Hilario y sus vacas ya no están solos

La segunda ascensión fue la buena para el sobrino del ganadero. Subió sólo con botas, sin raquetas. Hilario no falló. Le explicó la ruta exacta cuando cargó su teléfono y fue la correcta. «Nadie conoce mejor que él esa montaña. Es su casa», explica Leoncio Carrascal, el alcalde de Arredondo, que no ha dejado de lado a su vecino en estas horas.

Hilario, de 64 años y natural de Bustablado (Arredondo), ya ha podido dar de beber a sus cuarenta vacas, que se habían quedado aisladas sólo con comida. No fue fácil recorrer la distancia entre su cabaña y el lugar en el que están sus animales. Comprobó que estaban sanas tras pasar la nevada en una cabaña independiente y quedarse allí aisladas. Un alivio para el vaquero. «Se le nota mejor, animado», explica el alcalde. Porque Hilario no quiere saber nada de entrevistas, así que Leoncio habla por él.

Una capa de cuatro metros enterró su cabaña y las vacas estaban demasiado lejos para llegar hasta allí por el túnel que abrió para salir de la choza. Este viernes consiguió retirar gran parte de la nieve con la ayuda de su sobrino y la de otros dos hombres que sí consiguieron llegar en moto de nieve por la carretera de Los Machucos, que está cerrada al tráfico. Liberaron la puerta completamente, abrieron un sendero hasta el redil de los animales, limpiaron parte de la capa que amenazaba el tejado -de unos cincuenta centímetros de espesor- y liberaron varias balas de paja para alimentar a los animales.

Los hombres que ayudaron a José Luis y su sobrino son José María -uno de los trabajadores de la empresa de Soba que cedió la moto de nieve de la primera subida- y Mikel, un conocido procedente de Lanestosa (Vizcaya). Al ver que las condiciones eran mejores que el jueves, ambos decidieron subir para ayudarles en su ardua tarea.

Tío y sobrino saben lo que se hacen. Reservados, en pleno monte se sienten en casa, incluso cuando la nieve es más alta que ellos. Ahora estarán allí, aislados pero acompañados. En su ambiente. Gracias a las palas subidas por el helicóptero del 112 podrán moverse en torno a la casa, mientras las nevadas anunciadas no lleguen. Les gusta la vida rural y sus móviles no tienen internet, por lo que les preocupan poco los problemas de conexión que hay en la cima. No reciben llamadas. Sólo las hacen ellos cuando les llega cobertura.

«Los dos son iguales, tíos duros, tal para cual, pero con treinta años de diferencia», explica Leoncio Carrascal, portavoz obligado de la familia. El sobrino, José Luis, supera los «treinta y pico años». Pasará el fin de semana junto a su tío y le echará una mano con lo que venga -la Aemet ha anunciado una alerta naranja por riesgo importante de nevadas- y con las vacas, como hace habitualmente. Con lo que llegó en el helicóptero tienen víveres suficientes para subsistir ambos más de diez días y baterías para tener algo de electricidad, cargar el móvil y mantenerse comunicados.

Además, a base de trabajo, han podido retirar la suficiente nieve del tejado para que el panel solar vuelva a funcionar, pero no saben lo que durará así. Ahora están tranquilos y preparados para lo que el cielo les traiga en las próximas horas. Las vacas están bien y les rodea un paisaje espectacular. Con eso, por ahora, se conforman.