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Lo que tiene la IA es que sabe de todo, menos de tranquilizar a la gente. Al ocurrir el corte de electricidad masivo, dejaba caer ... esto a quienes buscaban mitigar la incertidumbre... «Un apagón general o 'blackout' tiene graves consecuencias para la población mundial, afectando a la seguridad, la vida cotidiana, la economía y la salud. Podría interrumpir comunicaciones, transporte, suministro de agua, servicios médicos y otros servicios esenciales, causando caos, peligros y pérdidas significativas. En resumen, un apagón general tendría un impacto devastador en la vida cotidiana, la economía, la salud y la seguridad de la población mundial, requiriendo una preparación individual y social para mitigar sus efectos». Ufff, qué largo se nos ha hecho ese tiempo en el que nada funcionaba -o se nos está haciendo, porque en algunos puntos aún no se ha solucionado- y en el que no sabíamos ni cómo íbamos a regresar a casa –trenes y metro parados–, ni siquiera si el oxígeno que tiene en casa nuestra madre octogenaria (y que no coge el teléfono ni cuando le funciona) seguiría funcionando todo el tiempo que ella lo necesitase... Y, para mayor agobio, algunos se han hecho estas y otras preguntas atrapados en un ascensor, solos o en compañía de desconocidos tan asustados como ellos.
¿Es este el Gran Apagón del que se lleva hablando un tiempo en Europa -ya es un fenómeno social y un terror instalado entre la gente- y que podría durar semanas (en Austria, por ejemplo, ya se están realizando campañas para que no les pille desprevenidos)? No ha sido así, la emergencia energética de este lunes, que se anunciaba como «muy gorda», ha empezado a solucionarse en algo más de hora y media... pero eso lo sabemos ahora, claro, no cuando empezó el lío que lo ha paralizado todo y que nos ha puesto en el disparadero... ¿con razón? Julio Lupiani, psicólogo sanitario, nos lo explica: «La ansiedad siempre es una respuesta ante algo amenazante. Muchas veces no existe tal amenaza, pero en este caso la situación ha sido repentina y, además, sí ha tenido un componente peligroso (personas mayores solas, caos en la circulación...). Dicho esto, lo que más nos ha podido estresar es no poder ponernos en contacto con nuestros seres queridos, sobre todo los mayores que viven solos». La falta de comunicación nos ha dinamitado la tranquilidad.
Esa falta de control nos aterra, claro. Con los teléfonos medio muertos hemos pasado una agonía (¿cómo hacíamos cuando no existían los móviles?). «La incertidumbre nos lo ha hecho pasar mal, no estamos acostumbrados», indica Lupiani. El cerebro, que es muy conservador, lo lleva muy mal y se estresa muchísimo. «Sentirnos vulnerables, con esa sensación tan grande de inseguridad, tampoco ha ayudado», apunta el psicólogo, quien aconseja que, en estas ocasiones, para rebajar la tensión, lo mejor es «contactar con las personas de nuestro entorno si esto es posible e informarnos bien recurriendo a fuentes de información serias... y, desde luego, tener un poco de paciencia y dejar pasar un tiempo antes de alarmarnos».
Lo que ha ocurrido este lunes, visto ahora que el problema está solucionado o en vías de estarlo, quizá no haya sido para tanto, pero ha llegado en un momento en el que la población tiene el runrún de una guerra mundial, de conspiraciones globales, de un 'gran apagón' europeo de semanas... es decir, de una catástrofe inminente (véase los kits de supervivencia de los que tanto hemos hablado en la prensa). Por eso el apagón nos ha hecho más pupa de lo normal, sí, porque, como dice la psicóloga María Padilla, de Capital Psicólogos, «desde la pandemia todo lo que suena a ciencia ficción ya no nos lo parece tanto».
«Al pasar esa crisis mundial del covid, nuestro instinto de supervivencia ha comprobado que todo es posible y que no estamos seguros, que somos muy pequeños», destaca. Ahora mismo, «nos sentimos en entornos no seguros... Pasa lo de hoy y ya nos vemos en una escena de una invasión de marcianos o de zombis y se nos activa el miedo, nuestro sistema reptiliano, el más primitivo, el de la supervivencia, el que no funciona con lógica», señala. Si llega a dilatarse el apagón un poco más, ya nos veíamos todos yendo al súper a por veinte rollos de papel higiénico.
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