De izquierda a derecha, Beatriz García, Zuriñe Villodres e Isabel y Beatriz Saldaña, de la AMPA del colegio Albiz de Sestao, preparan los libros de texto para este curso. Yvonne iturgaiz

Un curso de transición en la enseñanza vasca

Directores y profesores regresan a clase con la «incertidumbre» de tener que preparar los temarios con borradores ante la falta de los currículos

Domingo, 4 de septiembre 2022

Por tercer año consecutivo, el curso escolar no será del todo normal. Las restricciones covid han desaparecido y eso supone un alivio para la convivencia ... y el aprendizaje en las aulas. En esta ocasión, la inquietud se produce a nivel académico. Los claustros de los centros educativos de Euskadi están envueltos en un mar de dudas al haberse visto obligados a preparar a golpe de borrador los conocimientos que van a impartir. A falta de cuatro días para que el alumnado regrese a clase, los colegios todavía no disponen de los contenidos definitivos de las materias que fijan los nuevos decretos curriculares de cada uno de los niveles -Infantil, Primaria, ESO y Bachillerato-, un documento oficial adaptado a las reformas que exige la Lomloe.

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En otras comunidades ya se han aprobado -el grueso sobre la bocina-. En el País Vasco, sin embargo, se está haciendo de rogar. El Departamento de Educación lo publicará con las clases ya iniciadas, aunque fuentes del área aseguran que «no habrá grandes cambios».

Unos en mayor medida que otros, pero los profesionales de la docencia consultados por este diario comparten la «incertidumbre» que supone no contar con los temarios totalmente cerrados. Sergio Fernández, jefe de estudios de la ikastola Begoñazpi, en Bilbao, cree que «no va a cambiar casi nada» y ha optado por arrancar el curso utilizando las guías que el Departamento les ha facilitado. «En diferentes reuniones nos han transmitido que va a ser un proceso que va a llevar años y que vayamos al ritmo que podamos. Tampoco tiene que ser pasar de 0 a 100».

En el Colegio Público de Berango ya tienen todo listo para el arranque de las clases.

Eso sí, reconoce que esta forma de trabajar supone un «esfuerzo extra» para el profesorado y genera «cierta inseguridad». En el caso de las asignaturas nuevas, la programación se complica. Sin embargo, estas materias «tampoco tienen una carga de contenidos pura y dura, lo que llamamos 'saberes básicos'. Más bien fomentan el debate, el trabajo en equipo, las emociones, la autonomía del alumno...», precisa.

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En otros centros muestran directamente un profundo malestar por la «chapuza» que supone iniciar las clases sin los nuevos decretos. Así describe la situación Alfonso Blázquez, el director de LaMennais Santa María, en Portugalete, donde retrasarán un año los cambios de la nueva ley educativa. «Arrancaremos el curso con los temarios que ya teníamos y cuando lleguen los nuevos, los analizaremos y los trabajaremos para su puesta en marcha. Si se quieren hacer bien las cosas, es lógico esperar», argumenta.

Sergio Fernández, jefe de estudios de Begoñazpi.

Irantzu Duce, por su parte, se estrena en la dirección del Colegio Público de Berango con un «doble reto», confiesa ante la situación que tiene entre manos. De hecho, aún no tiene claro cómo enfocar, por ejemplo, la alternativa a Religión, bautizada en el nuevo currículo como Proyecto Comunitario. «Hay un poco de desconocimiento en ese aspecto y pensamos que los primeros días se nos dará más información», desliza. Los borradores, de hecho, se van actualizando. «Es un año de transición y entiendo que iremos implantando cambios de manera flexible y progresiva», agrega esta profesional.

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Se trata un año cargado de novedades en los cursos impares (1º, 3º, 5º...), los niveles a los que afecta este año la ley Celaá. Aunque, por el momento, no se implementan de golpe y porrazo, sino de manera progresiva, en función de lo que cada centro considera beneficioso para su proyecto educativo. No todo es obligatorio de inicio.

Nuevas materias

«Tampoco tienen una carga de contenidos pura y dura, fomentan mucho el debate, las emociones...»

Como muestra, la unificación de las Ciencias en la ESO. No todos agruparán Física, Química, Biología y Geología. Otros, en cambio, ya lo hacían y seguirán como hasta ahora. Asimismo, trabajar por ámbitos en 1º de Secundaria es voluntario. En el caso de la ikastola Lauaxeta, el alumnado de 6º de Primaria y 1º de ESO tendrá «prácticamente» el mismo número de docentes. Euskera y Lengua Castellana las impartirá el mismo docente, al igual que el de Matemáticas se encargará de Ciencias y de Nuevas Tecnologías. El objetivo: amortiguar el salto de un ciclo a otro y tratar de reducir la tasa de repetidores. «Era un gran choque para el alumno encontrarse con más profesores en la ESO, se generaba un cierto desconcierto», asegura Aitor Pegaldai, máximo responsable de este centro concertado ubicado en Amorebieta.

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Alfonso Blázquez, de Santa María, en Portugalete.

Refuerzo de la Tutoría

En cambio, en Begoñazpi, prefieren esperar. «Queremos ver cómo se desenvuelven otros centros y si realmente es un valor añadido», apunta el jefe de estudios. En esta ikastola vizcaína reconocen que «lo ideal hubiera sido tener toda la documentación definitiva», pero cuentan con «la experiencia de años anteriores». «Sabemos a lo que hay que prestar atención y en qué tienen que ser competentes los alumnos», sostiene su máximo responsable.

En muchos casos la aplicación de la Lomloe no conlleva cambios drásticos. Algunos conceptos no resultan nuevos en la enseñanza vasca, como la evaluación continua. Se lleva trabajando años. Es decir, con pruebas escritas periódicas que no tienen por qué celebrarse al final de una evaluación para decidir la nota final. En ésta también puntúan trabajos cooperativos, presentaciones en el aula, el desarrollo de proyectos...

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Y ya desde hace tiempo se trabaja sin puntuaciones numéricas. «Allá donde los alumnos se sigan jugando todo a una carta es un centro desfasado», destaca Pegaldai. Los exámenes no han desaparecido, «se convierten en una herramienta más junto con otras formas de evaluar los aprendizajes y competencias adquiridas por el alumno», añade Blázquez sobre este método de evaluación.

Otro ejemplo es la recuperación de la figura del tutor en Bachiller y la hora de Tutoría que establece la reforma educativa, pero que en muchos centros de enseñanza no se había perdido. Para otros, en cambio, sí será una novedad. «Todo el tiempo que podamos dedicarle a la tutoría es inversión. Ahorras problemas posteriores, aclaras dudas... Es un momento donde se produce una relación muy importante entre el alumno y su mentor», justifica el director de Lauaxeta.

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