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Geni, que volvió a cuajar un partido muy pobre y erró en su única ocasión ante la portería contraria, se duele sobre el césped de Lasesarre tras recibir un codazo en un salto. / IOSU ONANDIA
Cae de los puestos de 'play off'

Descorazonadora impotencia

Un pésimo arranque y dos acciones a balón parado condenan a un Alavés que enciende las alertas tras su segunda derrota consecutiva

FERNANDO RUIZ DE ESQUIDE

Lunes, 2 de noviembre 2009, 09:10

De un tiempo a esta parte viajar con el Alavés se ha convertido en un ejercicio de masoquismo que casi siempre se salda de la peor manera posible. Ayer, en Barakaldo, el cuadro albiazul se presentó con el propósito de enmienda tras el lastimoso partido ante el Eibar en Mendizorroza y salió de Lasesarre con una larga penitencia que deberá recitar al pie de la letra durante semanas si pretende enderezar un rumbo que, ahora mismo, apunta hacia un gran agujero negro. Descorazonadora fue la impotencia del conjunto vitoriano, lastrado por un pésimo arranque, complaciente con dos nuevos regalos a balón parado y, esta vez, con cierta llegada hasta el área contraria, pero incapaz de transformar su caudal ofensivo, liderato por un notable Rico, en contundencia. Tres partidos consecutivos sin marcar hablan de la inaudita negación alavesista ante la meta contraria, una cuenta insostenible para un aspirante al ascenso.

1-0 en el sexto córner

Aunque todo tipo de reflexiones caben sobre la segunda derrota consecutiva, el Alavés deberá empezar por el principio. A la escuadra de Pereira no le cuadra el pitido inicial con el comienzo de los partidos. Como sucedió en Ferrol o en Lugo, el conjunto vitoriano se despierta después de diez minutos o un cuarto de hora. Ayer, cuando las manecillas llegaron al 11, el Barakaldo lanzó su sexto córner. Dos graves errores de marcaje, uno antes del desvío de Pagola y otro después, colocaron a la escuadra vizcaína por delante. Si el equipo no estaba avisado de una probable salida en tromba del conjunto local hubiera sido mejor no presentarse, si ya advertido protagonizó el inicio que se pudo observar desde la tribuna es ya cuestión de que los futbolistas se miren a los ojos.

El Barakaldo, dentro de un ambiente crispado que convirtió en títere al colegiado, arrasó en un cuarto de hora inicial donde tocó el balón con velocidad y se llevó toda pelota dividida. Pereira había regresado al esquema de Lugo, un 4-1-3-2, con Cuesta y Carrión en la zaga como sustitutos del lesionado Castells y Mesquita, y la entrada de Rico por el también lesionado Óscar Martínez. Como parecía y ayer quedó confirmado, que éste último se haya quedado en el banquillo en los dos choques anteriores sólo puede atribuirse a una excentricidad técnica de primer orden. El ex jugador de la Cultural Leonesa ayudó en las tareas de creación, desbordó con velocidad por todas las parcelas del campo y sólo la falta de ayuda colectiva impidió que su notable tarde se saldara con réditos para el equipo, que casi siempre se atascó en el último pase o en imprecisiones cuando se presentaron los contados remates claros.

Opciones y otra concesión

Remar a contracorriente es un ejercicio extenuante y a lo que se dedica últimamente el Alavés, que primero concede y después se remanga. El hipermotivado Barakaldo, que desde el primer tiempo comenzó a desperdigar jugadores 'lesionados' sobre el césped ante la permisividad arbitral para capear el temporal, perdió gas a medida que el cuadro albiazul tomó el control. Rico y Segura desestabilizaban en el centro del campo, pero las opciones se desvanecían metros antes del área. El 'caso Geni', un futbolista que necesita banquillo o una descarga masiva de energía para parecerse a un delantero centro, seguía en el limbo.

Con el rival físicamente bajo mínimos y la entrada de Igor por el tocado Neru, el Alavés tiró de coraje y algunas buenas combinaciones para empujar hasta el área tras el descanso. De nuevo sin filo, el cuadro vitoriano golpeaba con insistencia sobre una pared defensiva que amenazaba con desmoronarse - ocasiones de Ruano, Geni e Igor- pero se sostuvo debido a que la escuadra albiazul golpeaba con gomaespuma. A cambio, otro córner en contra y otro remate que debió abortarse acabaron con el partido, convertido ya en una sucesión de roces y pérdidas de tiempo siempre consentidas.

Pura desesperación, en definitiva, de un Alavés que tuvo más juego que en otros desplazamientos, pero se creó él sólo los problemas. La alerta ha saltado ya en Mendizorroza.

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