«En Suecia no dejamos edificar si no está vendido el 70% de los pisos»
«Cuando llegó el Guggenheim a Bilbao, todos nos preguntamos cómo se atrevía esta ciudad con un proyecto así»
JAVIER MUÑOZ
Viernes, 26 de noviembre 2010, 09:48
Con 137.000 habitantes, y situada a unos cien kilómetros al oeste de Estocolmo, Västeras se asoma a un lago conectado con el mar Báltico, en una región que concentra un tercio de los habitantes de Suecia. Unida a un puerto industrial, la población escandinava alberga las empresas HM y ABB , y tiene también un puerto recreativo interior que es el más importante del país. La responsable de su planificación urbanística es la arquitecto Lotta Lindstam, que presume de que es «muy fácil que a una persona le guste vivir en Västeras». Ayer explicó la transformación del municipio, rodeado de bosques y con 300 kilómetros de carriles bici, en las jornadas sobre 'Futuro y Ciudad' organizadas por el Salón Inmobiliario de Euskadi (SIE Home) y EL CORREO en la Cámara de Comercio de Bilbao.
- La capital vizcaína suele atraer a los arquitectos. ¿Qué imagen proyecta en el extranjero?
- Es una ciudad de negocios con una oferta cultural. Pero antes del Guggenheim, ni siquiera tenía una imagen. Solo era una antigua zona industrial erizada de estructuras metálicas. Cuando llegó el museo, la pregunta que nos hicimos todos fue cómo se atrevía una ciudad como ésta con un proyecto así. La obra de Frank Gehry cambió la percepción de Bilbao.
- ¿En qué consiste la calidad de vida de Västeras?
- Nosotros concedemos mucha importancia a que la gente pueda elegir dónde residir, a la educación y a la creación de espacios públicos para pasear y convivir. Es un proceso que nunca se puede dar por concluido y que acaba atrayendo empresas a nuestra ciudad. Así que podemos decir que invirtiendo en ello generamos riqueza.
- ¿Qué pueden hacer las ciudades para progresar urbanísticamente en tiempos de crisis económica? No hay dinero para pagar a los arquitectos estrella.
- No hay por qué emprender obras espectaculares. No hace falta un Gehry ni un Calatrava. Es suficiente que los edificios estén bien diseñados, que sean funcionales, duraderos y sostenibles. Ahora nosotros tampoco tenemos tanto dinero para gastar, pero están apareciendo muchos inversores privados.
- ¿Cómo observan los suecos la burbuja inmobiliaria española? El Banco de España estima que hay 1,1 millones de pisos sin vender.
- En realidad, hablamos bastante más de Irlanda, Islandia, Grecia, y Portugal. Mucho menos de España. Aunque he de reconocer que en Västeras también existe cierta preocupación sobre la construcción. A día de hoy, en la ciudad opera una decena de constructoras y a todas les hemos puesto una condición: no pueden empezar a levantar una promoción residencial hasta que hayan vendido previamente el 65% o el 70% de los pisos.
Crisis periódicas
- ¿En Suecia la vivienda se considera una inversión, como en España? ¿Aceptan ustedes el dicho anglosajón 'Tan seguro como una casa'?
- Se piensa de esa manera. Solemos tener una crisis cada cierto número de años. Es un problema para quien quiere vender a corto plazo. Simplemente hay que esperar.
- La construcción está parada en España. ¿Ocurre lo mismo en su país?
- Se construye solo en cuatro o cinco sitios concretos. La población se está concentrando en algunos lugares. En los demás está disminuyendo el número de habitantes.
- El Gobierno vasco sortea pisos protegidos entre los ciudadanos que no rebasan un nivel de ingresos; y el que no sale agraciado acude al mercado libre. ¿Cómo es la política de vivienda en Västeras?
- Tenemos ayudas para el alquiler dirigidas a colectivos sociales con pocos recursos .
- ¿Pero ustedes no hacen viviendas baratas?
- Hubo un intento en esa dirección, en el que participaron el Ayuntamiento, Ikea y una constructora. Ikea hizo unos diseños excelentes, aprovechando el espacio al máximo. Se reducían los costes, pero sin reducir la calidad de vida. Era realmente un trabajo muy bueno...
- ¿Y qué pasó?
- Quienes compraban las viviendas las revendían al cabo de un año. Así que decidimos parar y dar ayudas para el arrendamiento. Al menos hemos dejado unos pisos bien diseñados.