Decálogo urgente para una rara Navidad

No es casualidad el número 6. De una botella de vino o de champán se sacan seis copas. Es la medida. Sorprende que Urkullu, que es abstemio, se haya dado cuenta.

En Madrid, apuestan por 10 comensales. Si son 9 en su casa, se pueden empadronar allí hasta el 7 de enero. Eso, o buscar una tía en Móstoles.

Si tiene cinco hijos y ustedes son dos, uno de los adultos se va al felpudo. Se siente. Más tele y menos edredoning, que luego pasa lo que pasa.

Para dar ejemplo, este año el Nacimiento estará compuesto por niño Jesús, la Virgen María, San José y los tres Reyes Magos. Hasta el 5 de enero pueden sustituir a sus majestades por Olentzero, Ángel anunciador y una pastorcilla elegida a sorteo. Mula y buey son consideradas mascotas, por lo que pueden estar. El Belén, aireado cada veinte minutos..

Si algún niño es hiperactivo podrán ser siete en la mesa, porque no va a estar un segundo sentado.

Este año no se enfadará por no recordar cómo se ampliaba la mesa o se le añadía una tabla.

Dice la Ertzaintza que no vale poner al abuelo en la mesa de los niños para hacer hueco.

Durante este mes de diciembre se harán comidas eliminatorias con grupos de seis familiares. La semifinal se celebrará el 21, que es un día tonto, y la final el 22. Descanso el 23. Los ganadores se juntan el 24 y los segundos en Navidad.

Lo mismo que en la Champions pero en Nochevieja y Año Nuevo. El resto puede comer las sobras el día de Reyes.

Si un cuñado o cuñada se queja del marisco o de que hay pocas croquetas será expulsado de inmediato y no vendrá en la siguiente cita. El lugar lo ocupará otro familiar que esté de reserva.

Como no vendrán visitas, se puede cenar en la salita y con la vajilla barata.

Atendiendo al punto anterior, el chaval del macuto que vuelve a casa por navidad se queda fuera. Alguien debería avisarle que la mili se acabó.

En las cenas de trabajo o de amigos podrán evitar al plasta que se pega todos los años. Pero tampoco lo aseguramos. Los hay muy intensos.

Los otxotes, hasta nueva orden, serán sextetos. Los sobrantes pueden crear un dúo tipo Pimpinela.

Por aquello de los aerosoles, no se cantarán villancicos. Salvo que sea bajito o tarareando y con la boca cerrada. Algún vecino lo agradecerá.

Como hay toque de queda, se quedan todos a dormir. Es la Navidad de la cama hinchable o de comprar un sofá cama.

Llevamos meses quejándonos de lo incómodo de la mascarilla, pero ya verán como esa misma gente pela y se come los langostinos, subiéndose y bajándose la mascarilla a la velocidad del rayo.

Si todos los años tienen que explicarnos cómo van las campanadas para comer las uvas, no quiero imaginarme con la mascarilla. Si llegamos a cinco vamos bien. Ojo con no quitársela al comer la uva, porque puede salir rebotada y dar en un ojo al de enfrente.

Este año algunos preferirán que les paren en un control de alcoholemia que en el portal de casa con la familia.

Por una vez, las serpentinas, matasuegras y tontunas que salen del cohete para los niños, tendrán utilidad. Eso, y lo que tengan para beber en casa, va a ser el único cotillón posible.

A la 1:00, como muy tarde, todos a casa. Lo justo para unos brindis y perder el zapato. Bueno, siempre quedará ir a casa de Ayuso, presidenta madrileña, que a este paso monta en su casa una fiesta de pijamas.

El chocolate con churros a las 12:30. En media hora hay que cumplir con la tradición.

Sí, chavales. El 1 de enero hay vida antes de la hora de comer. Y una cosa que se llama Concierto de Año Nuevo. Creo que en La 2 siguen dando saltos de esquí desde pueblos raros como 'Junjentulsen'.

Como hay que terminar a la 1:00, las discusiones familiares solo podrán durar 5 minutos por tema. Canarias puede alargarlo una hora. Otra opción, para amargados expansivos, es empezar a cenar a las siete y así da tiempo a enfadarse.

Nada de aglomeraciones en la puerta de una administración bebiendo cava. Solo la dueña o dueño, su pareja, el vecino que abre la botella, el cámara de la tele y el tonto que no le ha tocado pero se pone detrás y saluda porque quiere salir por la tele.

No nos olvidamos de quienes odian la Navidad y juntarse con la familia. Están de enhorabuena. Este es su año. Más que nunca, felicidades.

Espero que este decálogo les sirva de algo. De las liturgias para despedir el año hablaremos otro día. De momento, vayan ensayando el corte de mangas.