Uno de cada diez alumnos vascos necesita apoyo en clase, sin contar los extranjeros recién llegados
El número de estudiantes con discapacidad y otras necesidades se dispara un 60% desde 2021 por los avances en la detección de diagnósticos
La escuela vasca es cada vez más diversa. Esa diversidad tiene múltiples variantes (de género, de origen...), y una de ellas es la del alumnado ... que necesita ayuda en clase porque tiene algún tipo de discapacidad, trastorno, etc. Esta última realidad ha experimentado un incremento importante en los últimos años, lo que añade complejidad a las aulas y tensiona el sistema educativo, que precisa de cada vez más personal especializado. Hoy por hoy, uno de cada diez alumnos en Euskadi necesita un apoyo especial en clase. Y eso sin contar al alumnado extranjero recién llegado, que a menudo requiere de una atención especial.
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Por un lado están los que tienen necesidades de apoyo educativo (NEE). En general, son estudiantes con algún tipo de discapacidad intelectual, motórica, auditiva, visual... También los que tienen trastorno generalizado del desarrollo o trastorno grave de conducta, entre otros. Por otro lado, Educación diferencia al alumnado con necesidades específicas de apoyo educativo (NEAE). Aquí entran quienes tienen dificultades específicas de aprendizaje, capacidad intelectual límite, trastornos del lenguaje, dislexia, lentitud de maduración, trastorno de déficit de atención e hiperactividad, altas capacidades...
Desde 2021, el alumnado que necesita apoyo específico en clase se ha disparado un 60%. Han pasado de ser 23.567 a 37.883 en 2024, según los datos aportados por el Departamento de Educación en una respuesta por escrito a la parlamentaria del PP Muriel Larrea. En concreto, 13.593 alumnos están diagnosticados con NEE y otros 24.290, con NEAE. Son más del 10% del total del sistema educativo. La documentación no tiene en cuenta al alumnado recién llegado, que continúa en aumento.
Fuentes del departamento explican que el incremento responde «a una mejor detección y diagnóstico de estas necesidades, a la mayor sensibilización y formación del profesorado para la detección y también a la diversidad creciente del alumnado». «Se trata, en ese sentido, de una señal positiva, porque el sistema educativo vasco identifica mejor las necesidades y responde antes, lo que refuerza la equidad, la inclusión y la eficacia escolar», añaden, tras defender el incremento en los últimos años de los recursos destinados a gestionar la diversidad.
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En su respuesta por escrito, Educación no detalla la distribución de este alumnado por etapas educativas o por redes. Sin embargo, un informe del departamento de 2023 señalaba que normalmente se encuentran estudiando Primaria o Secundaria, las etapas obligatorias. Son más chicos que chicas y se escolarizan más en la pública que en la concertada (60% frente a 40%).
«Más sensibilización»
El alumnado NEE y NEAE necesita apoyo individualizado a través de figuras como profesores de pedagogía terapéutica, de audición y lenguaje, especialistas de apoyo educativo, fisioterapeutas, terapeutas ocupacionales, intérpretes de lengua de signos... En la red pública el grupo más numeroso, con unos 1.200 profesionales, es el de los especialistas de apoyo educativo, que también se extiende a la concertada. Además, es habitual que los docentes diseñen adaptaciones curriculares específicas para cada alumno. Educación aprobó en 2024 un decreto «de respuesta a la diversidad» donde se contemplan estas medidas.
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La política del departamento está orientada a la inclusión de estos chavales. Lo más habitual es que estén escolarizados en las aulas ordinarias, en vez de en aulas estables o en centros especializados. De hecho, en Bizkaia sólo hay tres colegios de Educación Especial, todos ellos concertados.
La parlamentaria del PP Muriel Larrea censura la respuesta a esta diversidad. Cree que «no se da a los niños lo que necesitan» y critica que «se metan juntos a alumnos con necesidades dispares para homogeneizar por lo bajo». «El sistema no es capaz de cubrir las necesidades educativas de los alumnos», apunta. A su juicio, «ningún niño debería ver mermado su éxito académico por no tener recursos económicos», como sucede en algunos casos de familias que deben costear determinados tratamientos para sus hijos.
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