Más de mil alumnos de colegios bilbaínos faltan a clase habitualmente

«Faltar a clase puede ser un síntoma de que hay más problemas detrás». Lo dijo ayer el concejal de Acción Social del Ayuntamiento de Bilbao, Eduardo Maiz, en la presentación del último informe municipal sobre absentismo escolar. De ahí que los esfuerzos para atajar el problema trasciendan el ámbito académico para trabajar directamente con las familias. El estudio, que arroja una tasa del 3% de alumnos que faltan habitualmente a clase, revela que alrededor del 80% de los abstentistas procede de minorías étnicas o tiene origen extranjero. Un dato que manifiesta la necesidad de que la integración social comience en las aulas.

Se considera que un alumno es absentista cuando el colegio registra en un mes más de un 20% de ausencias injustificadas. Es entonces cuando se entiende que hay una situación de desprotección del menor y se pone en marcha la maquinaria del servicio municipal de prevención, detección y control de la conducta absentista. Durante el curso 2012/13 este recurso, con el que cuentan 85 centros escolares de la villa, atendió a un total de 1.058 estudiantes de entre 3 y 16 años, lo que supone un 2,97% del total de la población escolarizada de Bilbao. La tasa permanece estable respecto a años anteriores, en los que se registró también un porcentaje de abstentistas de alrededor del 3%.

Sobre el perfil del alumno que falta habitualmente a clase, las estadísticas revelan que un 83% pertenece a la red de educación pública y que un 46% cursa el modelo A, el que usa el castellano como lengua vehicular. Apenas se registran diferencias entre chicos y chicas, ya que los abstentistas se reparten por género casi a partes iguales. El dato más significativo es que un 86% procede de minorías étnicas o de países extranjeros. De los más de mil alumnos atendidos, 629 eran de etnia gitana, una realidad que obliga a los servicios sociales a traspasar las puertas del colegio para abordar el problema directamente con las familias y comunidades gitanas. Según explicó el responsable de Acción Social, «con este colectivo se trabaja el tema del absentismo de forma específica», con el objetivo de facilitar la posterior adaptación social de los jóvenes.

Un 40% de los casos de absentismo se produce en la educación primaria, un 36% en secundaria y solo un 24% en educación infantil. Los momentos clave para prevenir una conducta absentista son, según los expertos, la educación infantil y el comienzo de la secundaria. Aunque la escolarización entre los 3 y los 6 años no es obligatoria, los servicios sociales hacen especial hincapié en que los niños de esas edades acudan a la escuela con normalidad. «Si comienzan a faltar a clase en esta etapa, es más probable que el absentismo tenga continuidad en el futuro y supone para ellos acceder a primaria en situación de clara desventaja respecto a los que llevan tres años escolarizados», advierten los responsables del servicio. El paso de primaria a secundaria es otro momento crítico en el que hay que intensificar la labor de prevención para que los escolares no se descuelguen de sus estudios.

Mediadores

El servicio de prevención, detección y control de la conducta absentista se presta a través de doce profesionales que ejercen de mediadores entre los menores, sus familias y el centro educativo. De los 1.058 casos registrados el año pasado, cerca de un 40% lograron ser corregidos al finalizar el curso. Al margen del 37% de expedientes por absentismo que continúan abiertos, un 8% se cerró por cambio de residencia, un 5% porque los alumnos cumplieron 16 años y dejaron de estar en edad de escolarización obligatoria y un 12% tuvo que ser derivado a otras instituciones como el Gobierno vasco, la Fiscalía de Menores o la Diputación de Bizkaia porque respondían a casos graves de desprotección de menores.