Los partidos vascos afrontan el primer esprint antes de la batalla municipal y foral de mayo
La sombra de Moncloa es alargada: el balance del mandato de Sánchez y la competencia PNV-Bildu en Madrid marcarán la campaña también en Euskadi
olatz Barriuso, xabier garmendia y david guadilla
Martes, 3 de enero 2023, 00:45
Quedan cinco meses para las municipales y forales de mayo y los partidos vascos son muy conscientes de que encaran un largo año electoral, porque ... a las elecciones de mayo seguirán las generales. Casi todos lo hacen bajo la sombra de La Moncloa: PSE y Elkarrekin Podemos porque sus respectivos partidos matriz integran el Gobierno; PNV y Bildu porque compiten a cara de perro por el papel de socio preferente de Pedro Sánchez. Así que sus aciertos y desaciertos en Madrid contarán también, y mucho, en esta campaña, en la que el PP (y Vox) representarán el doble papel de opositores al PNV y al sanchismo para tratar de mejorar sus resultados y, en el caso de los populares, aprovechar el viento a favor de Alberto Núñez Feijóo en las encuestas.
Sin embargo, ese efecto no se nota en los sondeos vascos, que vaticinan que el PNV mantendrá su hegemonía aunque marcado muy de cerca por una Bildu pujante y al alza en Gipuzkoa y con una batalla compleja en Vitoria para la todavía consejera del Gobierno vasco Beatriz Artolazabal. Aquí, los partidos se disputan en un puño la primera plaza.
Osakidetza y la ley educativa, con permiso de la reforma fiscal, marcarán el debate
Predicen que el PNV mantendrá su hegemonía pero con Bildu pujante y al alza en Gipuzkoa
Así que toca echar el resto para el último esprint: 2023 se presenta para las formaciones vascas como un año de giros estratégicos y decisiones arriesgadas, que arrancaron ya con el rechazo unánime de la oposición a los Presupuestos de Iñigo Urkullu tras un 2022 marcado por la concertación y los pactos de país frente a las consecuencias de la guerra de Ucrania y la crisis energética, que ha propiciado, por ejemplo, uno de los giros más significativos de Bildu hacia el pragmatismo.
Dos son los asuntos que seguirán marcando el debate público, con permiso de la reforma fiscal que aguarda tras las urnas. Por encima de todos, Osakidetza, convertida en una de las principales preocupaciones de los vascos y en el ariete favorito de la oposición para desgastar a la coalición PNV-PSE. La educación, en el año en que el Parlamento debe aprobar la ley sustentada sobre el inédito pacto alcanzado por el 90% de la Cámara, avivará el debate sobre la convivencia de la pública y la concertada y el fin de la segregación en las aulas.
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PNV
Una 'revolución' para mantener sus cotas de poder
Los jeltzales se apoyan en la autocrítica y en la feminización de sus listas para capear las crisis que cuestionan su gestión
Olatz Barriuso
La competencia electoral y las crisis que amenazan el famoso 'oasis' vasco han forzado al PNV a dar una vuelta de tuerca a su estrategia. Sabin Etxea cierra 2022 con los deberes hechos pero con una sensación de incertidumbre y liquidez política que no le ha abandonado desde que irrumpió la pandemia. Ha logrado aprobar los Presupuestos gracias a la mayoría absoluta que Urkullu suma con el PSE pero con toda la oposición en contra -a diferencia del año pasado, cuando logró incorporar a EH Bildu-, un claro síntoma de la cercanía de las elecciones.
También está a punto de cerrar sus listas, con algunas excepciones donde hay liza interna como Getxo, y acaba de dar por concluido el proceso de escucha 'Entzunez Eraiki'. Eso sí, en ambos casos con 'revolución'. Los jeltzales, conscientes del signo de los tiempos, han emprendido un proceso de feminización de las planchas, lo que ha obligado a sustituir a tres de los cabezas de lista a las diputaciones y a las tres capitales por tres mujeres. También han publicado las conclusiones de su autochequeo sin escatimar en autocrítica y asumiendo que parte de la sociedad asocia al partido con cierto aroma a naftalina.
Todo, con el objetivo claro de abordar con éxito los retos que se le plantean en 2023. Por ejemplo, superar sin demasiado coste en las urnas las crisis que ponen en solfa su imagen gestora, singularmente la que ha convertido a Osakidetza en uno de los principales problemas para los vascos. Y, por supuesto, mantener las cotas de poder de las que ahora disfruta, reeditar la coalición con el PSE sin interferencias inesperadas y aprobar su auténtica asignatura pendiente, la conexión con las generaciones más jóvenes de votantes.
