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Tragedia en la minería asturiana: «¡No puedo seguir! Me quiero morir con él»
Los familiares de los mineros cargan contra la empresa: «No ha garantizado la seguridad»
Soraya Pérez
Martes, 1 de abril 2025, 06:54
David Álvarez Nuñez, oriundo de Torre del Bierzo, en León, tenía sólo 33 años, y aunque toda su vida había trabajado en la construcción, en ... enero decidió darle un vuelco a su historia y seguir su pasión: ser minero como lo era su padre. Lamentablemente ayer, ese sueño se vio truncado para siempre. David fue uno de los cinco mineros fallecidos en la mina de Cerredo, en Degaña. Su hermano, que apenas podía articular las palabras, contaba cómo David había apostado por cambiar de oficio. «Él había decidido seguir los pasos de mi padre, era su sueño. Aunque toda la vida se había dedicado a la construcción, lo abandonó para empezar en esta empresa, y lo hizo con una ilusión enorme, nadie se podía imaginar esto», explicaba sin querer dar a conocer su nombre.
Roto de dolor confesó que se había enterado del accidente «por la Prensa» y lo primero que hizo fue salir a toda prisa hacia el Hospital de Ponferrada. Al preguntar por su hermano a los sanitarios, la primera respuesta que recibió fue un intento de tranquilizarle: «Sí, sí, no te preocupes que él está bien, estate tranquilo que él esta aquí».
Poco después se enteró de que su hermano había perdido la vida dentro de la mina. «Lo peor es que nos hemos enterado por la Prensa. Lo hemos visto y hemos venido para acá corriendo, pero aún nadie de la empresa se ha dignado a informarnos sobre nada», reprochó. Entre sollozos, relataba cómo su padre había sido minero y que siempre trató de quitarle de la cabeza a su hermano la idea de seguir sus pasos. Indignado, acusaba directamente a la empresa del siniestro: «Esto es negligencia de la empresa».
Cerca de él, estaban también los familiares de los otros cuatro fallecidos: Jorge Carro, de Sosas de Laciana; Rubén Soto Robla, de Caboalles de Abajo y primo de Jorge; Amadeo Bernabé, de Castelar de Villaseca; e Iván Radío, oriundo de Orallo. Esperaban desconsolados en la entrada de la mina, para poder identificar los cuerpos.
José Antonio Álvarez, conocido por todos en Cerredo como 'Toño' tiene lazos familiares con Jorge Carro, que acababa de ser padre de un bebé: «No hay derecho, antes las empresas garantizaban la seguridad de los trabajadores, pero cada vez lo hacen menos», censuró.
Lo que más lamenta es la juventud que le quedaba por delante a Jorge Carro. «Era un chaval con sueños, con futuro, muy trabajador», indica Toño Álvarez, que también es minero prejubilado y trabajó en la misma mina donde perdió la vida su pariente. «Estuve 32 años trabajando aquí, la conozco como si fuese el salón de mi casa, y antes las cosas no eran así», explicaba. Mientras Toño hablaba, los gritos ensordecedores de una de las viudas de los otros tres fallecidos no dejaban a nadie indiferente: «¿Por qué? ¿Por qué no me dijiste ayer que era el último día?», y de seguido: «¡No puedo! ¡Me quiero morir con él!», gritaba. «¿Dónde está la empresa responsable?», se preguntaba también otra viuda justo antes de tener que recibir asistencia médica. Fueron escenas difíciles de digerir por todos los presentes. El dolor nunca se sintió tan fuerte en Cerredo.
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