Una pose de hombre conciliador pese a la infidelidad de su esposa

Pedro Nieva habló durante más una hora, de forma pausada y midiendo sus palabras. Hizo hincapié en su carácter dialogante, tanto con su mujer tras conocer que le era infiel, como también con Javier Ardines, con quien mantuvo una conversación, «normal, sin amenazas», para abordar el tema que le preocupaba, «pero no me obsesionaba».

Escuchándolo atentas entre el público estaban un día más sus dos hermanas. A una de ellas se refirió cuando relató que había buscado «apoyo moral» tras escuchar la grabación entre su mujer y Javier Ardines en los que se ponía de manifiesto una relación íntima de ellos. «Se lo conté a mi hermana y también a varios amigos las semanas posteriores», dijo.

Declaró sin mascarilla y sin las esposas con las que permanece en el juicio y que únicamente le fueron retiradas para que pudiese estar más cómodo a la hora de hablar. De hecho, gesticuló todo el tiempo, tocándose las rodillas, haciendo énfasis en sus palabras y cruzando los brazos por momentos. Se le vio tranquilo y confiado y con ganas de hacer ver a los miembros del jurado popular que pese a saber que su mujer le era infiel, mantuvo la calma y no perdió los nervios, en contra de lo que mantienen las acusaciones. Negó también que tuviera dudas sobre la paternidad de su hijo pequeño. «Es mentira, no tengo duda, no busqué por internet test de paternidad, no tengo duda», aseguró.

Precisamente, sus dos hijos y su esposa -mantiene con ella el vínculo matrimonial y se reúnen a menudo en la cárcel- están citados a declarar en calidad de testigos el 15 de noviembre. El viernes 12 testificarán la viuda de Ardines, Nuria, y sus dos hijos.