Euskadi prepara el terreno para confinamientos y toques de queda ante el avance del virus
Urkullu quiere tener las manos libres para actuar «con la máxima celeridad posible» en función de cómo avance la pandemia
Iñigo Urkullu no tenía otra opción que hacer lo que ha hecho: llamar a Pedro Sánchez y pedirle que decrete el estado de alarma. Sólo ... así, bajo esa figura, tendrá las manos libres para limitar el derecho de reunión, establecer toques de queda y confinar ciudades o la comunidad entera. Medidas contundentes. Pero que en el peor de los casos -que parece el más próximo- serán necesarias para cortar el avance implacable del coronavirus. De hecho, el jefe del Ejecutivo vasco se refirió ayer a ellas sin tapujos.
El tono grave que el lehendakari imprimió a su intervención para explicar los motivos por los que había dado ese paso estaba muy justificado: ayer se volvió a batir otro récord de contagios en Euskadi, con 1.207 nuevos infectados. Ese es el gran riesgo. Y más ahora, en esta época del año en la que el Covid-19 convive con la gripe, los catarros. Y además nos acercamos al periodo navideño, cuando las relaciones sociales se disparan.
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Ahora lo fundamental es saber cuando se activará el estado de alarma y para qué. Ambas cuestiones están en el aire. Urkullu reveló que Pedro Sánchez «agradeció» su petición y dijo que «la iba a estudiar con preocupación». Pero, ¿cuándo tendremos las herramientas para luchar en condiciones, con contundencia, contra el virus? «Mi deseo es poder actuar con la mayor celeridad y diligencia posible», dijo el lehendakari. Para eso hará falta que el Consejo de Ministros impulse el estado de alarma. Fuentes de La Moncloa apuntaron que, en principio, no se espera a corto plazo un consejo extraordinario -antes del ordinario de los martes-, ya que el presidente está hoy en Roma reuniéndose con el Papa y el lunes es la Conferencia de Presidentes junto a Ursula von der Leyen, la presidenta de la Comisión Europa. Pero ayer a última hora ya había rumores de que podría convocarse uno de urgencia este fin de semana. Quizás telemático. Quizás presidido por la vicepresidenta Carmen Calvo.
Diligencia a veces
No debería sorprender una actuación diligente ante las urgencias manifestadas por las diferentes autonomías y el reconocimiento de Sánchez de que las cosas no van bien. Pero tampoco sorprendería lo contrario a la vista del proceder durante toda esta crisis. Por ejemplo, teniendo en cuenta que, aún sabiendo todo el mundo que los contagios tarde o temprano se iban a disparar, las administraciones no hayan afinado en los meses menos convulsos todos estos mecanismos legales para poder actuar con agilidad cuando viniesen mal dadas. Si se hubiese hecho eso quizás ahora no estaríamos sufriendo todas estas dilaciones provocadas por complicaciones jurídicas cuyo impacto negativo en la evolución de la pandemia nunca se conocerá.
Pero la situación es la que es, y ahora la cuestión pasa por saber qué hará Euskadi cuando el estado de alarma esté activo. Pues bien, algunas de las recomendaciones que incluyen las dos órdenes que entraron en vigor a medianoche «se pueden convertir en prohibiciones», dijo Urkullu, en referencia a evitar las reuniones de más de seis personas. Es la medida esencial en la que pensaba la consejería de Salud. Pero tras el fallo del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (TSJPV) se quedó en mera recomendación. También es posible que el confinamiento voluntario que se pide en los municipios más afectados por la pandemia pase a ser forzoso.
Además, el lehendakari avanzó otras medidas como la «limitación de la actividad nocturna; no me gusta llamarle toque de queda». Y los confinamientos perimetrales de territorios o incluso la comunidad entera. «Lo iremos viendo en función de la incidencia de la pandemia».
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