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. Un niño de corta edad se protege del frío con una bufanda... y su osito de peluche. / EL CORREO
SOCIEDAD

«Los niños que no pasan catarros sufren más asma»

El neumólogo Víctor Bustamante afirma que los constipados infantiles favorecen el desarrollo del sistema de defensas

FERMÍN APEZTEGUIA

Jueves, 22 de enero 2009, 09:10

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Infecciones víricas y catarros a menudo derivan en crisis asmáticas, pero, curiosamente, los chavales con más problemas de asma son aquellos que pasaron menos catarros en los primeros años de su vida. Existe una teoría, que gana peso entre los científicos, que justifica la necesidad de que los chiquillos estén acatarrados durante el invierno. Su sistema de defensas se hace más resistente y los pulmones más fuertes, según explicó ayer en el foro de debate Encuentros con la Salud de ELCORREO el neumólogo Víctor Bustamante, médico adjunto del servicio de Neumología del hospital de Basurto, en Bilbao.

Lo de llamar mocosos a los niños de corta edad está más que justificado. La mayoría de los pequeños, cuando tienen entre dos y tres años, encadena un catarro con otro desde octubre o noviembre hasta el final de la primavera. Cuando lo cogen, ya no lo quitan igual hasta mayo. Sin embargo, según el experto, «las infecciones comunes de la infancia son buenas para un sistema inmunológico que funcione con normalidad». Aunque la causa última se desconoce, este hecho podría explicar por qué los chavales con más problemas de asma son los que menos catarros pasaron de críos. «No es malo que los niños se acatarren», insistió. El aislamiento pasa factura.

Problema mayúsculo

La intervención de ayer de Bustamante, 'Catarros infantiles, problema de mayores', giró en torno a las patologías respiratorias más frecuentes en las personas que viven en contacto con niños. Existen cientos de virus causantes de constipados que no suelen resultar dañinos para los adultos porque, generalmente, ya los han pasado. Están inmunizados. Pero no siempre ocurre así. En los meses de frío, el riesgo de contraer alguno de esos virus de los niños es muy alto. «Hay un auténtico repertorio entre los llamados rinovirus; tantos que si los pasáramos todos podríamos estar acatarrados toda la vida», dijo el especialista.

La atención de las infecciones que saltan de los niños a los adultos se ha convertido en un auténtico reto sanitario para los servicios de salud. Según explicó Bustamante, la gripe infantil sirve de «puerta de entrada» para la gripe y otros virus en las personas de la tercera edad, que pasan mucho tiempo junto a los más pequeños de la casa. «Los horarios laborales obligan a los abuelos a tener un contacto muy estrecho con los nietos, lo que facilita el intercambio de virus».

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Las epidemias de origen vírico, en torno al 65%, suelen comenzar a expandirse a través de los más pequeños. Dos o tres semanas después de la incubación, la enfermedad da el salto a los adultos, especialmente cuando se trata de patologías respiratorias. «Una epidemia de gripe en la infancia -alertó Bustamente- puede convertirse en un problema de salud mayúsculo». La vacunación antigripal y el uso racional de los antibióticos constituyen las mejores herramientas para evitar complicaciones más graves a causa de los catarros invernales.

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