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Tenían entre 9 y 13 años cuando se inscribieron en la escuela de surf que regentaba el acusado y en otra en la que también ... impartía clases en Hondarribia. Los once chavales, según las denuncias, vivieron un proceso similar cuando no estaban cogiendo olas en la playa: primero, el monitor que les había enseñado a subirse a una tabla, logró ganarse su cariño de manera individual. Y poco a poco, según crecían los chavales y siempre a solas, ese afecto habría ido evolucionando desde los besos y abrazos iniciales hasta prácticas homosexuales más explícitas. En algunos casos, relaciones completas, ya fuera en su furgoneta, en su domicilio o en los campamentos que organizaba para practicar surf.
La Audiencia Provincial de Gipuzkoa juzgará desde mañana al acusado por unos hechos tipificados como abusos sexuales. Un hombre de 40 años para quien la Fiscalía reclama penas que totalizan 85 años de prisión.
Las tres primeras jornadas de la vista oral, señalada para diez días -hasta el viernes 21-, están en principio reservadas para las declaraciones de las presuntas víctimas. Ante la gravedad de las acusaciones, y aunque todos los jóvenes son ya mayores de edad al contar con entre 18 y 23 años, el tribunal ha decidido que declaren a puerta cerrada para proteger su intimidad y evitar su revictimización.
El acusado declarará en último lugar, una vez se practiquen todas las pruebas. Lleva tres años y medio en prisión provisional, desde que en el verano de 2021 fue arrestado por la Ertzaintza tras la denuncia presentada por seis menores. Otras cinco demandas similares se han sumado después a la causa que se inició en los juzgados de Irúnn. Por los presuntos actos cometidos sobre tres de los menores, el fiscal solicita 12 años de cárcel -36 en total- por el delito continuado de abuso sexual. Con respecto a los otros ocho chicos, reclama seis años por cada caso, hasta sumar 48. Asimismo, La Fiscalía pide un año adicional por posesión de material de explotación sexual infantil.
Según se recoge en el escrito de acusación del Ministerio Público, entre los años 2011 y 2021 el monitor habría mantenido un mismo 'modus operandi'. «Se aprovechaba de las actividades que desarrollaba» como profesor de surf y de la «popularidad» con la que contaba en Hondarribia «para ganarse la confianza de sus alumnos, los cuales lo veían como una figura a seguir». Según precisa el fiscal, lo hacía «con sutileza», eligiendo primero al alumno, al que lo distinguía «del resto del rebaño», le regalaba camisetas o clases o le facilitaba descuentos en material de surf. También se acercaba a las familias, siendo incluso invitado a comidas por diferentes padres y madres, que le permitían llevarse a sus hijos a excursiones o a su domicilio «para comer o pinchar música».
La Fiscalía observa que el vínculo entre el procesado y cada menor se gestaba de manera «progresiva» hasta generarse «una relación estrecha» en la que el hombre «provocaba» una relación de «dependencia» en los menores. Según el Ministerio Público, las relaciones solían acaban cuando la presunta víctima «tomaba conciencia» de lo que estaba pasando y acababa dejando las clases, o cuando empezaba a salir con una chica. El monitor entonces «se enfadaba», y les borraba de sus clases, o no pasaba a buscarles y les dejaba tirados en la calle, o los criticaba y dejaba en vergüenza delante del 'rebaño'.
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