La ruptura emocional entre Patxi y Felipe
Las críticas del expresidente del Gobierno a la ley de amnistía y a Sánchez son respondidas con dureza por el exlehendakari
Hubo una época en la que Patxi López buscaba arrope en las palabras de Felipe González. Sucedió, por ejemplo, en febrero de 2009, en plena ... campaña de unas elecciones que culminarían con el líder del PSE en Ajuria Enea. Pero entonces no estaba nada claro que eso fuese a pasar. Porque muchos dirigentes del PSOE tenían miedo a desairar al PNV en un momento en el que José Luis Rodríguez Zapatero estaba necesitado de apoyos en el Congreso. Aunque ganase o lograse los apoyos necesarios -lo que finalmente ocurrió gracias a los votos del PP-, no eran pocos lo que le pedían que llegase a algún tipo de componenda con los jeltzales.
Pero la cúpula del PSE tenía claro que mantendrían la apuesta. Que era un todo o nada. Que renunciar a la Lehendakaritza no era un opción. Que, de hacerlo, su imagen como alternativa al nacionalismo quedaría por lo suelos. Que lo sucedido en 1986, cuando a pesar de tener más escaños cedió la presidencia a José Antonio Ardanza, no volvería a pasar. Y en esas Felipe llegó a Eibar. Y en ese momento, Felipe seguía siendo Felipe para el conjunto del PSOE.
En un mitin cargado de simbolismo, en un frontón Astelena a reventar y con alusiones a la proclamación de la República en la villa armera, el expresidente dio el plácet definitivo a López. «No renuncies, no es que sea tu oportunidad, es que como compañero te digo que es tu responsabilidad». Y el líder del PSE vio su camino liberado.
Pero aquellos lazos afectivos hace tiempo que se rompieron. Las críticas de González a la amnistía solo lo han confirmado y lo han expuesto de forma cruda a todo el público. El que fuera tótem del PSOE (su ascendente interno ha disminuido bastante) anunció el jueves que no volverá a votar a su partido, al menos mientras esté al frente Pedro Sánchez. Y el exlehendakari y ahora portavoz del PSOE en el Congreso explotó el jueves. «A mí me producen mucha tristeza esas declaraciones porque veo a un Felipe González que ha perdido todo el respeto y todo el prestigio que podía tener en la izquierda de este país. Ha comprado el argumentario completo de la derecha». Y a esa declaración, añadió una reflexión: «La primera regla en un partido es ser leal. Leal no significa no decirle el jefe lo que hay que decirle. Pero tienes que plantearte seriamente qué haces en ese partido».
Sin ser de su máximo círculo de confianza, López se ha convertido en un apoyo fiel de Sánchez ocho años después de competir con él y con Susana Díaz por el liderazgo del PSOE. Felipe, por su parte, ha ido marcado diferencias cada vez más claras con el secretario general, con criticas aceradas sobre la ley de amnistía y su permanencia en La Moncloa gracias al apoyo de Junts y Bildu, a los que el otro día llamó «bilduetarras». Con dos visiones muy diferentes sobre este Gobierno, las vidas de Felipe y Patxi se separan.
Lo hace cincuenta años después de que empezase a crearse un lazo emocional que surgió en la calle Coscojales de Portugalete. En la casa de 'Lalo' López, el padre del exlehendakari, un histórico sindicalista que había sido desterrado por el franquismo y que se había convertido en un referente del socialismo. Por esa casa –lo recordaba con orgullo Patxi López– pasaron Manuel Chaves, Txiki Benegas, González.... «Por esa casa pasó desde la Guardia Civil hasta Felipe», llegó a decir con admiración hace unos años. La misma que mostró cuando, siendo un adolescente, escuchó a Felipe en el Astelena en 1976 durante el primer mitin del PSOE tras la dictadura o cuando en 2009 le dio su bendición para ser lehendakari. Quince años después, de la admiración se ha pasado a la decepción.
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