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Julen Lasa ayuda en los estiramientos a Efrén en su consulta.
Motociclismo

Las 24 horas de Efrén

El piloto de Rekalde desgrana el programa de preparación que desarrolla para su puesta a punto antes de afrontar una carrera del Mundial

JUAN PABLO MARTÍN

Domingo, 7 de septiembre 2008, 13:19

En el binomio que forman el piloto y la moto a la hora de afrontar una carrera «el 70% es responsabilidad del hombre y el 30% de la máquina, aunque si la cosa va mal este porcentaje se puede invertir. Por eso hay que tener recursos, saber sacrificar cosas y reaccionar rápido para intentar solucionar los problemas». Efrén Vázquez tiene muy claro su rol cada vez que pilota. Aunque prácticamente sea un recién llegado al Mundial, sabe que está entre la élite, que tiene una oportunidad única, y no está dispuesto a desaprovecharla. Es ambicioso, pero consciente de que tiene que ir paso a paso. Este año toca adquirir experiencia y sensaciones, conocer los circuitos a fondo y exprimirse al máximo para buscar nuevos límites sin caerse. Pero todo ello tiene un precio y una preparación.

En el Campeonato del Mundo de motociclismo, el tiempo para amoldar la moto a cada circuito comienza los jueves en las sesiones de entrenamientos libres y las clasificatorias pero, ¿qué hace un piloto el resto de la semana para mantenerse en forma? El de Rekalde ha concentrado para EL CORREO su estricto programa en un día. Éstas son sus 24 horas.

«Lo más importante es mantener la cabeza fría y el tiempo ocupado, para no tener momentos de bajón». Su jornada comienza, generalmente, los lunes. Tras regresar de la carrera y una buena sesión de horas de sueño para recuperarse de las que ha perdido el fin de semana por la tensión y el trabajo realizado, llega la hora desentumecer músculos. Para ello unas veces recurre a la bicicleta de 'spinning' que tiene en casa sobre la que 'recorre' entre 50 y 75 kilómetros. Se la compró a un amigo que también se dedica a competir en motos, aunque sea en otra especialidad.

No cometer errores

Otras ocasiones sale a correr. Suele cubrir 12 kilómetros. También intercala trabajo en el gimnasio. Sobre todo en los aparatos de cardio, y los estiramientos. «Durante el año además realizamos distintas pruebas de esfuerzo con un médico amigo de Herri -Torrontegui-».

El piloto comenzó a trabajar con un preparador físico de Barcelona, pero la distancia provocó que lo dejara. Para finales de este año, sin embargo, tendrá uno en Bilbao con el que entrenar diariamente. Toda esta preparación tiene un objetivo claro: «Que al final de cada carrera llegue la suficiente cantidad de oxígeno al cerebro como para no cometer errores. Vas al límite y tienes que ser capaz de jugártela si es necesario».

Para un piloto también es imprescindible contar con un buen fisioterapeuta. Y Efrén tiene a Julen Lasa de la clínica Kines, al que visita con regularidad. Él es el encargado de soltar los agarrotamientos de su cuello, espalda y antebrazos que sufre por la posición que lleva en la moto. A finales del pasado año el de Rekalde se operó del denominado síndrome compartimental -para la mejora del flujo sanguíneo- de los antebrazos, y en mayo del túnel carpiano para que tuviera mayor sensibilidad en el freno. Pero Lasa tuvo bastante más trabajo tras la caída del piloto en Le Mans, en la que se dañó el tobillo. «Hizo un trabajo del copón. Me realizó un anclaje específico porque era una época en la que tenía varias carreras y tenía que seguir pilotando».

El pasado jueves, tras acabar con la sesión de fisioterapia, se desplazó hasta Mungia. Allí tiene la sede su mentor. Herri Torrontegui es su guía. La persona con la que se desahoga, y a la que le cuenta todas sus sensaciones en la moto. Lo hace nada más terminar cada carrera. En caliente, para que no se olvide nada. Luego, más tranquilo, durante la semana recurre a él para «hablar de todo. También preparamos la próxima carrera, lo que vamos a probar, lo que puede cambiar la moto de un circuito a otro. La geometría... Por ejemplo, de Brno a Misano teníamos problemas con la horquilla delantera que nos obligó incluso hasta cambiar un poco la forma de conducir. Tuvimos que frenar algo más pronto para que la moto se quedara algo más blanda de adelante y nos ayudara en la curva».

Sin dietas

Aunque por el momento él sale poco, también suelen revisar los vídeos de las carreras. Su visionado les permite comprobar «dónde hemos fallado, las trazadas y frenadas del resto pilotos o cómo funcionaban las suspensiones de sus máquinas».

Pero no sólo Torrontegui es su base de apoyo. El equipo que les rodea también tiene un papel en la vida diaria de Efrén. Sobre todo a la hora de levantarle la moral. Son su mejor psicólogo. « Cuando creo que tengo una piedra grande sobre mí, siempre me sacan para arriba».

Luego llegó la hora de comer. Efrén no lleva una dieta estricta. Comer limpio es su único secreto para no ganar peso. «Verdura, pescado y pasta». Aunque reconoce que es muy goloso y que el chocolate y la tarta de queso son sus debilidades. Sin embargo, se priva de ellas, «aunque a veces después de una carrera en la que estoy satisfecho con el trabajo realizado me doy un premio».

Por la tarde, siempre queda un hueco para el reposo. En casa. Comparte habitación con su hermano, pero la mayor parte de las paredes tiene referencias a él. Todo está relacionado con las motos. Desde los diplomas conseguidos en las categorías inferiores, hasta el recorrido fotográfico en diferentes circuitos y años. Desde maquetas de las motos del Mundial, hasta los cascos que utilizó y que, por diferentes razones, los ha ido relegando hasta quedar perfectamente ordenados en la parte superior de un mueble.

Encima de un estante también destaca una de las piezas a las que más cariño tiene Efrén. Es un peluche del gato Isidoro, «aquel de los dibujos animados». «Cuando tenía poco más de dos años mi abuelo me lo regaló y desde entonces siempre está conmigo». Hasta tal punto que en todos sus cascos lo lleva pintado en la parte de atrás en diferentes posiciones. En la zona superior también tiene pintado un 'gremlin' en memoria de Roberto Torres, un compañero que perdió la vida en los circuitos hace ya algunos años.

Bromas

Colgado de un armario, pende su mono de carreras. Su madre lo ha sacado para que se airee antes de que emprenda el próximo viaje. Será a Indianápolis.

Más tarde también queda con sus amigos. El pub Ímola de Santutxu suele ser uno de sus destinos. En el establecimiento se respira el ambiente motero. Aunque sus conversaciones no tienen como eje central la profesión de Efrén, a veces tiene que aguantar las bromas de la cuadrilla. «Me dicen de cachondeo que a ver cuando gano algo que me quieren ver por la televisión, aunque luego más en serio reconocen que lo estoy haciendo bien y me apoyan para que siga así». Aunque es el único piloto vasco del Mundial, «salvo alguna gente joven aficionada a esta disciplina», todavía no le reconocen por la calle. «El anonimato es lo mejor que te puede pasar, aunque es cierto que cuando te animan te hace ilusión porque aprecian tu trabajo y eso siempre es bonito».

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