«No conozco a Cubillas, pero sé que era un buen cocinero»
«Nuestro Gobierno rechaza cualquier forma de terrorismo», afirma el diplomático durante su visita al País Vasco
ITXASO ELORDUY
Jueves, 21 de octubre 2010, 09:50
Julián Isaías Rodríguez fue fiscal general de Venezuela, vicepresidente de Hugo Chávez y uno de los mandatarios que defendió el Ejecutivo del actual presidente en el golpe de Estado de 2002. En 2009 fue nombrado embajador de Venezuela en España y desde la cancillería ha reproducido el discurso de Chávez en las tensas relaciones entre los gobiernos de Caracas y Madrid. De visita en Euskadi -donde ha mantenido una apretada agenda de entrevistas con dirigentes políticos durante tres días-, Isaías Rodríguez se ha convertido en una figura polémica, en medio del torbellino de declaraciones y reacciones surgido a raíz de que la Audiencia Nacional decidiera investigar a Arturo Cubillas -alto cargo en el Ejecutivo bolivariano- por su posible vinculación a ETA.
- Usted ha dicho que desconocía que las FARC y ETA se entrenasen de forma conjunta en Venezuela y que esa acusación sólo busca desprestigiar a su Gobierno.
- Si eso ocurrió, el Gobierno nacional nunca lo supo. Las informaciones proceden de los medios de comunicación y, supuestamente, por las declaraciones que aparecen en algún expediente. Creemos en el Estado de Derecho, en la Administración de Justicia de España, no la descalificamos ni la ponemos en duda, pero entiendo que este es el momento de la investigación.
- Sin embargo, hay indicios de la presencia de etarras en suelo venezolano, no sólo por la declaración de los propios miembros de ETA detenidos, sino también por ex integrantes de las FARC y por el ordenador del dirigente de este grupo, 'Raúl Reyes'. ¿No sé plantean aumentar la investigación para aclarar este caso?
- Hemos abierto una investigación judicial. Cuando concluya, pasará a un tribunal que la dirimirá. Desde el punto de vista de inteligencia militar, la investigación la adelantó el presidente Chávez por la denuncia de Colombia. Formó parte de las declaraciones con las que el presidente ha reiniciado las relaciones con Colombia tras la salida de Uribe y la llegada de Santos.
- ¿Estarían dispuestos a que la Policía española colaborase con la venezolana en las pesquisas sobre la presencia de ETA en su país?.
- La seguridad del Estado no se comparte, es privativa. Cualquier colaboración es bien recibida, pero, repito, la seguridad del Estado no se comparte.
- ¿Cree verosímil la relación entre las FARC y ETA?
- Todo es verosímil e inverosímil. En Colombia puede ocurrir cualquier cosa, pero no lo digo para descalificar a ese país. Quien lea 'Cien años de soledad', de Gabriel García Márquez, se dará cuenta de que Colombia está llena de magia.
- Ahora, el mayor punto de fricción entre España y Venezuela es la presencia en su territorio de un presunto etarra reclamado por la Justicia española y que además es funcionario de su Gobierno.
- Yo no conozco personalmente a Arturo Cubillas, a pesar de haber estado mucho tiempo trabajando como funcionario del Gobierno venezolano. He oído comentarios sobre él y recientemente tuve la oportunidad de leer un trabajo sobre su esposa, Goizeder Odriozola, que es de ascendencia vasca. Ella nació en una población cercana a Caracas y se casó en el año 93 y, supuestamente, es una unión feliz. Para entonces, Cubillas ya se había naturalizado. Sé que Cubillas era un buen cocinero en el centro vasco y luego tuvo un restaurante propio. Por otro lado, la imagen de Odriozola es excelente. Formó parte de una organización de Derechos Humanos, Provea, de la que procede el defensor de Cubillas, Mariano Alvarado, que está en la oposición al presidente Chávez. Algo debió verle a esta causa para asumirla públicamente. Yo no tengo ninguna opinión sobre Cubillas.
- Está reclamado por tres asesinatos.
- Cubillas llegó a Venezuela en 1989, diez años antes de que Chávez fuera presidente. Su viaje fue fruto de un acuerdo entre Felipe González y Carlos Andrés Pérez. No se puede, hasta no conocer toda la historia, establecer sobre alguien un prejuicio que, si otros lo conocían, no entiendo porque no lo dijeron. Se le juzga por los hechos cometidos en España anteriores al 89, ahora han aparecido nuevos hechos y sobre esos nuevos datos se abre una investigación. Y habrá que esperar a los resultados de ésta para probar si son ciertos.
- Su Gobierno realizó una política activa contra la izquierda abertzale al negarle la entrada en su país al representante de Askapena Walter Wendellin. ¿Va a continuar?
- Nosotros ya hemos concedido dos extradiciones de miembros de ETA y esa no es una política que esté cerrada. En el caso de Askapena, se negó la entrada a una persona y se la envió a Francia. Esta fue una decisión del Ejecutivo, pero en las extradiciones el poder judicial es el que resuelve.
Intención de cooperar
- La percepción desde España es que Venezuela se puede convertir en el 'santuario' de ETA.
- El Gobierno del presidente Hugo Chávez ya ha enviado señales muy claras. Lo de Wendellin fue un mensaje, pero antes hubo un intento por parte de un sospechoso de entrar en Venezuela desde Portugal que también se investigó. Las respuestas a las informaciones judiciales se han tramitado, y otras están por tramitarse. No hay ninguna intención de ocultar nada sino de cooperar. Lo característico de una revolución pacífica y democrática es el rechazo a la violencia. No hay ningún terrorismo con cara buena. Siempre será innoble.
- ¿Ha previsto reunirse con miembros de la izquierda abertzale durante su visita a Euskadi?
- Nunca ha estado previsto.
- ¿Qué le pareció la reacción del dirigente del PP, Antonio Basagoiti, quien aseguró que no le recibía por no tener detector de metales en su despacho?
- No le entiendo. Parece resentido por haber perdido las elecciones en Venezuela, porque es gente suya la que ha organizado la oposición allí. Siente como una pérdida también las elecciones en Brasil y a lo mejor está dolido con el acuerdo que el presidente Zapatero ha firmado con el PNV. Parece que todos sus resentimientos están dentro de una lámpara y el genio ha salido cuando llegué yo.