El arca de Noé no aguanta el chaparrón
Un parque temático de Kentucky que defiende la realidad histórica del Diluvio Universal sufre daños en sus accesos por la lluvia, y las aseguradoras se niegan a pagar las reparaciones
El arca de Noé resistió durante cuarenta días y cuarenta noches la ira de Yahvé en forma de diluvio. Aunque, según cuenta el Génesis, el agua llegó a cubrir «los montes más altos que hay debajo del cielo», no consta que la embarcación sufriera daño alguno. Pero los tiempos han cambiado, y la ingeniería de inspiración divina ya no es lo que era. Los dueños del parque temático Encuentro con el Arca, inaugurado hace tres años en Williamstown (Kentucky), han demandado a cuatro aseguradoras porque no quieren hacer frente a las reparaciones de una carretera de acceso al complejo que sufrió daños por la lluvia en 2017 y 2018. Las precipitaciones, dicen, provocaron un «importante deslizamiento de tierras», y el reacondicionamiento del vial les costó un millón de dólares.
Epígrafe
Ante 1
Título 1
La construcción del parque de Williamstown costó más de 100 millones de dólares. Tiene un zoo y montajes de escenas bíblicas relacionadas con el Diluvio Universal
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Título 2
Descubierta en Nínive a mediados del siglo XIX, permaneció en los almacenes del Museo Británico hasta que en 1872 el asiriólogo George Smith identificó sus inscripciones cuneiformes como una narración del Diluvio anterior a la bíblica. Más recientemente, Irving Finkel, especialista en escritura cuneiforme, ha encontrado otra, conocida como la Tablilla de Arca, que data de 1900 y 1700 aec y contiene las instrucciones que el dios sumerio Enki –que luego será conocido como Ea– da a Atrahasis –el posterior Utnapishtim– para construir una embarcación circular con el mismo fin.
Encuentro con el Arca es una de esas cosas que solo pueden existir en la América más profunda, la del Cinturón de la Biblia donde Charles Darwin es el Anticristo y mentar la teoría de la evolución en la escuela resulta temerario. Su promotor es Ken Ham, presidente de Respuestas en el Génesis, un ministerio fundamentalista que gestiona el Museo de la Creación de Petersburg, también en Kentucky y donde se defiende que «la Biblia es la autoridad suprema en todas las materias». Él y sus seguidores son literalistas bíblicos, creen que el Antiguo Testamento cuenta los hechos tal como sucedieron, incluida la historia de Adán y Eva. Para Ham, el Universo tiene 6.000 años –como estableció el arzobispo irlandés James Ussher en el siglo XVII a partir de la Biblia–, el Diluvio Universal ocurrió hace unos 4.500 años y el ser humano convivió con los dinosaurios.
La construcción del parque de Williamstown costó más de 100 millones de dólares. Tiene un zoo y montajes de escenas bíblicas relacionadas con el Diluvio Universal, pero la estrella es la réplica del arca de Noé. De pino, mide 155 metros de largo, 26 de ancho y 16 de alto. «El arca es una maravilla arquitectónica y de la ingeniería que contiene tres cubiertas de exposiciones de primera clase mundial», aseguran en la web. Se supone que en una embarcación similar Noé metió, a petición de Yahvé, que le había dado las instrucciones para su construcción, una pareja de cada especie animal para repoblar Tierra una vez que se retiraran las aguas.
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La búsqueda del arca de Noé es una obsesión para los fundamentalistas cristianos. Quieren encontrarla porque así demostrarían al mundo que la Biblia es un libro de Historia. Un sinfín de expediciones ha intentado dar con ella en el monte Ararat (Turquía), donde supuestamente encalló, incluidas varias lideradas por el astronauta James Irwin, piloto del módulo lunar del 'Apolo 15' y octavo hombre que pisó la Luna. Pero nadie ha encontrado nada, ni lo encontrará, por una simple razón: ni el Diluvio ocurrió, ni existió ningún Noé. Ese relato, que data del siglo VII antes de la era común (aec), es, como el del éxodo judío y otros del Antiguo Testamento, ficción y en este caso ni siquiera original.
En el Museo Británico se expone una tablilla de arcilla cocida en Mesopotamia hace unos 2.700 años. Se conoce como la Tablilla del Diluvio y cuenta cómo el dios babilonio Ea alerta a Utnapishtim de la inminente inundación y le anima a construir un navío para salvarse y preservar la vida. Descubierta en Nínive a mediados del siglo XIX, permaneció en los almacenes del Museo Británico hasta que en 1872 el asiriólogo George Smith identificó sus inscripciones cuneiformes como una narración del Diluvio anterior a la bíblica. Más recientemente, Irving Finkel, especialista en escritura cuneiforme, ha encontrado otra, conocida como la Tablilla de Arca, que data de 1900 y 1700 aec y contiene las instrucciones que el dios sumerio Enki –que luego será conocido como Ea– da a Atrahasis –el posterior Utnapishtim– para construir una embarcación circular con el mismo fin.
Así como hay constancia de que los continentes se mueven y hubo un tiempo en que todas las tierras emergidas formaban un supercontinente, los geólogos no han dado con ninguna prueba de que alguna vez ocurriera un episodio como el Diluvio narrado en el Génesis y en las epopeyas mesopotámicas anteriores. Además, ¿dónde habría ido a parar toda esa agua? De todos modos, ni aunque hubiera pasado algo así, el relato bíblico tendría un mínimo fundamento. A pesar de que la embarcación construida por el más que anciano Noé –«contaba 600 años cuando acaeció el diluvio»– y su familia era enorme –la réplica del parque de Williamstown tiene el tamaño que Yahvé indica en el Antiguo Testamento–, difícilmente entraría en ella una pareja de cada ser vivo, ya que se calcula que hay en el mundo más de 1,7 millones de especies.
Obviamente, todo esto son problemas menores para quienes, como Ken Ham, han convertido el fundamentalismo religioso en un gran negocio. Porque el literalismo, limitado en España a algunas sectas marginales, cuenta en Estados Unidos con millones de seguidores. Solo Encuentro con el Arca recibe al año entre 800.000 y un millón de visitantes que pagan entradas que oscilan entre los 15 (los niños) y los 48 dólares (los adultos), que pueden llegar hasta los 75 dólares si compra una que incluya el cercano Museo de la Creación. En este último pueden verse reproducciones del Jardín del Edén y se defiende, entre otros disparates, que los dinosaurios no se extinguieron hace 66 millones de años, sino después del Diluvio; es decir, después de salir del arca de Noé. Curioso, porque solo con la parejita de 'Argentinosaurus huinculensis', un dinosaurio herbívoro de 33 metros de longitud y 73 toneladas, la de 'Turiasaurus riodevensis', de 38 metros y 47 toneladas, y su comida, poco sitio iba a quedar en el arca.
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