El PNV propone una fórmula mixta para gestionar los aeropuertos vascos

La competencia referida a los aeropuertos figura entre las transferencias comprometidas por Pedro Sánchez a cambio de los cinco votos del PNV en su investidura y que, según el pacto, deberían materializarse para finales de este mismo año. Sin embargo, las dos partes concernidas discrepan sobre el margen para completar esta operación. ¿El motivo? Que el Estatuto de Autonomía de 1979 habla textualmente de «aeropuertos con calificación de interés general, cuando el Estado no se reserve su gestión directa». Y la cuestión es que a día de hoy los tres aeródromos vascos tienen dicha consideración.

De un lado, el Gobierno central ha dejado claro que no tiene intención de desbloquear el traspaso. En una visita a Júndiz el pasado julio, el ministro de Transportes, Óscar Puente, aludió a complicaciones legales: «Nosotros hablaremos, intentaremos hablar, pero... En fin, la legislación...». Del otro lado, el Ejecutivo autonómico, o al menos el sector del PNV (el del PSE-EE ha mostrado reticencias), interpreta que lo dispuesto en el Estatuto sí habilita al Estado a desprenderse de la gestión de los aeródromos y que todo esto es una cuestión de voluntad política.

Sea como fuere, la formación jeltzale ha optado por proponer una alternativa intermedia aprovechando la tramitación en el Congreso de un proyecto de ley que actualiza la normativa de Navegación y Seguridad Aérea. En la única enmienda que ha mantenido para su debate en la recta final del proceso, plantea una disposición adicional que autorice a Aena para «la constitución de una sociedad filial con participación de la Comunidad Autónoma de Euskadi cuyo objeto será la ordenación, dirección, coordinación, explotación, conservación, administración y gestión de los aeropuertos de interés general» ubicados en el País Vasco.

El plan, sujeto ahora a la búsqueda de apoyos en la Cámara baja, ahonda en una aspiración del PNV que ha cobrado especial entidad en los últimos tiempos. En la campaña electoral de las autonómicas del año pasado, Imanol Pradales planteó que las instituciones vascas asumieran los aeropuertos «para que Euskadi pueda gestionar de manera integral su competitividad». Puso el foco especialmente en el de Foronda con la intención de convertirlo en el aeródromo «de referencia del eje atlántico para vuelos transoceánicos y de mercancías».

Además, la Diputación Foral de Álava viene reclamando desde hace tiempo «medios» para que esta infraestructura pueda acoger vuelos que frecuentemente son desviados del de Loiu por el viento. Las aerolíneas alegan que, pese a la cercanía geográfica, la terminal de Vitoria «carece de operativa» y por eso tienen que acudir a puntos mucho más lejanos como Madrid, Barcelona o Zaragoza.

El pasado año, los tres aeropuertos vascos sumaron un total de 7,5 millones de pasajeros, aunque con notables diferencias entre ellos: Loiu alcanzó su récord histórico con más de 6,7 millones, un incremento del 7% respecto al ejercicio anterior; mientras que Hondarribia perdió un 1,8% para quedarse en 474.140 personas; y Foronda cayó aún más, un 15%, para situarse en las 263.328. El aeródromo alavés, eso sí, se mantiene como el cuarto de España en volumen de mercancías.