Esa es una de las claves de la pugna con EH Bildu, especialmente intensa en Gipuzkoa, y en la que pesa, sin duda, la batalla por consolidarse como socio clave de Sánchez en Madrid. Los jeltzales han arrancado un acuerdo sobre el Cupo y la oficialidad de las selecciones vascas de surf y pelota pese al «ritmo caribeño» de las transferencias. Por si acaso, Sabin Etxea ha recuperado los puentes con el PP de Alberto Núñez Feijóo.
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PSE-EE
Pescar en la izquierda diferenciándose del PNV
Los socialistas buscan hacer valer las políticas progresistas de los gobiernos de coalición en los que participan
Xabier Garmendia
El PSE-EE llega a un año marcadamente electoral con la expectativa de reeditar los resultados de 2019, cuando se subió al 'efecto Sánchez' para ampliar su representación institucional y condicionar gobiernos en las tres diputaciones forales y los principales ayuntamientos. En la mayoría de ellos, como socio minoritario del PNV, una fórmula que le ha granjeado estabilidad pero que a la vez le ha restado cierta pujanza en el bloque de la izquierda al ser visto como aliado casi automático de los jeltzales.
Para alejarse de esa imagen, la formación liderada por Eneko Andueza está tratando de diferenciarse de los nacionalistas en aquellas instituciones donde comparten responsabilidades de gobierno. En los últimos meses, sin ir más lejos, ha mostrado diferencias en cuestiones importantes como la fiscalidad, los descuentos en el transporte público, la crisis en Osakidetza y la reforma educativa. Unos posicionamientos estudiados con los que ha intentado convencer de que es el PSE-EE quien arrastra al PNV, y no a la inversa, ante las recurrentes críticas del resto de la izquierda.
Y es que los socialistas vascos quieren pescar en ese caladero haciendo valer las políticas progresistas no sólo de las instituciones vascas sino también del Gobierno de Pedro Sánchez. Una aspiración, esta última, que también persigue Podemos, a cuyos votantes precisamente busca atraer el PSE-EE apelando al voto útil. En esa misión deberá rivalizar con EH Bildu, que ha logrado adentrarse en amplias capas del electorado morado tras acentuar su perfil social.
Los socialistas, que remarcarán su defensa de los servicios públicos -particularmente, Educación y Osakidetza- en el programa electoral, centrarán sus esfuerzos en aumentar su músculo municipal. No sólo aspiran a obtener más concejales y retener alcaldías importantes como las de Irún, Portugalete, Ermua y Eibar, sino que también quieren rendir batalla en Vitoria, donde las encuestas sitúan a Maider Etxebarria con posibilidades reales de lograr la victoria.
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VOX
Ampliar su presencia institucional en Euskadi
La formación de extrema derecha quiere convertir el pacto educativo, el euskera y Osakidetza en alguna de sus banderas
D. Guadilla
Vox afrontará 2023 con el reto de ampliar su representación institucional, que por ahora se limita a un único asiento en el Parlamento vasco. Su objetivo es irrumpir en las Juntas Generales de Álava, una meta que en todo caso no parece sencilla. Los distintos sondeos apuntan a un cierto crecimiento, pero sin llegar a superar el umbral necesario.
Sin unos líderes reconocidos en Euskadi, más allá de la parlamentaria Amaia Martínez, Vox volverá a fiar su suerte al tirón de la marca nacional y a un discurso cuyos ejes de nuevo serán los ataques a las formaciones nacionalistas, la crítica a la gestión de Osakidetza y algunas banderas identitarias y muy simbólicas como el euskera.
Vox no oculta que uno de sus principales estandartes será el pacto educativo y trasladar la imagen de que lo que se busca es un modelo de inmersión lingüística similar al catalán, que penaliza a los padres que quieren que sus hijos aprendan en castellano. Su gran reto, en todo caso, volverá a ser el que tuvieron en las autonómicas de 2020. Lograr atraer al votante fronterizo con el PP al que no le termina de convencer el discurso de Alberto Núñez Feijóo.
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EH BILDU
Un año para comprobar si su giro estratégico da resultados
La coalición soberanista quiere consolidar su imagen como alternativa en Euskadi y socio vital para Sánchez
David Guadilla
EH Bildu cierra 2022 con la mayoría de sus objetivos estratégicos cumplidos. Ha consolidado su relación con Pedro Sánchez hasta convertirse en un socio vital que compite de tú a tú con el PNV, ha logrado que su imagen pública empiece a desprenderse de algunas losas del pasado y prácticamente ha conseguido que todos los presos de ETA encarcelados en España estén en Euskadi y Navarra.
El traslado de los reclusos es consecuencia directa del apoyo que da a Sánchez en La Moncloa y ha permitido a la alianza liderada por la izquierda abertzale quitarse un lastre que siempre generaba importantes tensiones internas. Con ese frente prácticamente cerrado, EH Bildu afronta 2023 con el objetivo de seguir ampliando su base social y ganar ámbitos de poder.
