«Yolanda Díaz no tiene una estructura para ir a una contienda electoral»

- Salió usted bastante decepcionada de la política profesional.

- El término no es decepción. Creo que la actividad política es tremendamente creativa e interesante, pero la forma en que se ejerce es realmente absurda.

- ¿A qué se refiere?

- Siendo una actividad que está llamada a ser algo social, se acaba convirtiendo en una lucha absolutamente cainita en la que el objetivo más importante es que el Ejecutivo no haga nada. Se busca constantemente la descalificación de unos y otros y eso hace que la gestión política sea compleja y, sobre todo, ineficaz.

- Distingue política profesional y política de compromiso moral.

- El compromiso moral es la esencia de la política. Lo que no puede ser es que conviertas la actividad política en tu forma de prosperar, porque empiezas a instrumentalizarla y a utilizarla en tu beneficio.

- Es muy crítica con los partidos.

- Sí, me parece que no han sabido evolucionar. No deben convertirse exclusivamente en unas máquinas para alcanzar el poder.

- ¿Las formaciones políticas son entonces un problema?

- Sin duda. Son agrupaciones que no tienen prácticamente reglas y en las que hay que estar de acuerdo con el líder para poder ir ascendiendo. Una organización tan oscura que no prima nada más que el seguidismo... No son buenas para tallar o afilar los perfiles de las personas que van a tener que gestionar lo público.

- ¿Qué cambiaría?

- En el libro hablo de la necesidad de que los partidos sean mucho más transversales. Es decir, que puedan optar por trabajar en determinados aspectos y, a partir de ahí, ser como unos núcleos de atracción para personas de otros partidos.

- ¿Qué le parece la plataforma amplia que Yolanda Díaz lleva meses anunciando?

- Me gusta. Aunque creo que no hay una estructura institucional para que pueda participar adecuadamente en la contienda electoral, donde no hay nada más que partidos. Creo que es necesario reformar la ley electoral y darle mucha más trascendencia a las agrupaciones electorales como un elemento sano para competir con los partidos.

- La vicepresidenta huye de siglas. ¿Quema la marca Podemos?

- No es que queme. Creo que, en cierta medida, Pablo Iglesias al retirarse plantea que la identificación de la marca con sí mismo estaba restando a la marca. Y la marca sin él también parece que está en retroceso.

- Lo que diga como tertuliano tiene más relevancia de lo que puedan decir por ejemplo Ione Belarra o Irene Montero.

- Probablemente. No es fácil que la marca siga sin esa altísima identificación que tenía con él.

- ¿Se ha desencantado con quienes dijeron que venían a cambiar la vieja política?

- No, desde un primer momento me pareció que era difícil hacer la nueva política desde las estructuras y pautas organizativas tradicionales. Creo que se siguió el mismo estilo de generar tensiones dentro del partido para conseguir el poder interno.

- Hay elecciones que se plantean en los términos 'comunismo o libertad', 'democracia o fascismo'. ¿Qué opina de eso?

- Pues que son una tontada como la copa de un pino. Son eslóganes que no tienen nada que ver con la realidad y son absolutamente mentirosos, pero se acomodan bien a la generación de los miedos que las derechas utilizan para mantener sus proyectos de publicidad política.

- ¿Cree que palabras como terrorismo o fascismo se han vaciado de contenido?

- Totalmente. Se devalúan. Son eslóganes sin ningún contenido.

- ¿Le ve remedio a la situación?

- Claro, en la medida en que los ciudadanos digan 'hasta aquí hemos llegado'. A partir de ahí, creo que es importante que se pueda facilitar el espectáculo de las propuestas de nuevos políticos y la ciudadanía pueda elegir y sepa que no va a escoger a una persona que va a ser sectaria o va a utilizar el insulto o la descalificación.

- ¿Cómo hacer eso?

- Hay otras maneras de debatir. Pueden ser clases que hagan pensar mucho... No sé. Si queremos, lo conseguiremos. Pero nada es fácil ni rápido. Llevará su tiempo. Se puede y se debe acabar.