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sara borondo
Lunes, 19 de agosto 2019, 00:43
Las cámaras digitales han cambiado radicalmente nuestra forma de capturar en fotografías el mundo que nos rodea y la realidad cotidiana. Los menores de 35 años no recuerdan ya los tiempos en que las cámaras tenían un carrete y el fotógrafo se aseguraba de tener un buen encuadre antes de disparar (porque el proceso de revelado e impresión de imágenes era costoso). Ahora todo está en formato digital, se toman varias imágenes de la misma escena para aumentar las posibilidades de que salga bien y cada vez se imprimen menos fotos. Pero hay una excepción: las cámaras instantáneas, que están poniéndose de moda otra vez tras un par de décadas en el olvido.
Los carretes tradicionales tenían en su interior un rollo de película que servían, habitualmente, para 12, 24 o 36 fotografías; en cada una se tomaba la imagen con la cámara y se avanzaba el rollo hasta llegar a una parte sin imagen impresa. Posteriormente el carrete, sellado herméticamente para no recibir luz del exterior, se llevaba a un laboratorio donde se realizaba el proceso de revelado y positivado de la imagen del negativo. Un proceso que tomaba bastantes minutos (lo más habitual era recoger las copias reveladas uno o dos días después).
En Estados Unidos las cámaras Polaroid fueron realmente populares en la segunda mitad del siglo XX, pero en Europa no llegaron a suponer un peligro para las tradicionales por su elevado coste y por el hecho de que no se podían sacar copias de la fotografía. A cambio, tenían en su favor que la imagen capturada se veía a los pocos instantes de tomar la fotografía; la cámara era capaz de revelar, positivar y fijar la imagen, que salía en un papel en el que iba apareciendo a ojos vista, con un marco blanco que era más grande en la parte inferior.
Estos carretes de Polaroid funcionaban como un pequeño laboratorio en el que el papel fotosensible se exponía a la luz al abrir el obturador y capturaba la imagen; antes de expulsar el papel por la abertura situada bajo el objetivo, unos rodillos extendían los productos para revelar la imagen, que aparecía poco a poco. En esos instantes iniciales era importante preservar la imagen de la luz y había que colocar la foto boca abajo hasta que terminase el proceso de revelado. En los primeros modelos había que separar la parte positiva del negativo.
El creador de la tecnología necesaria fue Edwin Land, el segundo científico (el primero fue Thomas Edison) con más patentes del mundo en las primeras décadas del s. XX, quien creó los laboratorios Land-Wheelwright en 1932 para comercializar el filtro polarizado para gafas de sol y cámaras fotográficas. En 1937 la empresa cambió el nombre a Polaroid, que en 1948 comercializó la primera cámara instantánea, la Land Camera Model 95. Ante las buenas ventas, Kodak lanzó sus propias cámaras, pero Polaroid lo demandó por infringir la patente. Más adelante Kodak volvió al mercado de las instantánteas con las cámaras Kodamatc, que no usaban espejo inversor y la exposición era desde la parte posterior. Otra empresa que forma parte de la historia de las fotografías instantáneas es Fuji, que comercializó carretes compatibles con Polaroid y usó la tecnología de Kodak como base para su película Instax a finales de los 90.
En 1963 Polaroid dio un paso más con Polacolor, la película con la que las fotografías que se tomaban eran en color. En los años 70 salió la primera cámara reflex con lentes plegables, SX-70, con un tamaño mucho más pequeño.
En aquellas décadas las cámaras Polaroid eran un regalo propio de bodas y comuniones, los fotógrafos profesionales las utilizaban, según explica el fotógrafo profesional Ricardo Marquerie: «cuando se hacía fotografía publicitaria, como no tenías manera de saber con una cámara de gran formato si lo que estabas haciendo era correcto o no, 'tirabas' una polaroid y te servía razonablemente bien que lo que ibas a disparar el película era correcto». También se usaba, por qué no, para presumir ante los demás de una situación o tener al instante un recuerdo de un momento especial en una suerte de Instagram del s. XX.
Algunos artistas destacados (sobre todo figuras del Pop Art) experimentaron artísticamente con las fotos Polaroid. Como David Hockey, que creó los 'joiners': usaba múltiples fotos tomadas con Polaroid para fragmentar una escena y reconstruirla desde distintas perspectivas. Por su parte, Andy Warhol fotografió con Polaroid a múltiples artistas de su época y Robert Mapplethorpe utilizó las polaroids como bosquejos (sus obras usando esta cámara están recogidas en el libro 'Robert Mapplethorpe: Polaroids').
Como a las cámaras fotográficas de rollo de película, la fotografía digital acabó con las instantáneas porque la imagen se veía al momento y se podían hacer cuantas imágenes hiciera falta sin ningún coste. A medida que las cámaras digitales iban mejorando la resolución de la imagen y las posibilidades a la hora de tomar fotografías (y las cámaras de los teléfonos móviles ganaban en calidad), fueron desapareciendo las tiendas de fotografía y los fabricantes de carretes cesaron su actividad para adaptarse a los nuevos tiempos.
Polaroid resistió hasta 2008, cuando cerró las fábricas de carretes para sus cámaras.
