El maquinista del tren siniestrado: "La curva ya la veo que no la paso, no la paso..."
En su declaración, que se ha filtrado a la prensa, Francisco José Garzón asegura que "no estoy tan loco para no frenar", pero que lo hizo cuando el golpe ya era "inevitable". "La lacra que me queda para toda la vida es tremenda", lamenta
SOLANGE VÁZQUEZ
Miércoles, 31 de julio 2013, 17:56
"Es que es duro, ¿eh? La curva ya la veo que no la paso, no la paso, no la paso...". Las declaraciones de Francisco José Garzón, el maquinista del tren siniestrado la semana pasada poco antes de llegar a Santiago de Compostela, en el que murieron 79 personas, son las de un hombre que ha salido del accidente prácticamente ileso por fuera, pero destrozado por dentro. En una grabación filtrada al diario 'El País', en la que se recogen algunas de las preguntas del magistrado al conductor del convoy, afirma reiteradamente que no se explica cómo pudo cometer el error de no reducir la velocidad a tiempo para entrar en la curva de A Grandeira correctamente. Por eso, al ser preguntado por su tardía reacción, muestra una mezcla de incredulidad y pesadumbre sin límites: "Señoría, sinceramente, le digo que no lo sé. Si no, no estoy tan loco como para no frenar". En este punto, la voz, con ese cadencioso acento gallego de la zona de Monforte, se le quiebra y rompe a llorar.
El maquinista ha admitido que antes de descarrilar iba a unos "180 ó 190" kilómetros por hora cuando tenía que haber reducido a 80. Contesta como un alumno aplicado, pausadamente. En ningún momento trata de echarle la culpa al trazado o al sistema. Testifica que justo antes del siniestro -un pequeño paréntesis de tiempo que ha dado lugar a innumerables hipótesis sobre qué estaría haciendo- se encontraba hablando con un compañero de Renfe que le daba indicaciones sobre un asunto profesional. Y, según los datos extraídos de la caja negra, también consultaba documentos, porque en la grabación se oye ruido de papeles. Este parece ser el motivo por el que Garzón frenó tarde, cuando ya era "inevitable". Porque el conductor no tuvo tiempo de frenar lo suficiente para superar la curva -aunque pasó de 190 a 153 kilómetros por hora-, pero sí de darse cuenta, en un momento de revelación terrible, de que el tren que estaba en sus manos, con 218 pasajeros, iba a descarrilar. "No me dio tiempo de nada", se lamenta. "Antes de que se venza el tren llevo todo activado y veo que no, que no, que no paso...", recuerda Garzón. Se le nota un esfuerzo por conservar el tono profesional, pero se le percibe desbordado y torturado al volver de nuevo a repasar el momento fatídico del siniestro.
"Lacra para toda la vida"
Durante su comparecencia, el juez recuerda al conductor que circuló durante cuatro kilómetros a una velocidad muy superior a la debida. "Pero cuatro kilómetros a 200 kilómetros por hora van muy deprisa", apunta Garzón, quien al ser interrogado sobre si había consumido "algo" manifiesta que "sólo cafés". "Es que no le doy explicación, es que no comprendo ahora cómo no vi yo la... no sé, mentalmente o lo que sea...". El maquinista es preguntado insistentemente por el juez: "¿En qué estaba pensando usted antes de entrar en el segundo túnel? (es decir, antes de que el Alvia se descontrolase por completo). Se nota que esta pregunta es para el maquinista como una puñalada. "Si lo supiera... no pensaría, porque la lacra que me ha quedado para toda la vida es tremenda".
Así, poco a poco, se va deshaciendo el ovillo de conjeturas que se formó justo después el siniestro que ha conmocionado a todo el país. Al parecer, ni el maquinista iba bajo la influencia de ninguna droga, ni se ausentó de la cabina, ni sufrió un desvanecimiento, ni es un kamikaze de la velocidad que disfrutaba haciendo volar al Alvia, ni estaba distraído mandando mensajes o haciendo llamadas privadas... sólo se distrajo un minuto porque estaba recibiendo indicaciones de su propia empresa. Pero justo era el minuto clave, el que ha marcado la diferencia entre la vida y la muerte para 79 personas y entre la existencia felizmente anónima y el infierno para él.