Como el resto de formaciones, su calendario está marcado por las elecciones. La más importante es la cita de mayo. Las municipales y forales servirán para testar de forma clara su estrategia pactista. Si le está sirviendo para recabar apoyos que hasta la fecha habían evitado acercarse a la izquierda abertzale y si ha logrado difuminar ese 'voto antiBildu' que los propios dirigentes de la coalición admiten que existe y que, según sus análisis, limita su crecimiento.
Marcada en rojo aparece Gipuzkoa. La apuesta de EH Bildu es fuerte: Maddalen Iriarte. Hacerse con la Diputación parece complicado porque eso implicaría la ruptura de los pactos PNV-PSE, pero la gran esperanza es ser la fuerza más votada en el territorio, lo que supondría todo un golpe de efecto.
Pero esta cita electoral, y la de las generales de fin de año, también servirá para saber hasta qué punto ese giro posibilista le ha hecho perder apoyos entre los sectores más radicales que apuestan por la abstención.
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ELK. PODEMOS-IU
A la espera de clarificar las marcas y el efecto Díaz
Los morados, que tienen que clarificar aún cómo se presentarán a las elecciones, quieren reforzar su perfil
D. Guadilla
Si algo rodea al mundo de Podemos es la incertidumbre. A cinco meses para unas elecciones vitales para demostrar su implantación -desempeñan tareas de gobierno en Durango, Rentería e Irún- todavía no está del todo claro cuál será la fórmula con la que concurrirán en mayo a los ayuntamientos y diputaciones. Se da por hecho que la formación morada y Ezker Anitza volverán a ir de la mano y compartirán candidaturas. El acuerdo no está cerrado de forma oficial, pero se da por hecho que será así. Lo cual no deja de ser noticia porque en otras comunidades caminan por separado.
Saber cómo se conforman esas listas no es el único laberinto en el que está metido Podemos. Queda por ver cuál será el efecto de Yolanda Díaz y hasta dónde llega Sumar, un proyecto cuyo futuro aún está por definir y que está generando tensiones entre la formación morada y la vicepresidenta segunda. Sumar, además, cuenta con el respaldo explícito de varios exdirigentes de Podemos Euskadi.
La formación liderada por Pilar Garrido tratará de reforzar su perfil y marcar distancias con EH Bildu. Las dos formaciones pelean por un electorado fronterizo que intentan atraer. Una de las mayores batallas va a ser todo lo relacionado con el pacto educativo. Aunque en un principio, Elkarrekin Podemos-IU se sumó el acuerdo, a medida que han pasado los meses se ha ido desvinculando con una defensa cerrada de la escuela pública. Esa será una de sus principales banderas políticas, al igual que seguir defendiendo la posibilidad de poner en marcha los tripartitos de izquierda con EH Bildu y el PSE para gobernar más instituciones. Una opción más que improbable, salvo algún caso aislado, porque los socialistas ya han apostado por reeditar las alianzas con el PNV.
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PP+CS
Abonados al 'efecto Feijóo' y con el congreso en el aire
Las municipales y forales de mayo serán un test de estrés para el liderazgo de Iturgaiz, pendiente del cónclave autonómico
Xabier Garmendia
El PP vasco afronta el 2023 inmerso en un mar de incógnitas. Aunque la organización autonómica se ha abonado al 'efecto Feijóo' para tratar de remontar su paulatina pérdida de representación, lo cierto es que por ahora los sondeos no le atribuyen el empujón esperado. Las elecciones municipales y forales de mayo supondrán la prueba del algodón para determinar si el estilo del nuevo presidente del partido ha logrado convencer al votante moderado que se fugó al PNV.
Pero no sólo eso. El escrutinio también será un test de estrés para el liderazgo de Carlos Iturgaiz, presidente del PP vasco desde 2020 pero pendiente de un congreso interno que lo confirme en el cargo. En el cónclave, para el que no hay fecha ni tampoco prisa, los populares deberán escoger entre mantener al veterano dirigente u optar por una cara nueva con la que abrir una etapa diferente.
Entre tanto, la formación conservadora tratará de exprimir su discurso económico para diferenciarse del modelo del PNV. La bajada de impuestos será una de sus principales banderas de cara a la cita electoral de mayo, en la que busca recuperarse del retroceso vivido en 2019. Su principal lucha estará en suelo alavés, su feudo histórico, aunque también tratará de volver a ayuntamientos vizcaínos de los que quedó fuera en los anteriores comicios.
Su compañero de coalición en el Parlamento vasco, Ciudadanos, tampoco puede presumir de un horizonte de certidumbres. En plena lucha interna entre Inés Arrimadas y Edmundo Bal por la supervivencia como proyecto político, la organización vasca se aferra a su único representante, el parlamentario José Manuel Gil, para mantenerse como oferta liberal constitucionalista en Euskadi. Pero ningún sondeo le atribuye posibilidad alguna de lograr concejales o junteros.
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