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Javier Ardines. Nel Acebal
El juicio del Caso Ardines

El complejo dilema de Katia B.

La mujer del supuesto inductor del crimen ayudó a los agentes a investigarlo y este lunes debe decidir si continúa o se pone de su lado

Ramón Muñiz

Domingo, 14 de noviembre 2021, 07:39

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Katia B. está citada este lunes a las diez en los juzgados de Durango para sentarse delante de una cámara, conectarse por videoconferencia con el juicio por el asesinato de Francisco Javier Ardines y terminar de tomar partido. De un lado, es la esposa de Pedro Nieva, el acusado de haber orquestado el crimen. Por otra parte, también es la prima de la viuda que dejó aquel suceso. Hasta ahora ha colaborado con la Guardia Civil, ayudándole a componer el puzzle que concluyó con el arresto de su marido y una petición de condena de 25 años de cárcel. Este lunes, antes de abrir la boca, el magistrado-juez Francisco Iriarte le recordará que dado su vínculo conyugal no tiene obligación de declarar contra Nieva. Eso sí, si decide hablar, deberá contar la verdad o exponerse a una acusación de falso testimonio.

Cuando no tenía esa cortapisa, cuando se manifestaba con libertad ante los agentes, les explicó su versión. La fatídica noche del 15 al 16 de agosto de 2018 estaba en Belmonte de Pría, en su vivienda próxima a la de Ardines. Se quedó «medio dormida hasta la una o las dos de la madrugada». Escuchó llegar a su hijo, que venía de tomar algo en Garaña, y con él dentro concilió el sueño. Nada supo del crimen que durante la madrugada se cometió en las inmediaciones. Recuerda que estaba despierta en la cama a las 10.15 cuando le llamó el hijo de Ardines para contarle que su padre estaba muerto. «Rápidamente se vistió y bajó corriendo al lugar en el que había aparecido el cadáver», refleja su declaración.

«Estuvo en todo momento con su prima Nuria, los hijos de esta y demás familiares». Entre las 13.30 y las 14 la hija de Ardines le reveló que el cuerpo «tenía la cara destrozada». Comprendieron que fue asesinado y se disparan las sospechas. Un agente pregunta a Katia B., que en un aparte escribe por whatsapp a su esposo:

-Pedro. Qué has hecho.

-Yo no he hecho nada. Te lo juro. He estado en casa sin casi poder dormir toda la noche. Como todas las noches.

-Tienes que venir. Te va a llamar la Guardia Civil.

-Pues iré, pero no he hecho nada. Lo peor es que tú no me crees.

-Lo peor es que me miran a mí.

La relación entre las dos familias se había truncado semanas atrás, al aflorar un secreto largamente guardado. Según admitió Katia a los agentes, llevaba 29 años acostándose con Ardines, a espaldas de sus respectivos cónyuges. Nieva había confirmado sus sospechas en diciembre de 2017 al grabar una conversación entre los amantes y durante medio año sometió a Katia a reproches, revisaba su móvil, discutían, en una ocasión ella cree que le meó una camisa.

Aquel drama quedaba en el domicilio conyugal de Amorebieta, sin salpicar a la familia de Ardines. Al llegar el verano la cosa se torció. Katia decidió que volvería a la casa de Llanes y Nieva no aguantó. El 5 de agosto se plantó por sorpresa en Asturias y tuvieron la gran bronca. Hablaron de divorciarse. Ella le escribió luego que le había dado «miedo. Tenías una cara que parecía que me querías hasta matar».

Dolido, Nieva rompió la baraja. Mandó el audio de los amantes a la mujer y a la hija de Ardines. «Voy a terminar mal y lo sé, pero ya no me importa nada», llegó a escribir. «Me habéis destrozado la vida entre los dos», reprochó a su mujer. La grabación sentó como un jarro de agua fría en casa del edil. Ardines aseguró a su esposa que la conversación no era lo que parecía. Le quitó hierro.

Bloqueados los dos

Cinco días después Katia y Ardines se cruzaron en Cuevas del Mar. Sería la última vez. Iban en coche y «simplemente se saludaron, pero no mantuvieron ninguna conversación», evocó ella. Al día siguiente Nieva volvió por sorpresa a Llanes e hizo las paces con su mujer. Ardines les bloqueó a los dos en su teléfono móvil. Dos noches después, cayó asesinado.

En su declaración, Katia recordó que en las horas posteriores al crimen su marido «estaba bastante nervioso», que en un primer momento se negó a ir a Llanes porque «no estaba para conducir y que por eso no quería venir solo, todo pese a que él habitualmente es una persona muy tranquila».

Ante los agentes, la mujer relató en las semanas siguientes que «en alguna ocasión han hablando» del crimen «si ven en los informativos alguna noticia relacionada». Con todo, «Pedro nunca le ha dicho nada relacionado con quién creyera él que pudiera ser el autor de los hechos». Habían pasado tres meses desde que Ardines fuera asesinado y en el puesto de Llanes, ante la Guardia Civil, Katia no quiso cerrar su declaración sin decir algo: «En la actualidad no cree que su marido pudiera haber matado a Javier».

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