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Dormir menos
Salud

Cuando el insomnio está provocado por pequeños ictus imperceptibles

Pequeños infartos cerebrales que pasan desapercibidos para el afectado acaban generando problemas de sueño que propician la aparición de problemas cerebrovasculares de gravedad, dice un estudio

Jueves, 12 de septiembre 2024, 18:48

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Las causas que pueden impedir un sueño reparador crecen día a día. Un derrame cerebral, aunque no dé sintomas –los llaman microictus– puede alterar el organismo hasta el punto de fracturar el descanso nocturno. Una investigación avalada por la Academia Estadounidense de Neurología revela que las personas que han sufrido un accidente cerebrovascular tienen más probabilidades de dormir muy poco o de hacerlo de forma exagerada frente a las que nunca lo han padecido. El trabajo no establece que exista una relación directa entre ambos fenómenos, pero sí una «clara asociación», como los neurólogos venían sospechando desde hace tiempo.

«Estábamos convencidos de que dormir menos de seis horas o de una duración excesiva mantenida de forma crónica perjudicaba la salud cerebral. Nos faltaban las pruebas para confirmarlo y ahora las tenemos», valora la especialista Ana Fernández Arcos, coordinadora del Grupo de Estudio del Sueño de la Sociedad Española de Neurología (SEN). Un sueño irregular, por exceso o por defecto, genera. Según detalla la experta, un incremento de la actividad del sistema simpático, responsable de la gestión de la frecuencia cardiaca, las contracciones de los músculos y el buen funcionamiento del sistema respiratorio.

Por dormir poco o demasiado

Si este mecanismo falla, caen en cadena la frecuencia respiratoria, la cardiaca y la temperatura corporal; y se producen, además, alteraciones hormonales a nivel cerebral. «El riesgo de un infarto cardiaco o un ictus parece por tanto evidente», destaca la neuróloga del Centro Integral de Sueño y Neurociencias (Cisne) de Barcelona. El trabajo dado a conocer hoy se publica en la revista 'Neurology', de referencia para la especialidad, y es el resultado del análisis de los datos obtenidos con casi 40.000 voluntarios, 1.572 habían sufrido un ictus y otros 37.987, no.

«Sabemos que un sueño anormalmente largo o corto después de un accidente cerebrovascular puede afectar a la recuperación del paciente y deteriorar su calidad de vida», explicó la autora del trabajo, Sara Hassani, neuróloga de la Facultad de Medicina de Duke, en Carolina del Norte. «Estos resultados deberían impulsarnos a detectar estos problemas y analizar cómo podemos ayudar a las personas a mejorar sus hábitos de sueño», subrayó.

La Sociedad Española de Neurología advierte de que dormir menos de seis horas diarias resulta tan arriesgado como hacerlo más de ocho

Los voluntarios que participaron en el ensayo fueron seguidos durante varios años. Cada dos se les preguntaba cuánto dormían habitualmente por la noche tanto los días laborables como el fin de semana. La duración del sueño se dividió en tres categorías. Corto para los que durmieran menos de seis horas; normal, de seis a ocho; y largo si fueron aún más.

Como si lo hubiese sufrido

La duración normal del sueño resultó menos común en las personas que habían sufrido un accidente cerebrovascular en todos los grupos de edad. Un 32% frente a un 54% entre los voluntarios de 18 a 44 años; una diferencia de 47% a 55% entre los que tenían de 45 a 65; y 45% frente a 54% entre los mayores de esa última edad. Investigaciones anteriores habían puesto de manifiesto la relación directa que existe entre quienes padecen apnea del sueño (ronquidos patológicos) y el ictus. Pero faltaba evidencia científica que ligara el infarto cerebral con quienes sufren otras patologías del sueño, como insomnio o somnolencia.

A tenor de los datos conocidos, la especialista catalana tampoco descarta que muchos problemas de descanso nocturno estén relacionados con microictus. Son pequeños infartos o derrames cerebrales de una magnitud tan minúscula que no generan graves problemas o síntomas que informen de ellos. Suelen descubrirse mediante técnicas de imagen, con frecuencia en pacientes afectados -aunque no solo-; y alertan del riesgo real de sufrir una complicación más grave. «Son indicativo de una mayor de probabilidad de enfermedad cerebrovascular y obligan al paciente a cuidarse del mismo modo que un afectado, controlando sus niveles de azúcar, colesterol y presión arterial».

Para una vida larga y saludable, dieta, ejercicio y sueño

Los médicos inciden cada vez más en la necesidad de cuidar tres aspectos de la vida que son fundamentales para gozar de una buena salud. La receta tradicional para aspirar a una existencia larga y plena ha pasado por el mantenimiento de una dieta sana y la realización de ejercicio físico de forma periódica. La tríada se completa ahora con la necesidad de dormir de una forma adecuada. Un sueño reparador garantiza el buen funcionamiento de todos los sistemas y mecanismos del cuerpo humano.

Cada noche, sin embargo, muchas personas, muchísimas, ponen todo su empeño en lograr un sueño confortable y no lo consiguen. Intentan hacer todo lo recomendado para abrazarse a Morfeo y fracasan una y otra vez. «No siempre el insomnio va ligado a un sueño insuficiente», detalla la neuróloga Ana Fernández Arcos. «Hay personas que pernoctan siete horas, pero les cuesta dormirse y luego tienen un sueño ligero, que les resulta insuficiente», detalla la experta de la SEN. El consejo médico, aún así, pasa por intentar alcanzar un sueño regular mediante el mantenimiento de hábitos saludables. Es conveniente cenar temprano y evitar el consumo de tóxicos que alteran el descanso, como tabaco y alcohol. Siga un ritual higiénico y dietético que le incite al sueño. Vaya al baño, cepíllese la boca, dese las cremas que considere y acuéstese para intentar dormir, no para analizar los problemas del día. Búsquese para eso otro tiempo del día. Procure que las condiciones ambientales de luz y silencio sean las adecuadas. Dormir es salud.

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