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Barridas por la ola integrista

El Gobierno de Maldivas destruye las esculturas expuestas en una plataforma acuática para preservar «la paz y la unidad islámica»

gerardo elorriaga

Miércoles, 26 de septiembre 2018, 01:44

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Algunas observaban el horizonte, otras, las aguas turquesas, y muchas más contemplaban la abundante vida subacuática de las islas Maldivas. Pero la treintena de figuras que poblaba el 'Coralarium' ha sido barrida por las corrientes, no las marinas, sino las políticas que azotan el presunto paraíso del Índico. La obra escultórica del artista británico Jason deCaires Taylor tan solo ha sobrevivido dos meses en su privilegiado emplazamiento, la laguna de coral más grande del archipiélago.

El presidente Abdulla Yameen ordenó el pasado viernes su inmediata desaparición en aras de «la unidad islámica, la paz y los intereses del Estado». La orden que dio lugar a la intervención de la Policía respondía, según la nota difundida por los medios de comunicación, al sentimiento público contrario al proyecto y hablaba de la supresión de ídolos, un término que explica el argumento religioso empleado por el Gobierno y que también esgrimieron los talibanes para destruir en 2001 los budas de Bamiyán.

Los agentes arrancaron las esculturas de sus soportes con hachas y sierras, sin destruir la estructura que las sostenía y que permanece, desde su inauguración, parcialmente sumergida. La acción, ejecutada el pasado viernes, fue una medida desesperada del líder gubernamental tan solo cuarenta y ocho horas antes de que tuvieran lugar las elecciones ejecutivas y que pronosticaban su derrota. Según todas las hipótesis, el dirigente buscaba el apoyo en las urnas de los sectores fundamentalistas, como antes había intentado seducir a los más reticentes con promesas de casas para todos o perdonar las multas de tráfico.

La destrucción fue anunciada por DeCaires, un autor que aúna la creación plástica con la protección del medio ambiente. Desde 2004 ha instalado unas 700 estatuas en emplazamientos marinos de todo el planeta. El objetivo de la mayoría de sus proyectos es la creación de arrecifes artificiales para propiciar la regeneración de los corales. La iniciativa maldiva estaba sufragada por el 'resort' Sirru Fen Fushi, dotado con 120 pequeñas villas e inaugurado recientemente en el atolón septentrional de Shivayani, y aspiraba a ser colonizada por la fauna marina. Las esculturas, basadas en moldes realizados a nativos, habían sido fabricadas con acero de PH neutro para impedir cualquier tipo de contaminación.

Paraíso para pocos

Los proyectos de DeCaires también han llegado a España. El escultor, que reside parte del año en Lanzarote, es el responsable artístico del Museo Atlántico, una galería submarina situada en el extremo sur de la isla. El complejo, formado por doce instalaciones, se encuentra a doce metros de profundidad, resulta accesible para los buceadores y también aspira a fomentar la biomasa marina. Mientras sus figuras en el Índico eran destruidas, el prolífico artista inauguraba 'Nexus', una colección de quince figuras que permanecerán en el fiordo de Oslo, algunas a nivel del agua y otras a varios metros bajo la superficie.

La mutilación de 'Coralarium' no supone un hecho aislado dentro del archipiélago. El paraíso maldivo, destino preferido del turismo de lujo, es un país sometido a grandes restricciones y que carece de libertad religiosa. La elite dirigente ha utilizado la fe para imponer férreas dictaduras que permanecen ajenas a los visitantes, recluidos en sus hoteles sobre el mar. El primer presidente democrático, Mohamed Nasheed, de talante liberal, fue desplazado en 2012 mediante un golpe de Estado impulsado por fuerzas ultraconservadoras. Desde entonces, el poder ha impedido la disidencia e, incluso, se ha producido la muerte de blogueros, periodistas y parlamentarios incómodos. Yasmeen promulgó una ley contra la difamación que cercenaba todo atisbo de crítica.

La victoria del candidato de la oposición Ibrahim Mohamed Solih, el pasado domingo, con un 60% de los votos, no implica necesariamente la recuperación del complejo en su integridad, aunque supone una nueva atmósfera para Maldivas. La pequeña república, con menos de 350.000 habitantes, es un país que vive del turismo, preferentemente occidental, pero que ha intentado, hasta ahora, preservar sus ancestrales costumbres y creencias e impedir el contacto entre los indígenas y los visitantes. El ecoarte intenta abrir nuevas miradas de los lugareños al mundo, sobre y bajo las aguas.

El lado oscuro del paraíso

  • Religión. Maldivas es un pequeño país de 341.000 habitantes ubicado en el océano Índico, a unas 280 millas al sudoeste de la India, que está formado por más de 1.200 pequeñas islas. La religión única y obligatoria es el islam, cuyas leyes, cada vez más estrictas, rigen la vida cotidiana de los isleños. En estos últimos años los cristianos han sido expulsados del país o encarcelados. Solo unos pocos mantienen su culto en secreto.

  • Turismo. El turismo aporta el 33% del PIB de Maldivas y contribuye al 80% de sus reservas de divisas. El país cuenta con más de 120 establecimientos hoteleros de lujo, que son el principal motor económico del sector.

  • El artista. En mayo de 2006 Jason deCaires Taylor creó su primer museo de esculturas submarinas en la isla caribeña de Granada. Este parque, un homenaje a los esclavos que murieron durante la travesía en barcos negreros, atrajo a miles de visitantes, buceadores y pasajeros de embarcaciones con el fondo transparente.

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