«Los jockeys de ahora me sacan media cabeza»
«El purasangre que me tiró y me retiró se llamaba 'Yo, Claudio'. Esa fue mi caída del caballo»
ARANTZA FURUNDARENA
Domingo, 27 de febrero 2011, 03:59
Ironías de la vida. El mejor jinete español de la historia es un francés de Chantilly: Claudio Carudel, casi 1.500 victorias en unas 6.000 carreras; un fenómeno. Y tras medio siglo en Madrid, devoto del buen jamón y de 'La Roja'. Pero su vida son los caballos. Los ama. Así que, a sus 72 años, si le quieren encontrar, ya saben su paradero: en el Hipódromo de la Zarzuela, cuya temporada empieza el 13 de marzo, con dos días de carreras por semana.
- ¿Recuerda la primera vez que montó?
- Tendría unos ocho años. Mi tío, tras entrenar a un caballo, me dejó subir en él y pasear por el bosque.
- ¿Y no se cayó?
- No. Era un caballo noble y fue un paseo corto. Me hizo mucha ilusión, pero no intuí que algún día sería jockey.
- ¿Y la última vez que montó?
- Fue por un accidente grave durante un entrenamiento. Ni siquiera estaba galopando. Una caída tonta, pero con mucha consecuencia. Yo tenía 52 años y ya no poseía la flexibilidad de joven. La columna chascó un poco. Tuve que ponerme unos hierros. Fue la última vez que me subí a un caballo.
- ¿Derramó alguna lágrima?
- Sí, porque aunque había dejado de competir con 50 años, después de esa caída decidí no montar más. En la vida todo se acaba.
- ¿Culpó al caballo?
- Culpé al jinete. Me relajé demasiado.
- Dicen que quien domina al caballo se domina a sí mismo.
- No lo sé. Pero al caballo hay que educarlo. La doma debe ser siempre progresiva y tranquila.
- ¿Así ha educado a sus hijos?
- Tengo cuatro hijos y muchos nietos. Y sí, he aplicado esas técnicas. Antiguamente se podía, pero hoy la juventud es difícil de domar. Mucho más que los caballos.
- ¿A qué dedica ahora el tiempo libre?
- A ir al hipódromo, a la familia y, lo confieso, al fútbol.
- ¿Ha sido usted el Maradona de la hípica?
- Me gustaría haberme parecido un poco a Messi, aunque yo sea del Madrid.
- ¿Sueña que cabalga?
- Sí. De tarde en tarde, me veo encima de un caballo, montando en una carrera y ganando.
- Y al despertar...
- Me digo: 'Uy, Carudel. Qué tiempos aquellos'.
- ¿Son mejores 'personas' que nosotros los caballos?
- Muchas veces sí. A los caballos se les ve venir. Las personas en cambio te engañan.
- ¿Les susurra usted?
- He hablado mucho con ellos. Han sido mi vida.
-¿Alguna caída del caballo reveladora?
- La que le he comentado. ¿Sabe cómo se llamaba el caballo que me tiró y casi me deja inválido? Pues se llamaba... ¡'Yo, Claudio'! Y fue el que me impidió volver a montar.
- ¿Y qué fue de su tocayo?
- Pues que le perdoné. Volví a verlo y hasta lo acaricié y le hablé. Es que en realidad la culpa fue mía.
- El filósofo Fernando Savater ha dicho: 'Carudel es mi único ídolo. Mucho más importante que cualquier premio Nobel'.
- Él sí que merece un premio Nobel. Tengo una foto en casa en la que yo estoy montando y él, a mi lado con su padre y en pantalón corto. Tendría nueve años y ya era aficionado.
- ¿Cuál es la filosofía de Carudel?
- La de madrugar mucho toda mi vida.
- ¿Le gusta apostar?
- Nunca me ha llamado la atención. Además, cuanto más sabes menos aciertas.
- ¿Nunca deseó ser más corpulento? ¿Ni para ligar?
- He sido poco ligón. La naturaleza me dio este cuerpo por genética. Mido 1,62 y cuando competía pesaba 52 kilos. Pero los jockeys de ahora me sacan media cabeza. Voy por la calle y me siento un enano. La juventud viene altísima.
- Para correr, ¿caballo o yegua?
- Da igual. Pero a mí me ha ido mejor con las yeguas.