El PNV asume que la negociación de los traspasos dependerá del interés de Sánchez
El Gobierno vasco espera que se desbloqueen en septiembre las prestaciones del paro y las no contributivas
La negociación de las transferencias se ha convertido en un problema en sí mismo para el PNV y para el Gobierno del lehendakari Pradales. No ... tanto por la complejidad de los principales traspasos pendientes, que es elevada, ni siquiera por los escasos cuatro meses que, sobre el papel, quedan para cerrar todas las materias del Estatuto de Gernika, 46 años después, si se pretende cumplir el calendario pactado con Moncloa. La principal razón por la que el tira y afloja que se espera entre los gobiernos central y vasco en las próximas semanas por las materias aún no transferidas es un arma de doble filo para el PNV es por el momento en que se va a producir: en un contexto de máxima tensión política en Madrid, en paralelo a una negociación de los Presupuestos Generales del Estado con escasísimas posibilidades de salir adelante y con todos los socios llamado a la puerta de Moncloa a la vez con un 'qué hay de lo mío'.
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En esas circunstancias, el PNV ha asumido la dificultad de lograr un acuerdo mínimamente satisfactorio con buena venta ante la opinión pública. Los jeltzales han interiorizado también que los posibles avances o el estancamiento de la negociación dependerán exclusivamente del interés político de Pedro Sánchez y del cálculo coste-beneficio que Moncloa haya hecho sobre las consecuencias de traspasar a Euskadi no ya la gestión del régimen económico de la Seguridad Social -eso se antoja inalcanzable en el exiguo plazo hasta diciembre- sino, por ejemplo, las prestaciones del paro o las no contributivas.
El listado oficial que consta en la base de datos del Gobierno vasco consigna 27 materias pendientes de transferirse a Euskadi pero es en esas dos en las que se centra el «gesto» que ha pedido el lehendakari Pradales para testar, a lo largo de este mes, la «voluntad política» del Gobierno. En el caso de las prestaciones por desempleo, un traspaso al que el Ministerio de Trabajo de Yolanda Díaz es abiertamente contrario, Euskadi pasaría a gestionar los 806 millones que se abonan al año por este concepto y se convertiría en la primera comunidad autónoma en hacerlo (ahora es competencia del Sepe), lo que abriría la puerta a una ventanilla única en Lanbide. En el caso de las prestaciones no contributivas -que engloban la asignación por hijo o menor acogido a cargo con discapacidad; prestaciones por parto a familias numerosas, monoparentales y en los casos de madres o padres con discapacidad; prestación económica por parto o adopción múltiples; y subsidio por nacimiento- el valor es sobre todo político porque supondría «abrir la lata» de las competencias incluidas en el paquete de la Seguridad Social, tabú hasta ahora para el PSOE.
Si la realidad queda muy por debajo de los papeles firmados, el problema para el PNV llegará a la hora de justificar el apoyo al Gobierno de Pedro Sánchez. Una alianza que, pese a reprochar a los socialistas que se «peguen al poder como una lapa», como hizo Aitor Esteban a finales de agosto, Sabin Etxea no contempla romper. Quedarse con el contador a cero complicaría el discurso del PNV, cada vez más convencido de que diluirse en el bloque de la investidura le perjudica.
De ahí que, a estas alturas Sabin Etxea -a diferencia de Bildu, convertido en el principal valedor del Gobierno de Sánchez y de la continuidad de la legislatura- ya coquetee con la idea de que, cuanto antes se celebren las elecciones generales, mejor. «Que las convoque cuando quiera. Estamos preparados», retó esta semana el líder del Bizkai buru batzar, Iñigo Ansola. En Sabin Etxea se inclinan por creer que las urnas se pondrán en otoño de 2026, pero no descartan que Sánchez opte por agotar la legislatura para que el PP se siga desgastando a costa de Vox y las haga coincidir con las municipales y forales de 2027, una opción que desata sudores fríos en las filas jeltzales.
Sin certezas
Mientras tanto, sin certezas políticas a las que agarrarse, toca lidiar con la negociación de transferencias y salir de ella, si no victorioso, sí indemne. «Sabemos que es complicado. Eso es evidente. Pero todo dependerá del cálculo político que Sánchez esté haciendo en Moncloa», apuntan en Ajuria Enea. En Sabin Etxea son igualmente pesimistas pero creen que se abrirá un rayo de esperanza si Sánchez logra atar el apoyo de Junts y el PNV se convierte en pieza clave para sacar adelante el Presupuesto. Pero Puigdemont ya ha puesto el contador a cero para decidir, en el plazo de tres meses, si rompe con el Gobierno y las perspectivas no son halagüeñas. Tampoco respecto a Podemos, que se da por perdido en todas las apuestas; ni siquiera respecto a ERC. Los socialistas, por si fuera poco, descartan en privado la llegada de transferencias relevantes a corto plazo y se preparan para hacer pedagogía y poner en valor el autogobierno del que ya dispone Euskadi.
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