Objetivo: proteger a Casado
Génova irradia nerviosismo ante el resultado de las elecciones en Castilla y León. Una comunidad que gobiernan los conservadores hace 35 años. Casi siempre solos. ... No en la última legislatura en que lo han hecho en coalición con Cs hasta que el presidente Alfonso Fernández Mañueco decidía romper con los naranjas a instancias de la dirección nacional. Casado y su equipo habían diseñado una de esas estrategias de laboratorio que tanto se llevan. Objetivo: adelantar las elecciones en Castilla y en Andalucía en busca de dos cómodas victorias que despejaran el camino del líder hacia La Moncloa.
Con este esquema los populares abrieron hace diez días la campaña en clave nacional. Pero del Sánchez, Sánchez, Sánchez, culpable de casi todos los males, y de la manipulación de las declaraciones del ministro Garzón en torno a las macrogranjas, hemos pasado a ver a Mañueco diciendo que quien se la juega es él y no Casado.
¿La razón? Posiblemente lo sucedido hace una semana en la votación de la reforma laboral y el reiterado fracaso del PP en sus viajes a Bruselas para denunciar que Sánchez no está actuando como debe con los fondos de recuperación. Y es que nadie del área se ha dignado siquiera a recibir a los conservadores españoles. Y el comisario Gentiloni ha agregado que no hay razones para fijar nuevos controles. Vamos, que de bofetón en bofetón.
En política las casualidades casi nunca lo son. Las derechas, con el impagable apoyo de los dos diputados de UPN, prepararon una auténtica celada al Gobierno Sánchez en la votación de la reforma laboral. Los diputados foralistas mintieron y ocultaron que votarían con el PP contra la reforma. ¿Objetivo? Evitar que el PNV u otros partidos reconsideraran su voto negativo para que no decayera el cambio y quedara en vigor la norma que aprobó unilateralmente Rajoy a beneficio exclusivo de los empresarios. Pero ocurrió que un diputado conservador, para más inri estrecho colaborador de García Egea, metió la pata y tumbó el golpe de efecto que hubiera supuesto la derrota gubernamental en uno de los asuntos estrella.
Les confesaré que no sé por qué los ciudadanos debieran de premiar una maniobra así. Hablo de los cientos de miles que han visto elevado su sueldo o que van a tener un contrato fijo en vez de novecientos temporales gracias a la reforma. A ello añadiría a ese otro importante segmento de la población que va a pasar a tener un salario mínimo de 1.000 euros, gracias al cambio pactado por Yolanda Díaz con CC OO y UGT, contra la patronal y las derechas.
El hecho es que Génova y el PP han pasado en horas de poner a Casado al frente de la campaña a llevarse a Ayuso a mitinear para defender las bondades del pacto con la ultraderecha. Que el PP gane y deba pactar con Vox no sería la mejor noticia para Casado. Claro que aún sería peor que no sumara y sí lo hicieran el PSOE -que hace tres años ganó-, Podemos y las plataformas de la España Vaciada. ¿Improbable? Sí. Salvo que haya una elevada abstención. En Génova hay miedo. Pase lo que pase, Casado debiera sopesar introducir profundos cambios en su equipo antes de que el sacrificado sea él.
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