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Lucinda recibe la vacuna contra el Covid. Borja Agudo
Vacunación en Bizkaia

«No me ha dolido y es por mi bien y el de mi familia»

Lucinda Solana, vecina de 101 años de Erandio, recibe la primera dosis de la vacuna de Pfizer

Jueves, 25 de febrero 2021, 00:23

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Sobrevivió al tifus, al hambre de la guerra, a los bombardeos de la Legión Cóndor durante una contienda que la obligó a exiliarse en Francia y al azote de esta pandemia del siglo XXI. Y ha recibido este miércoles con ilusión el primer pinchazo de la vacuna de Pfizer, el remedio contra el virus que tiene al mundo en vilo. Lucinda Solana, una vecina de Erandio de 101 años, fue una de las primeras centenarias de Euskadi en recibir la profilaxis en el recinto ferial de Mungia, a 21,5 kilómetros del piso en el que reside en el barrio de Altzaga, al que ella todavía llama Desierto, donde nació el 23 de diciembre de 1919 y el lugar en el que siempre dice que quiere morir.

Lucinda lo pasó muy mal a los diez años, cuando estuvo meses encamada en una habitación compartida del área de infecciosos de Basurto por culpa del tifus y donde sufrió una embolia pulmonar. Entonces se practicaba una medicina más básica. Las visitas estaban prohibidas y recuerda con mucha nitidez esas fiebres delirantes y los cánticos de las monjas que se paseaban por el cuarto, y que todavía entona con sarcasmo cuando se la pregunta por aquellos tiempos. Pensaron que no lo superaría y le dieron la extremaunción. El Covid-19, la han contado, se parece mucho a todo aquello.

Borja Agudo

A las 11.30 horas del miércoles, Lucinda abandonó su portal de Erandio entre aplausos y abrazos de vecinos y familiares. Pisó por primera vez la calle en mucho tiempo -unos tres años-, con ayuda de su inseparable bastón, de Margot, la chica y vecina que la cuida, y la hija de su sobrina, Aintzane Orbea, para ponerse la vacuna. Funcionarios de Osakidetza quedaron el lunes en citarla la semana que viene, pero el martes adelantaron la inoculación al miércoles. «¿Miedo? No me da miedo el pinchazo. ¡Uy, con todo lo que he pasado..., si tuve hasta una embolia pulmonar!», decía, aunque sí reconocía estar «algo nerviosa».

Miedo era otra cosa. Miedo era aquello que la paralizaba de muy joven, cuando los vuelos de la muerte escupían esas bombas que mataron a 31 vecinos de su pueblo y que la obligaban a correr hasta el refugio de Lutxana o a tirarse al suelo, los oídos tapados con las manos. A apretar los dientes, esperando a que todo pasara pronto. La guerra la empujó en un barco a otro país desconocido, sin saber cuándo podría volver a Erandio. Ahora, 84 años después de los ataques de la Legión Cóndor en su barrio, arranca para ella el principio del fin de otra batalla.

«Me vacuno por mi bien, por el de la familia y por el bien de la que me atiende, porque así yo no me contagio ni les puedo contagiar. Y ellos son lo único que me queda». Sí, un remedio siempre es una buena noticia. «Estamos contentas. Que la vacuna vaya luego para amama, para ama y así sucesivamente», deseaban Aintzane e Iraide, la hija mayor de esta, que acompañada por su bebé, Peru, fue a buscarlas con su coche para traslasdarlas al punto de vacunación. Juntas, despacito, tomaron la carretera de la ría, giraron hacia el corredor del Txorierri y enfilaron el ambulatorio de Mungia unos 20 minutos después. Fue un visto y no visto. Sobre las 12.06 horas, antes de la cita, programada para las 12.30, Lucinda recibía la vacuna sin bajarse del vehículo. Después, la pidieron que se mantuviera unos quince minutos en las cercanías, por si presentaba efectos adversos. Por precaución.

Borja Agudo

«No me ha dolido; me he vacunado siempre de la gripe, así que tengo costumbre. Me encuentro bien, a Dios gracias». Durante la espera, Lucinda, a quien su familia describe como una mujer muy avanzada para su época que nunca quiso casarse porque no hubiera soportado perder su independencia, porque en aquellos tiempos era más difícil no ser dócil, repasaba anécdotas y viajes que la marcaron. Y de su mirada aún brotaban chispas.

Segunda dosis

«Conocí parte de Francia, las ciudades de París, Barcelona, Mallorca... Nunca estuve en Ibiza, eso sí. Pero sí en muchos otros lugares», relataba. Antes de marcharse, los sanitarios le advirtieron de que podría presentar dolor local. En ese caso, habría que poner frío en la zona. «Igual que con la vacuna de la gripe», resumió Aintzane, que fue enfermera de profesión. Lucinda pasó la tarde sin mostrar ningún efecto secundario y recibirá el 17 de marzo la segunda dosis de Pfizer. Estará completamente inmunizada al de unos días. Otra efeméride.

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