La fiesta de un millonario en Ibiza acaba con una muerta en una sauna
Un abogado valenciano solicita citar al dueño de la villa y otras seis personas como investigados por homicidio, drogas y hurto
Ignacio Cabanes
Valencia
Lunes, 24 de noviembre 2025, 07:18
Fiesta de cierre de Ibiza en una exclusiva villa de un millonario sueco. En el flyer enviado a través de un grupo de whatsapp ya ... se anunciaba que después de la elegante 'kitchen party' inicial, en la que degustar los «increíbles bocados» de un conocido chef de la isla, «subiremos la intensidad para arrancar la fiesta de pijamas salvaje». «Sauna de leña junto a la piscina para poder desconectar» y un mensaje final impulsando a los asistentes a traer «lo que les apetezca», acompañado de emoticonos de pastillas, copa, nieve, caballo y dinero. En este contexto y tras más de 24 horas ininterrumpidas de desfase, una mujer es encontrada muerta en la citada sauna, desnuda y con graves quemaduras por todo el cuerpo, la noche del 13 al 14 de octubre de 2024.
Cuando los servicios sanitarios y los primeros agentes de la Policía Local de Sant Antoni de Portmany llegan al lugar, el cadáver ha sido manipulado y movido hasta una mesa de la terraza, alumbrada con velas. La víctima, María Florencia Bollini, de 44 años, nacida en Argentina y de nacionalidad italiana, es presentada por los testigos que todavía quedaban en la casa como una «chamana de los empresarios de éxito» que realiza rituales de sapo bufo y con problemas de corazón.
El informe médico forense inicial apunta a una causa violenta de tipo accidental por muerte súbita cardíaca «en posible relación con intoxicación por sustancias estupefacientes». Y apenas un mes después, y con el resultado del informe de autopsia definitivo todavía pendiente, el Juzgado de Instrucción número dos de Ibiza decreta el sobreseimiento provisional al no apreciar «debidamente justificada la perpetración de delito».
Pero un anillo inteligente Oura Ring, que portaba Flor Bollini y que monitoriza las pulsaciones, sitúa la hora del fallecimiento algo más de dos horas antes de la llamada al 112, desmontando así el relato de estos cinco testigos interrogados en su día. Tiempo que habrían utilizado presuntamente para preparar la escena y un mismo discurso. El millonario sueco y las otras cuatro personas que estaban en la villa cuando llegó la Guardia Civil aseguraron que habían regresado tarde de una comida, omitiendo deliberadamente cualquier referencia a la fiesta y atribuyendo las sustancias estupefacientes que allí se encontraron a la propia fallecida.
El penalista valenciano Vicente Monzó, que representa a la familia de la víctima, ha conseguido que se reabra la causa al considerar que «existen indicios más que evidentes» de la comisión de los delitos de homicidio –doloso u al menos imprudente–, contra la salud pública por el favorecimiento del consumo ilegal de drogas tóxicas y hurto. Y solicita que la jueza instructora de Ibiza cite como investigados a las cinco personas que estaban en la casa cuando llegaron los agentes y a un matrimonio por supuestamente quedarse las pertenencias de la finada.
El citado anillo, elemento clave en la investigación, que Flor portaba en su mano izquierda y que monitoriza múltiples parámetros biométricos, registró una notoria bajada de pulsaciones desde las 23.25 horas hasta que en torno a las doce de la medianoche entra en modo descanso total –ya estaba muerta–. La siguiente medición (de otro parámetro) son los siete pasos registrados pasada ya la medianoche, lo que concuerda con la distancia entre la sauna y la mesa de madera en la que fue depositado el cuerpo desnudo de la víctima. En sus declaraciones ante la Guardia Civil, estos aseguraron que la mujer todavía estaba viva cuando la sacaron de la sauna.
La toxina del sapo bufo
La acusación sostiene que el informe forense está viciado por las propias declaraciones de los testigos, quienes hicieron creer que la única que había consumido drogas en la fiesta era la propia fallecida, insinuando que habría hecho un ritual del sapo bufo, aunque en el informe toxicológico no se encontró bufotenina (toxina del sapo bufo) en su organismo, ni entre sus pertenencias portaba una pipa o mechero catalítico para su consumo.
Dicho informe toxicológico también refleja una ínfima cantidad de alcohol en sangre (Flor no bebió alcohol) y los niveles detectados de MDMA, ketamina, norketamina, anfetamina y metanfetamina (composición del tusi) no son en ningún caso letales, pese a que trataron presuntamente de enmascarar su muerte con una supuesta sobredosis.
Así, presuntamente en la citada fiesta se favoreció el consumo de tusi y a sabiendas del problema de corazón que padecía la víctima le permitieron entrar sola en la sauna con el riesgo de deshidratarse o sufrir una parada cardíaca. Además de su fallecimiento, las joyas que portaba Flor ese día (una gargantilla y unos pendientes de oro) y sus otras pertenencias (dos móviles, una tablet y un ordenador personal) han desaparecido.
La Audiencia Provincial de Palma todavía no ha resuelto el recurso interpuesto por la familia de la víctima para que se cite como investigados a estas siete personas con el fin de esclarecer las extrañas circunstancias en las que se produjo el fallecimiento de Flor Bollini y los presuntos delitos que tuvieron lugar en la fiesta «salvaje» (como ellos mismos anunciaban) en esta villa de Ibiza.
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