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Los vascos descienden de los pobladores de la península ibérica de hace 3.000 años
Una migración de descendientes de pastores de las estepas reemplazó a casi todos los hombres de Iberia a finales del Neolítico
Si quiere saber cómo era el genoma de los pobladores de la península ibérica de la Edad del Hierro, mire el de un vasco. ... Esta es una de las principales conclusiones del análisis del ADN de 271 individuos que han vivido en Iberia en los últimos 8.000 años, un trabajo cuyos resultados publica la revista 'Science'. La genética demuestra que, como sus vecinos, los vascos descienden de los habitantes de la península de la Edad del Hierro, si bien presentan unas «pocas diferencias» consecuencia de una menor mezcla posterior con griegos, romanos, fenicios, visigodos y musulmanes, ha indicado a este periódico el bioquímico alavés Iñigo Olalde, investigador de la Universidad de Harvard y director del estudio, firmado por 111 científicos, la mayoría de ellos españoles.
«La península ibérica es ahora mismo la región europea de la que hay más información genética», afirma Carles Lalueza-Fox, investigador del Instituto de Biología Evolutiva, centro mixto del CSIC y la Universidad Pompeu Fabra, que ha participado en un proyecto que ayudará a escribir nuestra Historia. «Todo empezó hace tres años y ha sido un proceso lento porque había que obtener muestras de ADN, analizarlas, buscar nuevas muestras para rellenar huecos...», indica Olalde.
Los investigadores han descubierto que a finales del Calcolítico, entre hace 4.500 y 4.000 años, el cromosoma Y –que se transmite de padre a hijo– de los pobladores de Iberia fue reemplazado en casi el 100% por uno procedente de lo que hoy son Ucrania y Rusia que llegó con grupos de descendientes de pastores de las estepas. «Durante unos 500 años, convivieron individuos con los dos linajes del cromosoma Y –el ibérico y el de las estepas–, pero después prácticamente solo quedaron los segundos», explica Lalueza-Fox. ¿Hubo una invasión violenta en la que fueron eliminados los hombres indígenas?
La pervivencia del euskera
«Esa explicación, simplista, no concuerda con el registro arqueológico, en el que no hay pruebas de violencia generalizada en ese periodo», advierte Olalde. Una probable explicación es que, en una sociedad con una estratificación social fuerte, las mujeres ibéricas prefirieran a los recién llegados, lo que «permitiría a estos un mayor éxito reproductivo y haría que, con el paso de los siglos, el cromosoma local casi desapareciera». «Si bien este fue claramente un proceso dramático, los datos genéticos por sí solos no nos pueden decir lo que lo impulso», apunta David Reich, de la Universidad de Harvard y uno de los coautores del estudio. Lalueza-Fox propone, por eso, «mirar el registro fósil con nuevos ojos» a partir de los hallazgos genéticos.
Aquellos nuevos grupos que llegaron hace 4.500 años dejaron el mismo rastro genético en toda Iberia, incluido el País Vasco. «El ADN de los vascos es muy parecido al de los habitantes de la península en la Edad de Hierro, hace unos 3.000 años», dice Olalde, que destaca que el 80% de los hombres vascos actuales porta el cromosoma Y de aquellos forasteros. Es decir, desciende por línea patrilineal –padre, abuelo, bisabuelo...– de ellos, algo que en el resto de Iberia se reduce al 60% de los individuos, a consecuencia de la influencia genética de migraciones posteriores.
«El euskera es la única lengua no indoeuropea que queda en la península, pero hubo otras y, de todas esas, solo ella ha pervivido. En los últimos dos milenios lo que hoy es el País Vasco ha estado más aislado, ha recibido menos influencias externas y quizá por eso ha pervivido el euskera, mientras que el resto de lenguas que se hablaban en Iberia, tanto indoeuropeas como no indoeuropeas, ha desaparecido», aventura Olalde.
Los científicos han descubierto también que en el sureste de la península hubo flujo génico africano en época cartaginesa y romana y que, «para cuando comenzó la Edad Media, al menos una cuarta parte de la ancestralidad ibérica había sido reemplazada por nuevos flujos de población procedentes del Mediterráneo oriental», explica el bioquímico vasco.
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