La Ertzaintza actúa ya cinco veces por semana para rescatar a montañeros heridos o perdidos
Realizó 245 actuaciones en 2007, un 21% más que el año anterior La creciente afición al senderismo eleva las «imprudencias» y las «lesiones»
AITOR ALONSO a.alonso@diario-elcorreo.com
Jueves, 24 de enero 2008, 10:16
Los aficionados al monte -montañismo, senderismo o 'trekking', en cualquiera de sus denominaciones- son legión en Euskadi, una tierra privilegiada como pocas para esta saludable actividad. Son miles los vascos que se calzan las botas, se cuelgan la mochila y salen el fin de semana a coronar las principales cumbres o a pasear, hacer fotografías o coger setas en los bosques, macizos y cresterías de toda la comunidad. La gran mayoría regresa a casa cansado, pero a salvo. Pero otros viven la aventura de su vida al perderse o tener que ser rescatados por la Ertzaintza tras un accidente o una lesión inoportuna. Estos últimos protagonizan las más de 200 salidas de emergencia que realizan cada año las brigadas de montaña de la Policía autónoma, que en ocasiones se ve obligada a movilizar a la unidad canina o a los helicópteros de rescate para asegurar el final feliz del día de monte.
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Sólo el año pasado, el servicio de emergencias vasco recibió 245 peticiones de socorro en el monte, bien de rescate -cuando hay que ayudar a alguien a descender porque no puede hacerlo por sus propios medios; fueron 128- o de búsqueda, cuando el montañero no regresa a casa y se le supone desorientado, que sumaron 117 casos. Es decir, hubo que movilizar recursos públicos cerca de cinco veces por semana. La estadística de operaciones es creciente, en consonancia con una mayor afición a disfrutar del aire libre. Entre 1996 y 2003, la media fue de 140 actuaciones anuales. Desde 2004, se superan las 200 cada ejercicio. Fueron 207 ese año, 233 en 2005 y 202 en 2006. En 2007, por tanto, el incremento fue del 21%.
Las tablas de datos muestran una obviedad, que la mayoría de las peticiones de socorro se produce durante los fines de semana -más el domingo que los sábados-, cuando buena parte de los 26.000 'mendizales' federados en Euskadi y muchos aficionados sin carné se echan al monte por diversión. «En general, las salidas de emergencia son más frecuentes cuando la gente tiene tiempo libre, como es natural. Por ejemplo, en las tardes de verano, cuando muchos ciudadanos trabajan hasta las tres y pueden salir por la tarde al monte», indica José Antonio Fernández, técnico de Intervención de la Dirección de Atención de Emergencias del Gobierno vasco.
Siempre hay riesgo
Entre los protagonistas de los rescates, los expertos distinguen dos perfiles muy diferentes. Uno, montañero especialista, habitualmente federado, bien equipado y que sabe lo que hace, «y que precisamente por eso asume más riesgos por los que, en ocasiones, acaba necesitando ayuda», explica Fernández. Pero existe un segundo retrato robot, el del aficionado ocasional que, más que asumir riesgos, «comete imprudencias», asegura Kepa Gordo, miembro del grupo de voluntarios de Protección Civil de Araia, en Álava. «Hemos visto de todo y algunas veces nos llevamos las manos a la cabeza. Hemos ayudado a hombres que trataban de ascender al Aizkorri... ¿con zapatos de calle!», asegura.
La proliferación de accidentes en las zonas rurales y los montes de la comunidad llevaron a la Ertzaintza a dotarse de patrullas especiales para dar respuesta a las emergencias. En la actualidad, la sección de rescate de montaña de la Brigada Móvil está compuesta por cuatro grupos de siete efectivos cada uno, que cuentan con el apoyo de los cuatro helicópteros del Cuerpo, uno de los cuales está específicamente preparado para estas actuaciones. Es un vehículo al que se da un uso habitual. Participa en más del 40% de las emergencias atendidas por la Policía vasca. Ayer, sin ir más lejos, tuvo que actuar en la comarca de Valdegovía, en el interior de Álava.
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De ser necesario, los profesionales cuentan también con el respaldo de la unidad canina, cinco guías con otros tantos animales especialistas en dar con personas desaparecidas. Interior colabora, asimismo, con otros grupos como la Federación Vasca de Montaña, Cruz Roja, DYA y el grupo de espeleosocorro vasco, que también contribuyen con efectivos y medio materiales cuando se les solicita para devolver a casa a los montañeros accidentados o perdidos.
Los expertos coinciden en que muchos de los siniestros son evitables, porque entra en juego la imprudencia del paseante. «Ir al monte siempre entraña riesgo», dice Fernández, que recuerda los consejos básicos para hacerse al camino: calzado y ropa adecuada, móvil, alimentos, no ir solo y comunicar la ruta a la familia. «Y, sobre todo, recordar que merece la pena quedarse en casa cuando las condiciones climatológicas no acompañan -apunta-, ya sea por niebla, nieve o hielo. El monte siempre está ahí y se puede ir al día siguiente».
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Cuestión aparte son las desapariciones de personas mayores, un fenómeno tristemente habitual y que engrosa también las estadísticas del grupo de montaña de la Ertzaintza. De hecho, dos de cada diez personas que se pierden en las zonas rurales vascas tienen más de 69 años y no casan con el perfil del aficionado que sale al monte a pasar el día, sino que en buena parte corresponde con el de personas que residen en esos entornos y que, por diversas causas, se desorientan y no saben regresar a casa. Enfermedades mentales, como el Alzheimer, están detrás de algunos de estos casos.
La Dirección vasca de Atención de Emergencias admite que le «preocupa» la proliferación de este tipo de desapariciones y asegura que ensaya ya con diferentes aparatos tecnológicos para intentar poner coto al fenómeno. «Hemos probado varios, pero no damos con el ideal», indica Fernández. «Hemos probado collares con alarma, algunos tipos de GPS... pero la cobertura en algunas zonas no es buena». «De todas formas -indica- vamos a seguir probando artilugios hasta dar con una buena solución».
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