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Tras las elecciones, los pactos

El fenómeno más característico de estos comicios es la fragmentación del voto y el fin consiguiente de las mayorías absolutas

ANTONIO PAPELL

Domingo, 24 de mayo 2015, 23:20

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Santos Juliá nos iluminó ayer con un bello artículo, Como si votáramos por vez primera, en el que describía con mano maestra el aura inaugural que para muchos -¿para todos?- han tenido esas elecciones regionales y locales, las primeras en que se ha hecho totalmente visible el influjo de unas formaciones emergentes que han surgido como una reacción airada a un statu quo decadente que no fue capaz de afrontar con gallardía la contrariedad de la crisis y que ha mostrado estos últimos años con intensidad inaudita el rostro degradante de una corrupción insoportable.

Se suponía que los más jóvenes, desentendidos desde hace tiempo de la ceremonia pública, acudirían en tropel a las urnas a entronizar y a defender a los partidos emergentes, surgidos desde la calle y forjados en la plazuela pública de las manifestaciones espontáneas. En realidad, la participación ha sido semejante a la de hace cuatro años, por lo que, a falta de sondeos sociológicos que desgranen la estructura del voto, no parece que haya habido grandes cambios demográficos ni mucho menos mutaciones espectaculares. En cualquier caso, ya nada volverá a ser como antes en mucho tiempo.

El fenómeno más característico de las elecciones es la fragmentación del voto y el fin consiguiente de las mayorías absolutas. Pese a ello, los partidos nuevos, que han logrado efectivamente desfigurar el bipartidismo, no han conseguido el resultado arrollador que les hubiera permitido imponer un cambio de sistema electoral que enterrase definitivamente el viejo modelo basado en la ley dHondt. En cualquier caso, el Partido Popular -única formación genuinamente conservadora de las cuatro principales- ha conservado la cabeza de la cmpetición por estrechísimo margen, el PSOE ha conseguido un honroso segundo puesto y los emergentes, Podemos y Ciudadanos, han conseguido magníficos resultados pero no han logrado en esta primera y decisiva prueba la primacía que pretendían, lo que les sitúa en una posición subordinada, muy influyente pero lateral. Y su supervivencia futura dependerá de cómo administren el día después, es decir, de cómo orienten y formalicen su política de pactos, de la que depende la estabilidad de muchas instituciones.

En las elecciones municipales, el equilibrio entre PP y PSOE y la emergencia de los partidos nuevos da idea de la complejidad de la gobernabilidad futura. En muchos casos, gobernará la lista más votada, en el supuesto de que no haya pactos alternativos, pero en otros será una coalición de izquierdas la que se haga con la alcaldía. Éste puede ser el caso de Madrid, donde Esperanza Aguirre ha ganado las elecciones municipales con 21 escaños en un ayuntamiento de 57 concejalías, seguida muy de cerca por Manuela Carmena, con 20, al frente de Ahora Madrid, que engloba a Podemos. El PSOE, con 9 escaños, y Ciudadanos, con 8, tendrán que decantar la balanza de un lado o de otro. En la comunidad de Madrid, el PP ha ganado las elecciones muy lejos de la mayoría absoluta, con el candidato del PSOE Gabilondo en segundo lugar, y el futuro quedará en manos de las Podemos y Ciudadanos.

En las elecciones autonómicas, donde es preciso conseguir una mayoría parlamentaria para gobernar, el PP mantiene su leve hegemonía pero aún tendrá más difícil que en los ayuntamientos situarse al frente de los ejecutivos. En el caso de Valencia, los populares mantienen la primacía pero han perdido 25 escaños en el parlamento autonómico, y ni siquiera logran la mayoría con Ciudadanos; tampoco Rita Barberá conseguiría la alcaldía valenciana con el apoyo de la formación de Albert Rivera. Viviremos, en definitiva, una zozobrante negociación de PP y PSOE con las minorías emergentes, hasta conseguir un equilibrio a que a buen seguro se revisará después de las elecciones generales de finales de año.

El PSOE ha conseguido un magnífico resultado en Extremadura, que le permitirá gobernar, y el PP se hunde en los municipios de la región. En Castilla-La Mancha, Aragón, Rioja, Cantabria, Baleares, Murcia el PP mayoritario necesitará pactos para gobernar.

Hay mucho más que contar de la jornada electoral que acabamos de vivir, y que tendremos que asimilar en las próximas horas/días: el hundimiento dramático del PSC en Barcelona, aunque se mantiene en Lleida y Tarragona; la emergencia de las mareas en Galicia, que cambiarán el panorama tradicional; el éxito fulgurante del PNV, que se adueña de las Juntas de las tres provincias vascas, y el hundimiento gozoso de Bildu, que pierde la alcaldía de San Sebastián; la fragmentación complejísima del panorama político en Navarra, etc. Ahora es preciso que sedimenten y se afiancen estos resultados, que tendrán un carácter provisional hasta que se celebren las elecciones generales y se consoliden, entonces sí, las principales alianzas.

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