ofreció a ser mecenas de la Green Capital aportando un millón de euros? ¿Cometió un delito el Gabinete Maroto al aceptar un acuerdo que lleva implícita la publicidad con nombre y apellido del padrino? ¿Lo está cometiendo la organización del Jazzaldia, cuyo nombre aparece desde hace años ligado a Heineken, su principal espónsor, o la Fundación Basque Culinary Center, que cuenta en su patronato con la multinacional que preside Richard Weissend?
¿Habrá que retirar también el cartel que identifica una arboleda con 2.200 ejemplares en Salburua como Bosque Heineken? ¿Los bares de Euskadi deberán encargar armarios con puertas macizas tras los que esconder la orgía de alcohol que lucen en sus estantes a clientes de todas las edades? ¿Bilbao es sancionable después de que permitiera que Amstel -propiedad de la omnipresente firma neerlandesa- esponsorizara la Aste Nagusia de 2012 y media ciudad alentara el consumo de esa cerveza a través de los sombreros que la firma distribuyó?
Por el momento, el Gabinete Urkullu se ha limitado a decir que tiene cosas mucho más importantes que hacer que dar respuesta a estas cuestiones y que no se dedica a actuar de oficio. Vamos, que lo hace a demanda. En este caso, de las inagotables reservas de bilis de un político municipal venido a menos, que dedica por entero su cargo público de servicio a la ciudadanía a boicotear por todos los medios a Maroto. Es lo que tiene pensar en negro.
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