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EFE
Día Mundial de la Prevención de Incendios Forestales

El fuego avanza: causas, cifras y lecciones de una crisis global

Según el Instituto de Recursos Mundiales (WRI), en 2024 se perdieron 6,7 millones de hectáreas de selva primaria a causa de los incendios forestales

Rochell De Oro Salgado

Domingo, 17 de agosto 2025, 19:04

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El 18 de agosto, Día Mundial de la Prevención de Incendios Forestales, llega en un momento en el que el planeta vive un escenario crítico. En lo que va de 2025, los incendios han arrasado cientos de miles de hectáreas en Europa, se han intensificado en África y han dejado cifras récord en los trópicos. Las llamas, que en gran medida tienen origen humano, se ven potenciadas por un contexto climático cada vez más extremo.

En España, hasta mediados de agosto, el fuego ha consumido más de 157.000 hectáreas, casi el doble de lo que suele arder en un año promedio. Los focos más graves se concentran en Extremadura, Galicia, Ourense y Zamora. Sin embargo, a lo largo del territorio nacional hay aproximadamente 30 incendios activos, que dejan hasta la fecha tres fallecidos y miles de desalojados. La combinación de calor extremo, vientos secos y abandono rural multiplica la capacidad destructiva de cada chispa.

El panorama europeo tampoco es alentador. Según el Sistema Europeo de Información sobre Incendios Forestales (EFFIS por sus siglas en inglés), a 13 de agosto ya se habían calcinado 439.568 hectáreas en la Unión Europea, con 14 millones de toneladas de CO₂ emitidas. Portugal, uno de los países más afectados, se enfrenta a jornadas críticas con más de 4.000 bomberos desplegados y fenómenos extremos como los firenados, torbellinos de fuego que dificultan las labores de extinción.

Fenómeno global

El continente africano lidera la lista de los incendios forestales a nivel mundial. Durante el primer semestre de 2025, se estima que cerca de 53 millones de hectáreas han sido arrasadas por el fuego, más de la mitad de los incendios forestales registrados en el planeta.

En Asia ardieron cerca de 20 millones de hectáreas, mientras que en Sudán del Sur casi 10 millones resultaron dañadas. Oceanía y Australia también registraron cifras cercanas a los 10 millones de hectáreas cada una. Pero el patrón no se limita a los trópicos: los incendios también golpearon regiones boreales como Canadá y Rusia, evidenciando que el fuego se ha convertido en un fenómeno global.

Según el último informe del Instituto de Recursos Mundiales (WRI), en 2024 los incendios forestales fueron la principal causa de pérdida de selva tropical primaria, superando por primera vez a la deforestación agrícola. Se perdieron 6,7 millones de hectáreas de selva primaria.

La selva amazónica y los bosques de Bolivia fueron los más afectados, y solo en Brasil se produjo el 42% de la pérdida total de bosques tropicales. La pérdida de selva tropical en la República Democrática del Congo (RDC) y Congo-Brazzaville también alcanzó niveles sin precedentes, marcando un nuevo récord de deforestación. Estas naciones albergan la selva tropical de la cuenca del Congo, el segundo bosque tropical más grande del mundo, después del Amazonas.

Causas: humanas frente a naturales

La investigación de causas en España, según este estudio, confirma la tendencia mundial: el 68% de los incendios se deben a negligencias humanas, como quemas agrícolas ilegales, colillas, maquinaria o líneas eléctricas. Un 19% son intencionados y tan solo el 13% tienen origen natural, principalmente rayos.

En el conjunto del Mediterráneo, las negligencias agrícolas son el detonante más común. En los trópicos, predominan las quemas agrícolas y ganaderas. En África, el uso del fuego como herramienta de manejo de pastos. En todos los casos, el factor humano es mayoritario.

Más allá de la chispa inicial, varios elementos estructurales explican por qué los incendios son cada vez más destructivos:

- Cambio climático: Olas de calor más intensas y sequías prolongadas alargan la temporada de riesgo.

- Abandono rural: La falta de gestión del territorio provoca acumulación de combustible vegetal.

- Monocultivos forestales: Masas extensas de pinos o eucaliptos facilitan la propagación rápida.

- Desbalance en inversión: Se destina mucho más presupuesto a extinción que a prevención activa.

La prevención como salida

La experiencia demuestra que los incendios pueden reducirse si la prevención es prioritaria. En Bizkaia, por ejemplo, 2024 cerró con los mejores datos en tres décadas: seis incendios y una superficie mínima afectada de 6,55 hectáreas arboladas gracias a la limpieza de montes, creación de cortafuegos naturales y la utilización de medios aéreos.

Los incendios forestales ya no son fenómenos aislados ni locales. El fuego en los montes de Galicia, en las sabanas africanas o en la Amazonía responde a un patrón común: la presión humana sobre los ecosistemas, agravada por el cambio climático.

Según el WRI, la prevención no puede limitarse a campañas de concienciación; exige inversión sostenida en gestión del territorio, investigación de causas y coordinación internacional.

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