«Si uno leyese el prospecto de la aspirina, la mitad no se la tomaría»

– El problema es el ritmo.

– Y tanto bombardeo de información: que si efectos secundarios, que si por debajo o por encima de 60 años... No hay medicación que no tenga efectos adversos. Hay que poner en una balanza los beneficios y los riesgos y de esos riesgos cuáles son controlables y conocidos. Hay un riesgo pequeño, pero es potencialmente controlable. Hay que vacunar a todo el mundo.

– ¿Qué le parecen las idas y venidas con AstraZeneca y con Janssen? ¿Genera desconcierto en la población?

– Totalmente. Pero si uno leyese el prospecto de la aspirina, el 50% no se lo tomaría. Hay que pensar en las vidas salvadas.

– ¿Cómo se ha traducido el efecto de la vacunación en los hospitales? ¿Han caído en picado las bajas de profesionales? ¿Y los brotes intra-hospitalarios?

– Es un antes y un después. El 98% de los sanitarios está vacunado. Después de la inmunización, sigue habiendo casos positivos, pero la mayoría asintomáticos. Se detectan por rastreo de un contacto positivo próximo.

– ¿Tendremos verano?

– Será un verano complejo. Entiendo al lehendakari cuando dice que va a ser diferente. El problema es que volver a la situación del verano pasado, tras la primera ola, es difícil. Había algo de presión, pero muy baja. Ahora vamos con retraso. Hay muchas incógnitas todavía por despejar porque no sabemos si va a haber un cambio de cepa, por ejemplo. Nos va a costar. Pero espero que el verano tenga un mínimo de convivencia, lógicamente con restricciones.