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Hunter actuará en el Kafe Antzokia.
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El ferroviario que cantaba soul

James Hunter pasó de hacer coros a Van Morrison a tocar en la calle: "Fue un ascenso", bromea el artista inglés, cuya voz no tiene nada que envidiar a los grandes clásicos

CARLOS BENITO

Jueves, 11 de abril 2013, 09:39

James Hunter es un tipo clásico. Su música se nutre de los sonidos de los 50 y los primeros 60 de manera casi exclusiva, hasta el punto de que su producción bien podría estar grabada alrededor del año en el que nació, 1962. Lo suyo es la calidez y la fuerza del soul y el rhythm and blues, y la historia posterior de la música podría no haber existido para él. De hecho, casi deja de existir cuando se escuchan sus discos o se asiste a sus conciertos, porque Hunter logra envolver al oyente en su universo autosuficiente de alma negra, autoridad vocal e instrumental, buen gusto (ese concepto tan peligroso en la música, pero que en su caso resulta decididamente positivo) y competencia escénica. El nuevo álbum del cantante y guitarrista británico, Minute By Minute, acaba de editarse y está grabado en directo en el estudio, con cuidado sonido monoaural. En mono, vamos, pero un mono primoroso a cargo del productor Gabriel Roth, que ha trabajado con Amy Winehouse o Sharon Jones.

La historia de James Hunter, que en realidad se apellida Huntsman, es un recorrido repleto de altibajos y giros inesperados, con un aire casi dickensiano. Nació en Colchester, al sureste de Inglaterra, aunque le gusta recordar que su padre procedía de Birmania. Cuando James era pequeño, la familia emigró a Australia, pero las cosas no funcionaron según lo previsto y acabaron regresando a Colchester. "No fue como crecer con el blues en Alabama, pero, en mi zona de Inglaterra, cualquier sitio al sur de Watford se considera Alabama", explica el artista, que siempre ha mostrado una marcada tendencia a bromear sobre su música y su biografía. Su abuela le regaló una colección de discos de 78 revoluciones, con grabaciones de rock and roll y rhythm and blues, y su hermano, que hoy sigue tocando folk tradicional, le enseñó los rudimentos de la guitarra. Al crecer, empezó su doble vida: de día, trabajaba duro como técnico de señales ferroviarias aún le siguen preguntando por todo el mundo qué diablos es un signal locking fitter, su puesto de trabajo durante siete años, y la compleja explicación suele superar las cinco líneas de texto y de noche tocaba en los garitos de la región. Las vacaciones servían para hacer modestas giras.

Ahí llegó el primer momento decisivo, en forma de norirlandés gruñón y mal encarado. Van Morrison asistió a un concierto suyo en Gales e incluso, qué miedo, se quedó a charlar con él un rato: James recuerda que estuvieron hablando, sobre todo, de Jerry Lee Lewis y Sam Cooke. Nuestro hombre se convirtió en corista del león, un puesto que le ocupó durante varios años y que le permitió comprobar que Van es "capaz de reírse". Sus notas promocionales de hoy en día siguen recogiendo el valioso elogio que le regaló aquel jefe tan exigente: "Es una de las mejores voces y de los secretos mejor guardados del rhythm and blues y el soul británicos", dijo Van. Pero el caso es que James, ya cuarentón, volvió a verse sin contrato discográfico y sin porvenir aparente, currando de lo que le iba saliendo en las agencias de colocación. "Era terrible. Descubrí que era mejor tocar en la calle. El horario era mejor, la paga era mejor y los adictos al crack eran una compañía mucho mejor", relata. El mes pasado le preguntaron en AmNewYork cómo llevó aquel cambio, de cantar en grandes escenarios junto a Van Morrison a tocar por la calle: "Supuso un ascenso respondió. En los conciertos de Van era solo un músico de apoyo, pero en Compton Street era el cabeza de cartel. No había ningún otro".

La segunda oportunidad vino de la mano de un estadounidense que, durante unas vacaciones en Londres, escuchó a aquel sobrecualificado músico callejero. Esta vez fue la buena. En los últimos siete años, James Hunter ha editado tres discos impecables y se ha convertido en uno de los nombres ineludibles de su escena, aunque eso no le ha librado del contrapeso de sufrimiento: su mujer, Jacqueline, falleció de cáncer hace un par de años, durante la composición del nuevo álbum. El disco, por cierto, está acreditado por primera vez a The James Hunter Six, como reconocimiento a su fiel banda, compuesta por los saxofonistas Lee Badau y Damian Hand, el batería Jonathan Lee, el contrabajista Jason Wilson y el teclista Kyle Koehler. "Quería un nombre que fuese inclusivo y que reconociese que formamos una unidad ha explicado. Con mi nombre solo, la gente podría pensar que soy del tipo cantautor sensible. The James Hunter Six tiene más actitud. Si no se te ocurre un nombre para el grupo, ponle el número de personas que tocan".

Vídeo: Minute By Minute

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