El confinamiento descubre 300 'sin techo' más de los registrados en la calle
El Gobierno vasco impulsa un programa de alojamiento para las personas sin hogar cuando cierren los polideportivos
Que nadie viva en la calle en Euskadi. Ese es el objetivo de las instituciones y los colectivos que trabajan con los 'sin techo'. El ... confinamiento obligado ha supuesto una «oportunidad única» para acercarse al millar de personas que están pasando el estado de alarma en los refugios puestos en marcha por las diputaciones y ayuntamientos. El Departamento vasco de Empleo y Políticas Sociales ha creado un fondo de 2 millones de euros para ayudar a financiar nuevos alojamientos en pensiones y pisos. El objetivo del programa Lehen Urratsa es que el 22 de junio, cuando se prevé que ya no haya nadie en los polideportivos, los cajeros, bancos y puentes continúen vacíos a las noches.
El «impacto» de la crisis del coronavirus ha sido «grande» en Bilbao, Vitoria y San Sebastián, precisan fuentes del departamento que dirige Beatriz Artolazabal. El número de personas acogidas se ha multiplicado por 1,5 respecto al último recuento realizado, en 2018. Son unas 1.000, 300 más que entonces, y en torno al 60% se encuentran en la capital vizcaína, aunque también hay más de medio centenar en Barakaldo y Getxo.
Los trabajadores sociales han podido establecer contacto con hombres y mujeres que hasta marzo estaban fuera de su alcance, identificar sus necesidades y preparar itinerarios de integración social más adecuados a sus perfiles. «Nunca se había planteado una convivencia estable con las mismas personas durante dos meses, y eso ha permitido estar más cerca de su situación, saber qué redes de apoyo tienen, qué expectativas...», detallan fuentes de Políticas Sociales. La experiencia, salvo unos «primeros días difíciles» y casos puntuales de «personas con comportamientos no sociables», ha ido «bien». «No ha habido problemas de convivencia», inciden.
Los perfiles detectados «son muy diversos», aunque han trazado cuatro con más presencia a los que se destinarán diferentes recursos. La mayor parte son hombres en exclusión con un largo recorrido en la calle. En Bilbao, el Ayuntamiento y la asociación Bizitegi están gestionando su traslado a pensiones y albergues. Las mujeres en la misma situación, en torno a una veintena, pernoctarán en pisos que busca el mismo colectivo.
El Gobierno vasco aportará a instituciones y entidades sociales 2 millones de euros
Hasta el 31 de diciembre
Los jóvenes migrantes, algunos de los cuales estuvieron en la red foral de protección cuando eran menores o que iniciaron estudios pero tuvieron que dejarlos en marzo con el estado de alarma, empezarán su «itinerario» en un centro de primera acogida y, posteriormente, irán a viviendas en las que gozarán de mayor autonomía. Los que presentan problemas de adicciones, en ocasiones acompañados de enfermedades mentales, dormirán en albergues, mientras la cooperativa Egain trabajará con ellos en su centro de día. En los refugios también han terminado personas que habían conseguido salir de la calle y que, con el poco dinero que obtenían de trabajos «informales» y de «mendigar», residían en pensiones. A la falta de ingresos se sumó el cierre de los alojamientos turísticos. Y se han detectado personas en riesgo de acabar sin hogar tras perder su única fuente de ingresos y carecer de una red de apoyo. Son, sobre todo, prostitutas y empleadas del hogar, que «han seguido otra programación» con entidades sociales, ayudas de emergencia...
Estas alternativas de alojamiento irán acompañadas de atención especializada. Se realizará una «valoración de exclusión» a todos -algunos carecen de ella- en el próximo medio año para ofrecerles una «respuesta estable» a sus necesidades y continuar con su proceso una vez termine esta medida «transitoria» de alojamiento, que en principio se prolongará hasta el 31 de diciembre.
En el Departamento de Políticas Sociales son conscientes de que deben aprovechar el momento, porque si una de estas personas regresa a su vida anterior es más difícil que vuelva a integrarse en el circuito de servicios sociales. Y garantizarán una cama «para todos». «Si alguien duerme en la calle que sea porque quiere, no porque nosotros no le ofrezcamos alternativas», subrayan.
La clave
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1.000 'sin techo' se han contabilizado en Euskadi durante la pandemia, 300 más que antes.
«Es un reto encontrar pisos y pensiones que quieran alojarlos»
La asociación Bizitegi lleva más de dos décadas trabajando con personas sin hogar en Bilbao. Gestionan, entre otros recursos, tres pisos para mujeres en situación de vulnerabilidad y el albergue municipal de Uribitarte, donde pernoctan entre 70 y 80 varones. También un centro propio en Uribarri y el pabellón de La Casilla, habilitado por el Ayuntamiento como alojamiento al declararse el estado de alarma. Ahora, explica Aitor Ipiña, gerente del colectivo, afrontan junto al Consistorio el «reto» de encontrar un techo a una veintena de mujeres y a 200 hombres que no tienen espacio en los albergues habituales.
Para ellas necesitan «siete u ocho pisos». Tratan de localizar viviendas que puedan costear y en las que «quieran alojarlas, porque no todo el mundo» está dispuesto a alquilar pisos para «colectivos desfavorecidos». En el caso de las pensiones y hostales, la tramitación la está realizando la Administración local, que «la lleva muy avanzada», señala el responsable de la entidad.
De momento, se trata de ofrecer manutención y residencia «temporal», aunque su objetivo es conseguir financiación y, al menos en el caso de pisos para mujeres, «las más vulnerables», poder mantenerlos «a largo plazo» y que dispongan un lugar en el que residir «de forma estable».
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