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Tres niños juegan en un campamento. :: M. AYESTARAN
Un esperado viaje de ida y vuelta
revueltas en el mundo árabe

Un esperado viaje de ida y vuelta

Miles de libios regresan de Túnez a sus casas a través de las montañas de Nafusa, hoy bajo control de las fuerzas rebeldes

MIKEL AYESTARAN,

Viernes, 5 de agosto 2011, 10:00

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«Me pararon en un control de carretera, antes de subir a las montañas y me advirtieron de que arriba había bandidos y elementos de Al-Qaida. Si subía era bajo mi entera responsabilidad». Adel recuerda paso a paso su viaje desde Trípoli a Yefren, en las montañas de Nafusa, su huida particular de la guerra a través del frente oeste que los rebeldes han logrado consolidar en la frontera con Túnez. Esta es ahora la vía de entrada y salida segura para miles de civiles, una vía que hasta hace una semana era solo de salida, pero que ahora es también el camino de vuelta a casa.

«Parece que la campaña militar va mejor y cada vez hay más aldeas seguras, por eso la gente se anima a volver», asegura Alí Soultani, responsable del centro que la Media Luna Roja en Tataouine, ciudad de Túnez situada a 120 kilómetros de la frontera. Esta localidad del desierto vio cómo su población se duplicaba en apenas unos días. Llegó la ayuda internacional y montó tres campos de tránsito en la zona y los propios vecinos abrieron las puertas de sus casas para los recién llegados.

El Consejo Nacional Transitorio (CNT) de Bengasi tampoco descuida la retaguardia y mantiene un despliegue de siete jóvenes de la Asociación Nacional de Trabajo Voluntario, el órgano de cooperación y ayuda rebelde. Walid es el responsable y asegura que «nuestra labor consiste en hacer visible para todos los libios la presencia de un nuevo gobierno», afirma en la casa-almacén que el ente rebelde tiene alquilada a las afueras de Tataouine. Debido a la división del país en varios frentes militares, los enviados de Bengasi se ven obligados a realizar un viajes de varios días por Egipto y Túnez antes de llegar a su destino.

Hoy la imagen de ciudad ocupada se ha disipado. En los campos apenas quedan familias -todas las que han podido se han mudado a una casa-, aunque sus responsables no piensan levantar los dispositivos hasta que termine la crisis. «Aquí se han quedado los más pobres, no hay que olvidar que Gadafi ha cortado el suministro de luz y agua a muchas aldeas de la montaña y que los precios de los alimentos se han disparado. Esta gente no puede sobrevivir allí», lamenta Abdula Alkwari, representante del Gobierno de Catar que se encarga del gran campo del estadio de Tataouine.

Un millón de huidos

Con una capacidad para 1.600 personas, hoy apenas quedan trescientas. «La gente está volviendo, es cierto, pero muchas veces es un viaje de ida y vuelta porque al ver las condiciones de vida se dan la vuelta», explican responsables de la cooperación de Emiratos Árabes que tiene varias oficinas en la ciudad para el reparto de alimentos.

Desde el estallido de la revuelta contra el coronel Muamar Gadafi en febrero más de un millón de personas han huido del país, según datos de Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Túnez y Egipto, recién salidos de sus respectivos procesos revolucionarios, son las principales vías de escape para este grupo que sigue aumentado cada día a una media de 4.500 personas al día, según datos recogidos por el organismo de Naciones Unidas. Túnez, con 530.000 personas, es la mayor puerta de salida y la tensión en la frontera por este fuerte flujo de gente ha obligado al despliegue del Ejército para intentar mantener la seguridad.

«La crisis más aguda parece que ha quedado atrás y ahora hay más ONG's que gente a la que ayudar», explica un doctor libio exiliado en Europa desde hace años y que ha aprovechado sus vacaciones para acudir hasta esta zona fronteriza y ayudar a los suyos. Este exceso de ayuda a los refugiados ha provocado que muchos tunecinos de la zona, una de las más desfavorecidas del país, también reclamen apoyo y ahora la municipalidad se encarga del reparto entre los vecinos.

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