

Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Macarena Tejada
Miércoles, 4 de diciembre 2024, 09:00
Hace dos semanas que la pequeña Ágata Zanabria, de trece meses, volvió a nacer. Fue el 19 de noviembre y, desde entonces, cuenta con su ... particular ángel de la guarda, Alejandro Guardado, un policía nacional destinado en Irun. Eran algo más de las 17.00 horas cuando la niña se encontraba jugando con su madre, Nelly Zanabria, en un parque cercano a la comisaría, en las inmediaciones del paseo de Colón. «De repente», Ágata «se quedó parada, no se movía». Fue «un momento de 'shock'» para Nelly, que se puso a gritar y pedir ayuda «sin saber qué hacer. Solo decía que no respiraba», recuerda ahora, ya «más tranquila», después de que su hija se haya recuperado y se encuentre «perfectamente». Entre ese caos apareció Alejandro, tras recibir el aviso de un viandante que pidió auxilio de forma urgente en la comisaría porque una bebé estaba «casi muerta». Los compañeros de Alejandro llamaron al 112 y, mientras tanto, él acudió al rescate. Le salvó la vida.
Se vivieron instantes de «verdadera angustia». Alejandro, que este pasado domingo se volvió a reunir con Nelly y Ágata, con las que ha creado ya una relación «especial», actuó sin pensarlo. Nada más llegar al parque se encontró con la niña, que estaba de color «morado», y que además tenía «la cabeza descolgada. La madre decía que no respiraba» y carecía de signos vitales. Alejandro intentó ver «si tenía pulso» y decidió «trasladarla a comisaría por si tenía que hacer alguna maniobra de reanimación por parada cardiorespiratoria», explica el policía nacional a este periódico. En las comisarías suele haber un desfibrilador y le pareció oportuno tener uno cerca por si hubiera sido necesario utilizarlo. Sabía lo que hacía. Alejandro ya había salvado la vida a un hombre que sufría un infarto en Gijón en verano de 2023.
De camino, fue «dándole pequeños golpes escapulatorios por si se trataba de un atragantamiento», pero no obtuvo respuesta alguna de la menor. Fue unos segundos después, mientras la sujetaba con la mano «en posición de seguridad», cuando percibió «un ligero movimiento» de la niña. Le empezó a «pellizcar, sus ojos se movían», y recuperó el conocimiento.
Las maniobras de reanimación cardiopulmonar lograron mantenerla con vida hasta la llegada de un vehículo sanitario medicalizado a bordo del cual fue trasladada al Hospital Donostia. Todavía no saben qué es lo que le ocurrió, pero tanto Alejandro como los profesionales de Osakidetza, donde estuvo ingresada las veinticuatro horas posteriores, creen que pudo ser «un desmayo».
Fueron momentos «muy tensos» tanto para Alejandro como para Nelly. La vida de Ágata corría peligro. Era cuestión de segundos y el policía nacional actuó «lo más rápido posible», salvándole de la muerte. Él era el responsable de sacar adelante a esa niña, que no podía respirar y parecía estar fallecida. «Es muy difícil porque yo era la esperanza de esa madre tan angustiada, y de su hija, tan pequeña», reconoce Alejandro, que «nunca» va a olvidar esta actuación. Es más, dice, «este tipo de actuaciones son mejores que cualquier detención que podamos hacer». La «satisfacción» de salvar la vida a alguien, y en este caso a una bebé de trece meses, no se la quita nadie.
Aunque hayan pasado dos semanas desde que ocurrieron los hechos, ha mantenido «un contacto continuo» con Nelly, porque «esto no se olvida. No se trata solo de ayudar y si te he visto no me acuerdo. Se te queda marcado y saber que Ágata está bien me da tranquilidad», insiste desde la comisaría de la Policía Nacional en Irun, donde el domingo quedó con Nelly para volver a ver a la niña. «Me emocioné cuando me reencontré con ella. Ya no estaba morada, ni blanca como después de que recuperara el conocimiento. Se encontraba muy bien y eso me alegra», admite, aún emocionado por la consecuencia de su labor de rescate. Porque «aunque los policías no somos médicos, sí recibimos formación en primeros auxilios para casos como este». Ycuando se pone en práctica, con un final feliz, «es muy emotivo».
Nelly está de acuerdo con Alejandro, a quien le «agradece en el alma» su labor. No sabe qué habría sido de Ágata si él no hubiera aparecido. «Me quedé en 'shock', no sabía reaccionar. Pero era un momento en el que los niños acababan de salir del colegio y el parque estaba lleno. Había mucha gente que me ayudó y que fue a pedir ayuda. Mi hija no se movía y no sabía qué hacer», insiste. «Afortunadamente, apareció Alejandro y le salvó la vida. Yo le entregué a Ágata para que hiciera lo que considerara oportuno». Y así fue. Después, ella misma tuvo que ser atendida por miembros de la Policía Nacional por estar viviendo un episodio grave de ansiedad. Los agentes lograron tranquilizarla y posteriormente pudo desplazarse al centro hospitalario en el que se encontraba su hija.
«Fue un gran susto», pero se ha quedado en una anécdota más. Ágata está ya «súper bien» y transcurridos unos días Nelly se acercó con la niña a dependencias policiales para agradecer a Alejandro su trabajo y quiso plasmar su gratitud en el libro de quejas, sugerencias y felicitaciones. No cabe duda, desde hace dos semanas, Ágata tiene un ángel de la guarda llamado Alejandro.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
La NASA premia a una cántabra por su espectacular fotografía de la Luna
El Diario Montañés
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.