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PNV y PSE-EE diseñaron durante casi dos años una reforma fiscal –«revisión» o «ajuste», en sus palabras– que presentaron el pasado noviembre al resto ... de partidos casi como un caramelo imposible de rechazar. ¿Quién podría negarse a eximir del pago del IRPF a las rentas más bajas, a ampliar las deducciones por vivienda a los jóvenes, a conceder más ayudas para fomentar la natalidad...? Pero, poco a poco, ese caramelo se ha ido envenenando para sus propios fabricantes, que entre vetos cruzados y giros de guion se han topado de bruces con un escenario que ninguno alcanzaba a imaginar ni por asomo en un primer momento: que el fracaso del proyecto se convirtiera en la posibilidad más factible.
Y es que, llegados a este punto, sólo un inesperado volantazo de alguno de los actores concernidos puede salvar ya la modificación impositiva que tratan de aprobar las tres diputaciones. La negociación, si es que puede llamarse así ante la escasa comunicación entre unos y otros, ha entrado en vía muerta porque nadie está dispuesto a moverse de su respectiva parcela. Si el martes el PNV se plantaba y fijaba el preacuerdo fallido con Podemos como su «posición definitiva» ante todos los partidos, este miércoles EH Bildu, PP y la propia formación morada han dado un sonoro portazo a lo que consideran un «ultimátum». Las fichas continúan estáticas y, en consecuencia, no hay apoyos suficientes.
Todo ha llegado a este punto por motivos diferentes en cada uno de los casos: en el de EH Bildu, porque siempre ha condicionado un eventual entendimiento a una reforma «en profundidad» y a un aumento en la recaudación, requisitos que no cumple el proyecto; en el del PP, porque pese a su disposición inicial al pacto, fue vetado por el PSE-EE entre comparaciones con el modelo de Isabel Díaz Ayuso en Madrid; y en el de Podemos, porque la dirección morada decidió reventar el preacuerdo –ni siquiera quisieron llamarlo así– alcanzado la semana pasada amparándose en un «empate técnico» entre sus bases, pese a que la consulta interna arrojó una victoria del 'sí' por tres puntos porcentuales frente al 'no'.
El PSE-EE, socio minoritario pero cuyo protagonismo en la negociación está siendo muy superior a su peso en la coalición gobernante, se resiste a dar por perdida la vía de Podemos. De hecho, en el marco de la ronda de contactos que está celebrando tras su reelección como líder socialista, Eneko Andueza se ha reunido este miércoles en su sede con la dirección morada y le emplazó a «reconsiderar» su posición. Minutos después, en el portal, Richar Vaquero lo descartaba por completo: la única forma de replantearse su postura –previa consulta de nuevo a la militancia– sería «una modificación estructural» del proyecto por parte de sus promotores.
Andueza, en todo caso, sí ha exteriorizado una mueca de evidente satisfacción después de que Sabin Etxea haya situado como planteamiento definitivo el preacuerdo con Podemos, más escorado a la izquierda que el texto original pactado entre los socios. «Celebro que el PNV haya abrazado ese marco porque es lo que veníamos defendiendo en el PSE-EE desde el minuto uno. Esta propuesta se acerca mucho más a nuestras pretensiones», ha asegurado, consciente también de que esa asunción por parte de los jeltzales espanta definitivamente al PP de la ecuación. «Su modelo está en las antípodas del nuestro», ha añadido.
Los populares han tirado de lógica política y han dejado claro que no van a entrar en una negociación cuyo punto de partida es un entendimiento con Podemos. «No es la propuesta del PP. Tenemos una alternativa distinta al modelo socialista, que es el que tiene el PNV», ha subrayado Javier de Andrés, quien ha desvelado que no ha habido ningún tipo de contacto para negociar al menos desde el momento en que se registraron las enmiendas al proyecto. El presidente de los populares vascos, además, ha tratado de meter cuña entre los socios al atribuir a Andueza el «liderazgo» de la coalición en detrimento del PNV, al que sitúa dentro de una amalgama de fuerzas de izquierdas.
En las divergencias entre jeltzales y socialistas también ha tratado de bucear EH Bildu, que ha emplazado a los partidos gobernantes a «decidir qué es lo que quieren» porque el desarrollo de los acontecimientos lleva a preguntarse «si hay alguien al volante». Nerea Kortajarena ha tachado la oferta del PNV como «ultimátum» y ha mostrado su incomprensión por el hecho de que la oferta fuera la misma para partidos con modelos fiscales tan incompatibles como el PP y la propia EH Bildu. «Un debate como el de la reforma fiscal requiere seriedad y rigor porque están en juego muchísimas cosas», ha manifestado la portavoz parlamentaria.
Aunque a la vista de los pronunciamientos el margen de maniobra ya parece nulo, las diputaciones no renuncian a un último intento o, al menos, a dar la batalla por el relato. Este mismo jueves las tres responsables forales de Hacienda –Itxaso Berrojalbiz (Bizkaia), Itziar Gonzalo (Álava) e Itziar Agirre (Gipuzkoa)–, quienes apenas se han manifestado públicamente en las últimas semanas pese a ser las impulsoras de la reforma, protagonizarán una comparecencia conjunta en San Sebastián para marcar posiciones. Mientras tanto, ELA ha pedido paralizar el proyecto porque «reduce la recaudación y consolida la injusticia del sistema actual».
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