Hoy es San Agujero Negro
El Piscolabis ·
Hay un universo perverso y está en nuestro ordenador. Y nos dominajon uriarte
Viernes, 30 de marzo 2018, 22:54
Se nos ha ido Stephen Hawkings sin responder al gran misterio. No me refiero a lo del Big Bang. Ni a la posibilidad de los universos paralelos. Ni siquiera al sueño de viajar en el tiempo o a la existencia de parientes de ET. Sino a otra pregunta aún más inquietante. La que recordamos hoy que es 'San agujero negro'. Si se fijan, más allá de las festividades religiosas propias de la semana, hay otra celebración marcada para este sábado. Por si no lo saben y todavía no han sacado las serpentinas y el confeti, hoy es 'El Día mundial de la copìa de seguridad'. Sí, existe. Y eso nos lleva a la pregunta que Hawkings no respondió. ¿A dónde va eso que mi ordenador decidió guardar antes de morir o de pillar un virus devastador?
El 66% de los usuarios de ordenadores reconocen haber perdido información y trabajos por no haberlos guardado en otro disco duro o donde recomienda la iglesia de la Informática. Que no será santa pero tiene muchos adeptos. Y pecadores. Un servidor, por ejemplo. Pertenezco a la generación que le dio a la máquina de escribir cuando empezaba a ganarse las alubias. Y que miró con escepticismo a las pantallas de letras verdes o amarillas que empezaban a invadir las mesas de las empresas. Esas que acabaron dominando la Tierra y los cielos. No olviden que ahora también poseen 'la nube'. Total que íbamos dejando la hoja y el papel de calco según nos sumergíamos en el mundo de la Informática. Y es cierto que nos avisaron de que era una dama juguetona. Tirando a puñetera, incluso. Pero jamás imaginamos que, en cuestión de segundos, aquello se apagara o hiciera un amago y desapareciera el trabajo de horas, días y, a veces, meses o años.
No hay escritor que no me haya confesado que en algún momento de su vida ha perdido media novela en ese agujero negro que hoy recordamos. No es el caso de, por ejemplo, Javier Marías, porque sigue escribiendo, si no recuerdo mal, a máquina. Algo que también hacen otros. Muchos por romanticismo. O por costumbre. Pero también hay quien lo hace porque tuvo una mala experiencia. Una maldita mañana se fue la luz y al volver descubrieron que el ordenador ya no guardaba lo escrito durante días. Podía ser cosa eléctrica o un mal golpe. Yo mismo, hace cosa de tres años, viví uno de esos momentos 'horribilis'. No fue un gran golpe. De hecho pareció tenue. Además iba protegido por un maletín acolchado. Pero algo sucedió y ya jamás volvió a despertar. Lo llevé a mil y un lugares. Empresas y tiendas en las que te prometían hacer todo lo humano e inhumano para recuperar el disco duro. Pero se ve que más que duro era cabezón. O torpe. Porque se negaba a volverse a abrir.-Si quiere podemos arreglarle el ordenador, pero lo que tenía ya lo ha perdido-te decía el técnico con cara de médico de urgencias con malas noticias. De hecho a veces también llevan bata. Creo que es para que el diagnóstico sea más creíble. Porque esa es otra. ¿Realmente no es posible?
Vemos por televisión y a diario, cómo la policía de turno requisa ordenadores buscando información. Y aparece un experto explicando que siempre queda algo de lo que guardaste. Que nunca logras borrarlo todo. Salvo que quemes el disco duro o lo aplaste una apisonadora. A lo que otro responde que no siempre es así. Y que depende del formato en que se guardó o lo dañado que esté el disco. Lo que te hace pensar en tu puñetero ordenador que tuvo un triste golpe, a veces ni eso, y ni la NASA lograría recuperar un triste documento Word, unas fotos familiares o el PDF de un contrato. Se ve que en esto también hay clases. Y los ciudadanos de a pie tenemos ordenadores vagos. O idiotas. Pero retienen menos en el disco duro que yo fórmulas matemáticas en la memoria.
Por no hablar de las 'micro pérdidas'. Dícese de esos momentos en que tienes el ordenador enchufado a la red, hay una bajada de tensión y pierdes todo lo que estabas escribiendo. Pongamos tres folios.-Es que tienes que ir guardando cada cierto tiempo-te recrimina el experto cuando le suplicas que saque como sea de ese agujero negro ese texto que no puedes o no tienes la paciencia o el tiempo necesario para volver a escribir-. Pero no hay nada que hacer. A veces le das a imprimir, se bloquea todo y ni imprimes ni guardas. No hace falta decir que los gritos e insultos a la pantalla se escuchan desde la Patagonia a Nueva Zelanda. Da igual. Ella ni se inmuta.
Llegados aquí vuelvo a abrir el libro de las confesiones para reconocer que solo aprendí a base de perder. Datos y paciencia. Así, sufrí pérdidas tan dramáticas como la de una novela a punto de terminar. Estoy convencido de que era mala. Horrible. Y el ordenador lo sabía. Por eso la hizo desaparecer. El resto de los documentos no se vieron alterados. Pero algo pasó con ese. Nunca logramos abrirlo. Documento dañado, decía el muy puñetero. Y ahí se quedó. En el agujero negro. Lo mismo que algún proyecto de programa para televisión y un buen puñado de ideas y datos para artículos futuros. Estoy convencido que fue él. El maldito ordenador. Con sus 'cookies' caprichosos que desean ser limpiados y sus CPU dispuestas a petar sin avisar. Están vivos. Que nadie lo dude. Deciden a su antojo qué guardan y qué no. Cierto que podríamos guardarlo en otro disco. Pero tampoco eso nos libra de la duda. ¿Y si él también decide hacer desaparecer mis tesoros? Es el precio de ser tecnológicos. Las máquinas deciden desde hace tiempo por nosotros. De momento son estas pequeñas travesuras. Pero al tiempo. Algo malo tendrá cuando tiene hasta su día en el calendario. El Día Mundial de la Copia de Seguridad. O lo que es lo mismo, el Día en que nos santiguamos por miedo al agujero negro.