El «rayo luminoso» de Juan
Un joven de 17 años vio desde Madrid en 1886 la tercera erupción solar de la Historia. Ahora entra con honores en los libros de astronomía
El Sol lanzó el 10 de septiembre de 1886 un potente «rayo» blanco. Y Juan Valderrama, un joven canario de 17 años, lo vio desde ... Madrid con su pequeño telescopio de aficionado. «En la región oriental del hemisferio austral se ha formado súbitamente de ayer a hoy una enorme mancha (solar) muy bella, está muy alargada por su proximidad al borde...», anotó en su cuaderno de observación. «Sobre la penumbra de la mancha», añadió, había «un objeto muy brillante» de cuya «parte oriental partía un largo rayo luminoso». 131 años después de esa observación, Valderrama ha entrado con honores en la historia de la astronomía.
«Es la tercera llamarada solar de la que hay registros después de la que provocó el ‘evento Carrington’ en 1959 y de la de 1872», explica José Manuel Vaquero, astrofísico de la Universidad de Extremadura y uno de los autores del descubrimiento, que se publica en la revista ‘Solar Physics’. Una fulguración o llamarada solar es una corta e intensa emisión de energía que puede abarcar todos los campos del espectro electromagnético. Si apunta hacia la Tierra, las partículas cargadas eléctricamente chocarán contra nuestro planeta provocando auroras polares y, dependiendo de la intensidad de la erupción, problemas en los sistemas de comunicaciones y las redes eléctricas. El ‘evento Carrington’ fue una tormenta solar -así se llama el fenómeno- que hizo que se vieran auroras hasta en Colombia y cortó el telégrafo en Norteamérica y Europa. En 1989 una dejó a oscuras a seis millones de canadienses durante nueve horas y en 1967 otra bloqueó los sistemas de radar y de comunicaciones de EE UU en lo que los militares interpretaron como el inicio de un ataque nuclear soviético a gran escala al que estuvieron a punto de responder.
Valderrama fue director del observatorio meteorológico de Santa Cruz de Tenerife -su ciudad natal- hasta su muerte en 1912. Manuel Vázquez y Jorge Sánchez, del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), se documentaban para su biografía cuando le preguntaron a Vaquero si tenía algo sobre él en sus archivos. «Intento descubrir observaciones astronómicas hechas en el pasado que hayan sido olvidadas», explica Vaquero. Recordó que el tinerfeño había firmado en 1886 en la revista francesa ‘L’Astronomie’ un artículo, ‘Sombras observadas en una mancha solar’, que tenía pendiente de lectura. Lo leyó y descubrió la descripción de una llamarada solar registrada entre las 12.25 y las 13 horas del 10 de septiembre 1886.
«Una vez que supimos la fecha, mis compañeros revisaron los libros de notas de Valderrama, que la familia donó en su día al IAC». Se encontraron en uno la descripción de la fulguración, con dibujo incluido. «Tuvo que ser intensa para registrarse en luz visible. Una llamarada así puede verse, indirectamente o con filtro, con un telescopio refractor de aficionado como el que tenía Valderrama, de 6,6 centímetros de diámetro. Es el típico de un chaval que empieza». A los tres autores del hallazgo les parece todavía increíble que nadie más que aquel adolescente viera en todo el mundo la erupción solar. «¡Es algo asombroso!», dice Vaquero.
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