Pero no todo el mundo se conforma con tener los recuerdos visuales en formato digital: están resurgiendo las cámaras instantáneas con nuevos modelos, formatos y otra tecnología. Esto sucede, apunta Marquerie, por varios motivos. El primero es la necesidad de tener en las manos las imágenes que representan momentos clave en nuestra vida: «nos hace falta tocar las cosas, aquel sacar las cajas de zapatos y tocar las fotos del abuelo», dice, y añade que también hay gente que es consciente de que conservar las imágenes solo en formato digital aumenta el riesgo de perderlas cuando dentro de diez años cueste encontrar una imagen en un dispositivo en el que haya almacenada una gran cantidad de fotografías y vídeos.
«El hecho de tener una foto incluso aunque sea para pincharla en un corcho es lo que hace que la fotografía instantánea tenga éxito», considera Marquerie, quien añade que no ha encontrado en ningún sitio los datos de cuánto pueden durar estas nuevas fotos y cree que no tienen la calidad de las antiguas Polaroid, de la misma manera que las fotografías que se imprimen hoy día no tienen la misma duración que las que se revelaban en los laboratorios. «Las fotos de antes, si se guardaban adecuadamente, sin grandes cambios de temperatura y humedad, duraban cien años», apunta el fotógrafo. Lo que sí tienen en común las cámaras instantáneas actuales con las clásicas es el elevado precio del soporte. Nunca fue barato el papel de las Polaroid y ahora cada imagen puede costar fácilmente más de un euro.
¿A quién puede interesar recuperar las cámaras instantáneas? Marquerie apunta a los más jovenes, de forma que, como hace décadas, pueden convertirse en un clásico de las comuniones, pero también «para no perder el contacto con la fotografía, para que sientan la magia de ver aparecer una imagen»; así como para que los niños, hoy día acostumbrados a 'pinzar' imágenes con los dedos para agrandar o reducir una fotografía. «Así aprenderán a distinguir formatos». Luego está, obviamente, el factor nostálgico.
El interés renovado por este tipo de fotografías ha activado el mercado de segunda mano, sobre todo para los nostálgicos que comentaba Marquerie, aunque la mayoría de compradores se inclina por alguno de los modelos que han salido recientemente al mercado. Estos son algunos de ellos:
Está disponible en colores pastel. Tiene espejo para selfies y lente macro. Con cinco modos de exposición, incluyendo uno 'high-key' especial para retratos. Con dial de ajuste de brillo y medición automática de la exposición para los ajustes de apertura. Utiliza película Instax Mini. El formato de las fotos es 46x62 mm. Es uno de los modelos más analógicos y sencillos de usar, a la antigua usanza. Funciona con pilas.
Con flash integrado y pantalla LCD. Utiliza película Fujifilm Instant Color Film Instax Wide. El tamaño de la imagen es de los más grandes que hay actualmente en fotografía instantánea: 62x99 mm. Pesa 612 g. Funciona con pilas. Distancia focal de 95 mm. e incluye un adaptador para macro. Es una cámara analógica pensada para revivir la fotografía de otra época ya que no es posible revisar la imagen.
Cámara de 10 megapíxeles. Imprime fotos de 5x7,6 cm (el tamaño de una tarjeta de crédito), aunque la imagen se puede enviar al smartphone o tablet para verlas y editarlas. De diseño pequeño y con un visor LCD de 1,7 pulgadas. Con enfoque y exposición automaticos, balance de blancos y corrección gamma. Kodak Mini Shot utiliza la tecnología de impresión '4Pass de sublimación de tinta' y emplea cartuchos 'Mc impresión fotográfica mini'.
Resolución de 10 megapíxeles para imprimir en color o blanco y negro directamente desde la cámara. Las imágenes resultantes miden 5,1x7.6 cm. Está a la venta en dos colores: amarillo o gris. Con flash incorporado y conexión USB. Utiliza papel fotográfico Kodak Zink.
Pesa 305 gramos. Con espejo para hacerse selfies y pantalla táctil LCD. Integra seis funciones especiales: selfie, fiesta, deporte, macro, doble exposición y larga exposición. Flash incoporado y temporizador automático, con un enfoque rápido y sencillo. El área de la imagen es de 62x46 mm. Utiliza papeles Leica y 'Fujifilm Instant Mini Brillo'.
Para los amantes de la lomografía, movimiento que comprende imágenes muy contrastadas y con un enfoque suavizado, que tratan de capturar imágenes cotidianas casi sin pensar. Con dos modos de disparo creativo y uno automático, lentes intercambiables y posibilidad de largas exposiciones y exposiciones múltiples. Funciona con pilas y no con batería. Utiliza el carrete 'Instax Mini'.
Inspirada en la cámara OneStep de 1977. Con temporizador automático y flash integrado. Utiliza Películas Polaroid 600 y Polaroid i-Type. Su objetivo en policarbonato tiene una distancia focal de 106 mm; pesa 440 gramos sin carrete y se vende en dos colores.
Compatcta y con pantalla táctil de 13 pulgadas. La Polaroid Snap Touch tiene 13 megapíxeles y también puede grabar vídeo Full HD. Las imágenes se pueden imprimir o enviar al móvil mediante Bluetooth para editarlas. Imprime fotos de 5x7,6 cm con la tecnología de impresión sin tinta Zink. Cuenta con temporizador y espejo para selfies; modo de disparo en color, blanco y negro y vintage; y ranura para tarjetas microSD. Utiliza papel Zink.
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